De los orgasmos y el nombre de eltránsito

Hace unos nueve años largos (no recuerdo exactamente fechas) escribí un primer editorial para lo que pretendía ser un ezine político llamado Eltránsito. En realidad tendría que haber sido un fanzine en papel, pero como no podía esperar más tiempo la ayuda prometida por mis colaboradores aprendí un rústico html (entonces a golpe de <TABLE>) y busqué un alojamiento gratuito. Luego se mudó al difunto geocities y finalmente a nodo50.org, donde subsiste en modo arquológico. La bitácora de Eltránsito nació muy poco después, como complemento del ezine y poco a poco fue comiéndose a la publicación.

En aquel primer editorial, que explicaba el nombre, no me reconozco hoy ya. Al menos no del todo. Ayer escribí estos párrafos que -aunque no lo parezca- hablaba del 15M, que es de lo que más hablo en los últimos tiempos. Al releerlo me parece que hablaba en realidad de mi, seguramente habla de eltránsito (me gusto más con minúscula ahora)

Que sea el camino. Me vino esta frase a la cabeza pensando en sexo. Los orgasmos son reacciones químicas caprichosas: a veces son más intensos, otras veces menos. Supongo que los chicos listos podrían medirlo monitorizando los impulsos eléctricos, las contracciones del suelo pélvico, o algo similar. Echando la memoria a pescar me doy cuenta de que los mejores polvos no son necesariamente los que desembocan en un orgasmo más intenso. De hecho los orgasmos más explosivos suelen darse durante la masturbación según dicen (las sexólogas de la tele).

 

Mis recuerdos, que en esto se agolpan como flashes sensitivos, tienen que ver con crescendos y valles, caricias y lagos. Con compartir miradas, con percibir la otredad fundida en piel, con instantes rasgando el tiempo y súbitos encendidos de tensión en las yemas de los dedos . Era la intensidad, pero la del viaje. Y es un todo latente en el que poco importa si al final hubo orgasmo.

 

Durante mucho tiempo las mujeres se han visto sumidas en la carrera hacia el orgasmo, glorificando el modelo de éxito falócrata, en el que sólo el orgasmo importa, y obviando que la sexualidad femenina muchas veces era rica precisamente en los disfrutes del recorrido. Los hombres también hemos estado jodidos –la primacía de la masculinidad nunca sale gratis, nos prohibieron el tacto y la lágrima- y perdimos de vista lo que teníamos en frente. El buen sexo.

 

Y en esta disfuncionalidad, en la que ellos no sabían que querían otra cosa y ellas no sabían que lo tenían, las unas y los otros enfermaban –más ellas,  dominadas- en arrebatos de frustración nerviosa. Liberemos también el horizonte, como estamos liberando otros espacios, el objetivo no está al final, el objetivo lo deberías estar abrazando ahora como quien se sumerje en un cuerpo.

 

Pensé en esto a propósito del sexo. Que sea el camino.

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