Cuentos del Jíbaro

Cuentos del Jíbaro, de Juan Gracia Armendáriz, me tiene hace un buen rato atrapado, saltando de relato en relato de atrás a adelante y volviendo hacia atrás. No da para mucho más (que para un rato largo de lectura quiero decir, porque su tejido de disfrute es harto elástico).

Se trata de un librito de microrelatos originariamente difundidos a través de correo electrónico por la editorial Demipage que he descubierto por casualidad. Por mis manos pasan cada día muchos libros, y algunos consiguen captar mi atención atravesando el campo de fuerza de las horas laborales. Es el caso de esta cuidada edición.

El microrelato es un género arriesgado, uno debe demostrar toda su valía en pelotas frente al lector, y Juan Gracia Armendáriz sale airoso de la prueba: sugiere pasados, construye personajes y hasta nos regala descripciones en obritas de uno o dos párrafos.

Un rato de literatura delicioso de ecos borgianos. Que no es poco, claro.

Deduzco de las caras con corbata…

Deduzco de las caras con corbata
los no-sueños y almas secas de la gente.
Exprimieron nuestras vidas con rutinas,
desecaron nuestros flujos: soy pellejo,
drenaron nuestras lágrimas agotando las ilusiones.
Ellos, sean quienes sean ellos,
redujeron nuestro caminar al tránsito
de maniquíes de ojos fijos sin mueca.
Construyeron oficinas en los parques,
germinaron flores secas, soles fríos.
Condenaron nuestra robótica cotidiana
a escurrir nuestras lágrimas en abrazos
las de explosiones de no se “por que” ni “como”,
como barrancos entre rutinas de ojos secos.

* Este post ha aparecido aquí como quien no quiere la cosa(no me preguntéis como). Apareció ya publicado en su momento,pero he decidido no borrarlo.

Le pregunto a mi padre.

-Papá ¿es verdad que ETA ha declarado una tregua en Cataluña? Eso es bueno ¿no? ¿Por qué todo el mundo parece ofendido?
-Pues porque no han dicho que dejarán de matar en el resto de España hijo.
-Claro eso es malo, pero es peor que maten en más sitios ¿verdad?
-Bueno hijo, verás no es solidario.
-Entonces hasta que no dejen de matar en todos lados no tienen que dejar de matar en ningún sitio ¿no? Es como el cuento ese que me contaste en el que un rey le dice a un señor que elija lo que quiera pero que a otro señor la daría el doble. Y eligió que le sacaran un ojo.
-No, chico no es exactamente eso…
-¿Y es el señor ese de bigote del que todos hablan el que ha convencido a ETA de que no maten?
-Bueno parece confirmarse que negoció con ellos que dejan de matar en Cataluña, eso es precisamente lo malo que no es en toda España.
-¿Y por qué es malo que no maten gente en Cataluña? ¿Por qué son del Barsa?
-Que no hijo es lo de antes eso no es lo malo es que…(malditos críos).
-Y quien es exactamente el señor de bigote papi.
-Pues Carod Rovira es el líder de ERC, un partido independentista catalán.
-¿Independentista? Quieren ser catalanes pero no españoles ¿no es así?
-Claro y se supone que ha negociado que se deje de matar sólo en su país.
-Pero¿ ha pedido que mate fuera de su país?
-¡No por Dios!
-Pero si el se considera catalán y representa a catalanes ¿No es normal que negocie para los suyos mientras no perjudique a los demás?
-Es que si los perjudica hijo…
-¿Por qué?¿Matarán más españoles si matan menos catalanes?
-No, hijo, no se…Mira además el no ha admitido haber negociado solo para Cataluña, tampoco ETA en su comunicado menciona estas conversaciones y dice que la tregua es de antes de cuando se ha dicho que él se reunió con ellos así que ¡Basta ya de darle tanta bola al señor este!
-Ah, que no fue por el por quien se dejó de matar ¿Entonces porque sale tanto en la tele?
¿Quién fue?¿el PP?
-¡No hijo! Los partidos constitucionalistas no negocian con terroristas.
-Es decir, que como se consigue que dejen de matar es malo y como no se consigue nada es bueno ¿no? No me aclaro mucho, la verdad…¿Y entonces a quien beneficia el que no se negocie? A nosotros nos beneficia ¿no papi? Si no nuestros políticos no lo harían así…
-Calla chico, te faltan muchos periódicos por leer y atender más a los telediarios para que veas estas cosas lo evidentes que son.

Isidro.

