La frase de Durruti

«Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones; y ese mundo está creciendo en este instante» Esta frase de Buenaventura Durruti, a la que a veces le birlan la segunda parte, puede leerse como lema publicitario, refrito new age o meme, desde luego. Puede recibirse con escepticismo si se tiene puesto un ojo en el noticiario, y hasta percibir la segunda sentencia como puro recochineo. La cita, así pensada, es el residuo de un tiempo pasado en el que una generación pensó que la revolución vibraba bajo sus pies. De hecho, en algunos lugares fue así. Queda lejos.

Sin embargo, las palabras cambian imaginadas como un anhelo realista de la potencia que albergan las ideas correctas y los cuerpos, de músculos tensos y caricias cálidas, haciendo juntos. Como la semilla empapada en algodón que vigilamos por turnos para plantarla cuando le asomen, tímidas, pequeñas raíces. Concediéndole esta intención, la segunda cláusula llega como un nuevo asentimiento de cabeza.

En realidad, yo creo que este fue siempre el sentido real de «Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones…»: universal, no coyuntural; constructivo, no adivinatorio, y por eso revolucionario, no motivacional.

Leída la frase completa no queda lugar a dudas porque, si a veces pierde por el camino la cola, prácticamente nunca es escrita con su cababeza:

«Pero te repito que no nos dan miedo las ruinas, porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones. Ese mundo está creciendo en este instante». Esto es lo que dijo Durruti, como lo podría haber dicho otro, y nos sigue impeliendo en 2018 a bombear sobre las ruinas.