El “ilusionismo” como forma de renovación de la Nueva Política y el eterno retorno de los proyectos con apellidos

En política, la acusación de derrotismo suele conllevar implícita la de colaborar con el enemigo y, en términos bélicos, suele equipararse con la traición y castigarse con toda la severidad que el contexto precisa. Siento, estos días, que no puedo expresar mis dudas respecto de Sumar sin miedo a ser inmediatamente interpelado como podemita o derrotista, en ambos casos enemigo. Lo primero no lo soy (sí que he votado este partido en algunas ocasiones, como he votado también a otros “a la izquierda del PSOE” o me he abstenido) y lo segundo es algo que suele ser juzgado por otros y que no me quita el sueño.

Más que derrotista, lo que me preocuparía es ser un cínico. Haberme convertido ese señor que ya estuvo ahí y que sonríe condescendiente e irónicamente a quienes se sienten ilusionados por el nuevo proyecto político de Yolanda Díaz.

Y no soy yo quien. Pero si puedo ocupar el lienzo de mi blog para explicar, no solo mi lícita falta de ilusión o mis dudas; sino también mis tirrias personales y la crítica al ilusionismo como forma de reproducción cíclica del espacio electoral que podríamos llamar Nueva Política.

Por ilusionismo solemos entender en el lenguaje común un truco de magia, buscar el asombro mostrando un hecho aparentemente increíble con un subterfugio. Es necesario un público cómplice dispuesto a maravillarse, ya que el ilusionismo tiene tanto de espectáculo como de juego narrativo participado.

En el contexto de la Nueva Política el ilusionismo podría ser la dependencia de renovación constante, la puesta en escena de una vuelta a empezar, de buscar un nuevo reclamo electoral, normalmente ligado al carisma del líder emergente del momento (ya sea Pablo Iglesias, Ada Colau, Íñigo Errejón, Manuela Carmena –me perdonan el sesgo local–, Yolanda Díaz, o quien toque). Es esta una manera de funcionar que se ha convertido en la forma de reproducción misma de la Nueva Política y que, desgraciadamente, lleva acarreado el matar al padre y arrinconar a sus primogénitos. Es decir, a una parte de los compañeros.

Lo peor que ha dejado Pablo Iglesias en la estela de Podemos es la sensación de cesarismo. Su liderazgo fuerte casi desde que irrumpiera la organización (e incluso la sombra de su presencia pública después de su retirada de la primera línea) ha condicionado el destino de la organización para bien y para mal. Hacer una caricatura del enemigo es más sencillo cuando el modelo posa para ti en todas las posturas posibles.

Desgraciadamente, los partidos desgajados de Podemos o nacidos en sus contornos a menudo son también el partido de x, la plataforma de y…o el proyecto de Yolanda. Y aquí se juntan mis tirrias y la crítica a la vía ilusionista. Vivo, por mi cultura política, constantemente enfurruñado con los liderazgos personalistas. Suele decirse que la Nueva Política nace del ciclo 15M pero, en todo caso, surge de sus reflexiones y sobre su ola sísmica. En puridad, supone un cambio radical en nuestra esfera pública: el momento de politización intenso permanece pero cambia del movimiento multiasambleario de acción directa a la espectacularización televisada de la política que, sí o sí, pasa por los foros de los mass media, tiene como únicos hitos de lo posible las citas electorales y, como dicen Pablo y Yolanda, desembocan en el BOE.

 Por supuesto, el contexto manda y el ciclo de movilización ya había decaído cuando la Nueva Política entra en escena. La política partidaria intentaba romper el techo institucional y poner freno a la sangría de fuerzas que la hiperactividad movimentista había ocasionado. Pero ha pasado tiempo y quizá sea hora de intentar mirarnos al espejo sin complacencia. Porque era transición y no mutación, la primacía de las primarias como punta de lanza, los procesos desde abajo o los Círculos pasaron. Hasta aquí mis tirrias.

Ahora, mis impresiones –análisis queda grande a este post– sobre el ilusionismo. La apelación cíclica a la ilusión como motor para desbancar a la derecha se topa una Ley de rendimientos decrecientes, con un suelo menos fértil y muchas biografías donde va anidando el hastío de forma inevitable, cuando no el cinismo que calificábamos como poco deseable y hasta la temida sombra del derrotismo.

El ilusionismo se nutre, por otro lado, de gente que se incorpora nueva (pero nunca las gallinas que entran por las que salen alcanzará para mayorías), de personas inasequibles al desaliento y, sobre todo, de los cuadros de la Nueva Política en sentido amplio. Políticos profesionales, semiprofesionales o los otrora militantes de la movilización que en el proceso de transición se pasaron a la militancia del electoralismo.