Isidro era lo anodino recogido sobre si mismo en su estampa de flan. Cuando aún era muy pequeño la gente se arremolinaba curiosa en torno a su parquecito intentando encontrarle, escondido entre los muñecos como hacen los hamsters con las ramitas de su jaula. Poco después, ya en la escuela de San Antonio, solía quedarse a solas en la clase a la hora del recreo, atemorizado por los balones que surcaban el patio chutados como obuses. Para Isidro cruzar una calle precisaba de una noche de capilla torera, y hasta dar un solo paso implicaba el miedo a caer por un abismo. Todo a un centímetro de su piel y en el perímetro de su pensamiento eran campos minados.

Cuando su hermana estaba a punto de tener una hija, Isidro compró decenas de regalos: vestiditos, un sonajero, un gracioso gorro con orejas de oso…Sin embargo fue acumulando todo con la idea de no dárselo hasta que el bebé hubiera nacido. El parto es un acontecimiento crítico, y mejor esperar, pensaba.No hubiera podido soportar que a la niña le hubiera sucedido algo y fuera él quien le hubiera regalado a su hermana aquellos crueles recuerdos. Él jamás tendría un hijo, el solo pensamiento de que algo le pudiara suceder le persuadía de aquella osada idea de perpetuarse en descendencia. Algo tan frágil y expuesto como un crio… Cuando su sobrina hubo nacido a Isidro le dio vergüenza darle todo aquello, no sabía como explicar la tardanza. Desde entonces no ha cogido el teléfono a su hermana.
Lydia era como una de aquellas piruletas que se mojaban en “pica-pica”: dulce, infantil, llena de energía, lúbrica como la vida…Sus hoyitos en las mejillas sujetaban unos labios brillantes y carnosos, y el color de su piel adolescente estallaba en vida. Cada quince días tenía que hacer la entrega de libros en ese barrio más bien pobre del sur. Trataba de combatir lo tedioso de las entregas imaginando la vida dentro de los hogares que visitaba a partir del ambiente de sus reccibidores. Había voces sin cara a las que les había creado auténticos guiones de Hollywood. De todas aquellas puertas a otros mundos una le maravillaba sobre las demás, aquel recibidor de decadente lujo en caoba. Había visto otras entradas equiparables a aquella pero no en esa barriada de desconchón. Aquella puerta se habría en rendija temerosa y el chico que allí vivía era una sombra que tenía temblorosos hasta los silencios.

Isidro había tardado mucho en encontrar su casa ideal. Había buscado y resopesado su perfecto escondite de caracol. Tras denodados esfuerzos había dado con su agujero con almenas. La casa en la que vivía estaba situada en un barrio popular pues, aunque él gustaba del refinamiento y el lujo que le había amamantado, le atemorizaba pensar que un barrio ostentoso podría atrarer todo tipo de malhechores, y lo que es peor , el revanchista odio de clase. Así que vivía en una canica embarrada. En el portal de enfrente había una comisaría de policía, con dos guardianes perennes, y casi era posible saltar de la puerta del edificio a una parada de taxi.

Aquella tarde a Lydia le saltaban chispas de locura y decidió traspasar el umbral de lo que había imaginado guarida de alquimista o picadero de Batman.
-Su libro, como cada 16. La conjura de los necios, excelente elección.
-Gracias.
-Espera, no cierres-dijo la muchacha poniendo su brazo a modo de ariete y entrando subitamente dentro de la casa.
-Que hace váyase, ya me ha hecho la entrega, ahora márchese por favor.
Los ojitos brillantes y curiosos de Lydia saltaban e intentaban torcer las esquinas del pasillo
-No te asustes ¿tengo acaso aspecto de cobrador de la mafia?
-Insisto en que se marche señorita, esto es allanamiento de morada.
-“Señorita, señorita”-repitió la chica ridiculizando a aquella endeble masa temblorosa.-Tío hablas como un viejo, apuesto a que no tienes más de treinta, y ese batín…
-¡Váyase! ¡Váyase o llamo a la policía! Gritaba Isidro hacia dentro con la ira del temor.
-Perdona chico-dijo la muchacha viajando del arrebato al relajo.-Soy una gilipollas, perdona de veras, a veces soy demasiado impulsiva. Mira, te lo diré, cada dos semanas paso por aquí y me marcho siempre pensando en ti y en esta casa, en esas paredes forradas de madera, esa lámpara de ópera ¡en este barrio! No se…la curiosidad mató al gato pero el gato salta igual, te lo tenía que preguntar.
-¿Preguntar?…
-Pues eso tío-gesticulando sorprendida y divertida a la vez-el edificio está apuntalado y mira esta casa…
-Bueno, así evito la tentación a los cacos-dijo Isidro empezándo a abrirse sorprendentementre a la desconocida.

