Arafat.

Me ha costado sentarme a escribir unas líneas sobre la muerte de Yaser Arafat porque tengo una enorme sensación de vacío de información respecto del personaje. Siempre he tenido la impresión de que los medios han tratado al líder palestino desde posiciones muy alejadas de la realidad, afirmación que por otra parte es de un evidente que me doy miedo (aunque quizá sea esta misma realidad la que debiera producirme pavor). Sí tengo algunas cosas claras acerca de las opiniones que estos días nos inundan sobre Palestina y espero que valga este pequeño intento de defensa como modesto grito de ánimo a la causa palestina y despedida de el que ha sido el líder de muchos de la que la defienden durante décadas.

No he parado de escuchar estos días en los medios la palabra “terrorista”. Se ha dicho hasta la saciedad , y podría jurar que no he escuchado desmentir esta mentira, que Arafat fue un terrorista antes de abrazar el camino del diálogo en busca de la paz. Para algunos incluso ha seguido siéndolo hasta el fin de sus días. Primero ETA y luego los acontecimientos del 11-S han hacho una gran merma en la opinión del mundo respecto de la lucha armada, sean cuales sean sus circunstancias. Los movimientos de liberación nacional de los años sesenta y setenta han contado con la legitimación histórica y la percepción positiva de lo que son (una lucha tan justa como pudo serlo en su día la de la Resistencia Francesa). Hasta ahora. Y este es el contexto en el que se producen las acciones de Al Fatah desde 1.965.

Lo que sí son hechos incontestables es que Israel ha sido condenado internacionalmente en más de cincuenta ocasiones desde 1.949 por acciones contra Estados Árabes; que en 1.967 tomó los territorios de Cisjordania , Jerusalén Este, la franja de Gaza, la península del Sinaí y los altos del Golán; que desde el nacimiento del Estado de Israel su territorio no ha parado de crecer en detrimento de sus vecinos…

También se ha escuchado estos días frecuentemente la afirmación de que Arafat era un interlocutor inflexible. Se trata de una gran mentira. La OLP comenzó en 1.973 una nueva etapa con la convicción de que sería necesaria la convivencia de los dos Estados, y desde entonces no han sido pocos los intentos de paz que siempre se nos han presentado como truncados por la inflexiblidad de Arafat, cuando en realidad se trataba casi siempre de condiciones inaceptables. En 1.986, en el marco de las conversaciones entre la OLP y el gobierno Israelí fue Palestina la que mostró más disposición hacia un encuentro y condenó públicamente el terrorismo. En 1.991, en la Conferencia de Paz de Madrid, se continúan los encuentros, ya institucionalizados y con la premisa de paz a cambio de territorios sobrevolando las negociaciones. Son años de acercamientos y desencuentros, y fue el sionismo fanático quien rompió la dinámica, primero con el asesinato de Rabin, y luego eligiendo el año 2.000 al Likud en los comicios israelitas. Parece claro que no es la “cabezonería” de las autoridades palestinas la responsable del fracaso de la vía negociada, como se nos dice tan a menudo.

Otra mentira ligada a la anterior que se lanza a las ondas y que acabará por calar como una verdad a fuerza de repetición: ahora la situación será más propicia para llegar a la paz. ¿Acaso cambian en algo objetivamente las condiciones del conflicto? La horfandad mediática de análisis nos inunda.

Flotan en el aire además las palabras que incitan a ver a Arafat como un líder “de juguete” frente a los auténticos hombres de Estado occidentales e israelíes. Como el jefe de una bada vaya. Se olvida que se trata del hombre que accedió a la presidencia de la OLP(Organización para la Liberación de Palestina) ya en 1.969, del hombre que habló frente a la Asamblea de las Naciones Unidas en 1.974 con una rama de olivo en una mano y una pistola en la otra(“No permitáis que la rama de olivo se caiga de mi mano”), del hombre que declaró el Estado Palestino, que impulsó el nacimiento y fue elegido presidente de la Autoridad Nacional Palestina…En definitiva, parece una broma de mal gusto cuestionar su importancia histórica como hombre de Estado, al margen de la opinión que se tenga sobre su trayectoria vital.

No cabe ni aún en la muerte de Arafat olvidar las dudas que se han planteado a menudo sobre los métodos de la policía palestina y la corrupción de sus líderes (parece que más bien del entorno de Arafat). No hay que perder de vista de todas maneras el concepto patrimonialista del poder extraoccidental y sobre todo la necesidad de mantener reservas económicas en un contexto que no deja de ser de peligro físico (ver si no la situación a partir de 2.002 con el líder palestino secuestrado en el cuartel de la Muqata). No pretendo con esto justificar nada sino poner el análisis en su correcto contexto.

No me salía escribir una despedida, lo que necesitaba era mostrar mi apoyo a una causa que considero justa y contribuir en lo posible (más bien poco, lo sé) a contrarrestar la oleada de medias verdades y mentiras enteras que se nos han venido encima estos días como una avalancha, un pequeño apoyo, una modesta intifada (“levantamiento”) en Occidente.

Que no descansen en paz las esperanzas y las ganas de luchar de tantos y tantos palestinos.

*Nota: Hace ya tiempo Mirentxu escribío para Eltránsito un artículo sobre la causa palestina muy recomentdable.

2 thoughts on “Arafat.

  1. Yo no conozco mucho la figura de Arafat, como cualquier persona tendrá partes oscuras en su vida personal, no entiendo muy bien que su mujer viva en Paris, pero supongo que su explicación.

    Lo que me parece totalmente absurdo, falto de miras y de idiota es afirmar que ahora con su muerte se abre una esperanza para la paz. La mayoría de los acuerdos establecen unos mínimos intolerables para Palestina pero como es el Estado, repito, Estado debil tiene que transigir con muchas cosas. Nunca se dice cual ha sido la génesis del Estado de Israel, no se cuenta cómo han ido ocupando territorios y más territorios por la fuerza de las armas, los atentados terroristas que cometieron a principios del siglo XX contra los ingleses, tampoco se dice nunca la cantidad de resoluciones de la ONU que incumplen, ahora el muro.
    La actitud que han tenido desde que Sharon (un criminal de guerra) se dio un paseito por la explanada de las mezquitas ha sido el peor terrorismo de estado que se recuerde y la cosa sigue. No quiero extenderme más ni desviarme hacia otros aspectos, sólo quería decir que la paz debe darse entre dos estados, uno con un ejército enorme y el otro con piedras. La solución no pasa precisamente por la muerte de Arafat, pasa por el cambio de postura de Israel.

  2. Me enorgullece el esfuerzo que has realizado para escribir este artículo, Luis, personalmente te lo agradezco porque cualquiera que o lea se hace una idea global de la historia política de Yasser Arafat, para mí fue muchas cosas pero le veo como un guerrero, como un hombre valiente que luchó hasta el final por la paz, porque la paz muchas veces no viene en un papel que hay que firmar, la paz es ganada con el sudor, con la sangre, con la muerte, esto ha sido así desde siempre no entiendo tanto alboroto por este hecho, era una lucha armada, es una lucha armada (hasta el momento creo que no se ha divisado a ningún judío acercándose a ningún palestino con una ramita de olivo en la mano, más bien creo que llevan metralletas y armas de última generación).
    Me ha gustado mucho y lo único que quiero decir es lo que te diría cualquier palestino: «shukran» («gracias»).

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