Discrepancias y coincidencias con Podemos o Sumar tengo también, como todo el mundo interpelado por el conflicto, pero no encuentran sitio en este post. Como votante en Madrid, son los únicos partidos o coaliciones electorales que contienen mi lista de posibles papeletas. Y tengo mis ideas, también como todo quisque, sobre las luchas de poder y desgaste que se producen estos días por parte de los espacios de Podemos y de Sumar. Una sangría pública especialmente cruenta que torna más y más fea en tanto unos y otros se empeñan en mostrar las imágenes de sus espejos deformantes como armas en un conflicto que está llegando a los votantes de las formaciones, con una guerra en redes que a veces se juega con trazo grueso –¡traidor!– y a veces con la condescendencia clasista de considerar bot o sectario a todo el que no haya entendido el particular momento histórico dentro de tu cabecita. No cabe reducirlo a esto pero, en parte, podría ser una muestra más de los límites del ilusionismo como locomotora política.

La censura de extrema derecha en bibliotecas americanas llegará aquí también y habrá que estar preparados

Hace unos días, la Cámara de Representantes de Missouri, de mayoría republicana, votó a favor de no financiar –0 dólares– las bibliotecas públicas en represalia por la demanda interpuesta por la Unión Estadounidense de Libertades Civiles de Missouri (ACLU-MO ). La institución presentó la denuncia en nombre de la Asociación de Bibliotecarios Escolares de Missouri y la Asociación de Bibliotecas de Missouri (MLA) para revocar una ley de 2022 que prohíbe la existencia de material explícito en las escuelas. La norma aboca a penas de un año de cárcel y multas de hasta 2000 dólares a profesores y bibliotecarios escolares que los faciliten. ¿Qué libros considera punibles la Ley? Aquellos que muestren relaciones sexuales y genitales, además de una serie de conductas que el legislador considera inapropiadas o “desviadas”.

Este episodio viene a sumarse a una larga lista de episodios de censura y represión en Estados Unidos con las bibliotecas como campo de batalla. En otros estados, como Oklaoma y Tenesse, también se han promulgado leyes “contra la obscenidad”. En Luisiana, se ha establecido una línea telefónica para la denuncia de libros. En esta lista de Lectura.Social, Kamen ha anotado los libros prohibidos en las escuelas de Florida.

La American Library Association (ALA) acaba de publicar también un informe que documenta 1.269 demandas de censura de libros y recursos bibliotecarios durante el año pasado, casi el doble de los registrados por la misma asociación en 2021. Este tipo de peticiones de censura, que antaño eran iniciativas individuales por un título concreto, se ha convertido en una herramienta utilizada por lobbies de derecha, que elaboran listas de forma organizada. La mayoría de estos libros fueron escritos por personas LGBTQIA+ o de color, o trataban temas de interés para estas comunidades.  

Y no paran de sucederse casos de censura. Hace poco, el director de una biblioteca de Tenesse fue despedido por sugerir el traslado del acto de presentación de un libro infantil de trasfondo religioso a una parroquia. Al parecer, la motivación fue un problema de aforo en la biblioteca, lo que no evitó que el autor (el actor Kirk Cameron, el de Los problemas crecen) lo denunciara en sus redes sociales. La biblioteca tuvo que cerrar temporalmente por las amenazas recibidas y su responsable fue despedido.

Ante la ofensiva conservadora, la comunidad bibliotecaria se está organizando. Con motivo de la pasada Superbowl, los directores de la Biblioteca Pública de Kansas City y de la Biblioteca Libre de Filadelfia (cuyos equipos se enfrentaban en el campo de juego) montaron una campaña conjunta contra las prohibiciones, con una web informativa en la misma línea de Unite Against BookBans.

Como cualquier ciudadano atento sabe, cualquier ejemplo de agitprop o estrategia política que se produzca en Estados Unidos aparecerá, antes que después, en Europa (esta misma semana hemos visto a la plana mayor del Partido Popular tratando de ganarse al evangelismo más radical).

Y no nos pillará de nuevas, espero. Cada poco tiempo surge alguna polémica promovida por la derecha en redes sociales sobre un libro de educación sexual publicado con fondos de tal o cuál administración pública, y sabemos que el llamado pin parental es una de las matracas más habituales de VOX.

Por alguna razón que no cabe analizar aquí, son muy frecuentes los artículos de opinión en la prensa española que miran a la supuesta censura en Estados Unidos. Comúnmente, se ceban en el clima de puritanismo propiciado por lo que ellos identifican con el progresismo, lo políticamente correcto o lo woke. En mi opinión, haremos mal los defensores de la libertad de expresión en negar siempre la mayor y omitir, por ejemplo, que el cambio de textos originales que hemos visto propuesto por editoriales últimamente (no ya de sus traducciones) es una tontuna criticable y mojigata. Pero lo realmente importante es que seamos capaces de explicar las diferencias entre la censura en sus contornos más literales (la ejercida por el poder, la de toda la vida, con represión ideológica directa), y corrientes de opinión o presiones ciudadanas que podemos entrar a discutir, faltaría más, pero carecen de la capacidad coercitiva de aquellas que, por ejemplo, pueden poner a un rapero ante un juez por sus letras.

La censura de extrema derecha que se está produciendo en escuelas y bibliotecas americanas llegará aquí también, no cabe duda, y habrá que estar preparados para ello.