Incluso la invitó a tomar un café y estuvieron largo rato hablando sobre libros, sobre sus vidas, sobre los temores y fobias de Isidro…

-Pero tío que sí, que si te enamoras te harán daño lo sabemos todos pero…-Isidoro miró ruborizado al infinito que daba en otra dirección. –Sí-con severo gesto afirmativo-no lo has mencionado pero todo lo anterior lleva a eso también, no te ofendas pero me das mucha pena…

Cada hora era un libro sin entregar, un puñado de miradas travisas de Lydia y casi un esbozo de sonrrisa ciega de Isidro. La taza de café vacía le sirvío de cenicero a la chica ante la horrorizada mirada de Isidro y el tiempo parecía haber relajado hasta la versallesca lejanía de la salita.

-Tío te voy a follar-soltó la chica como un cañonazo seco que congeló epatada la escena.
Isidro no acertaba a decir nada, con los ojos abiertos en tensión, los labios danzando en tics y las manos buscando agarrarse a algo en el naufragio.

-Mira, no me preguntes pero me pones, se que eres especial, diferente…Y se también que tu no darías nunca el primer paso-decía la chica mientras avanzaba hacia aquel corazón de hoya express. Esa llama con falda era la sonrrisa del diablo.
Para él fue la primera vez que conoció un aliento tan cerca, a los treinta y dos años. Cuando Lydia cruzó la puerta sólo se escucharon los golpes de los tres candados de la puerta. Y el llanto mudo y nervioso.

Las bienaventuranzas comentadas.

1.Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Y el de la tierra, más tangible, a mantel puesto se lo reparten ministros del Señor y comerciantes del templo.
2.Bienaventurados los mansos porque ellos poseerán en herencia la tierra. Y a fe (y por fe) que todos asintiendo mansamente con un piso en Torrevieja.

3.Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Hablamos de pelotas, de llorones, de mamones…

4.Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Con talonario, ideario y escapulario adecuados.

5.Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Misericordia: “Atributo de Dios, en cuya virtud perdona los pecados y miserias de sus criaturas”. Muchos demócratas de toda la vida, asesinos de estado, y Judas varios han recalado de nuevo en el seno del Padre.

6.Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Aunque el Señor y el estado lavan más blanco que Gescartera

7.Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Y los que no hijos de…

8.Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos. Y tontos de nosotros en pie de lucha, o rabieta de bar, contra la injusticia por entrar en el reino celestial en vez de en el Infierno, que es como Las Vegas, y jugarse un mus con el marqués de Sade y el Che.

Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en los cielos.
Bienaventurados no somos, por lo visto, los injuriados y perseguidos aparte de su causa a diario.

El pintor frustrado.

He estado de compras por el Corte Inglés de Goya. Me he levantado sin café y me dormía por las escaleras mecánicas, así que la primera parada ha sido la cafetería de la última planta. Allí me he encontrado con un pintor frustrado. A todos nos ha atendido alguna vez un pintor frustrado. Es el que tiene ganas de escupirte en el café o a su jefe.

El caso es que en esta cafetería, todos van uniformados y su servicio es muy correcto. Primero me ha atendido una chica muy maja, mientras su jefe -un camarero de unos cuarenta, con pajarita y tono experimentado- le daba algunas explicaciones: «no te preocupes, todo no lo vas a aprender el primer día. El caso es poner interés. Lo que le pasa a este chico es que no tiene ningún interés (refiriéndose a su, también uniformado, compañero)». La chica le sonrió educadamente y siguió con su trabajo.

En efecto, el pintor frustrado arrastraba el carrito de los platos sucios sin el menor interés, mientras su jefe le incorporaba los dos últimos vasos. El pintor frustrado no nos atendió correctamente, y se equivocaba o no hacía las cosas que tenía que hacer o decir. Entonces fue cuando me di cuenta de que no era camarero ni lavaplatos, sino pintor o poeta. Y lo asocié a otros muchos a los que me recordó, en otras cafeterías o tiendas de ropa.

Me hubiera tirado el café en la cara. Alguien debería rescatar a todos los artistas frustrados de mi ciudad, para que cubrieran los murales publicitarios de los grandes centros comerciales y paradas de autobús, con grandes brochazos de colores chillones y siluetas de mujeres desnudas. Para que los murales, volvieran a ser murales y los pintores, volvieran a ser pintores, en mi ciudad.