Temo a los tipos cargados de verdad absoluta. No soy sólo un firme defensor del derecho a contradecirse, sino que creo que es esencial para el diálogo interior, para el pensamiento, para -en definitiva – el racionio.
En 1999 Javier Ortiz hacía un bonito elogio de los Reyes Magos frente a Papá Noel basado en la ilusión del regalo que llegará al final opuesto a la tan esgrimida practicidad de los juguetes para las vacaciones. Él y su manía de ponerle brillo y argumentos a la contradicción. Cinco años después, con idéntica fidelidad por la dialéctica, se desmentía a sí mismo empujado por su hija Ane, porque
No hay mentiras bonitas. Es infinitamente preferible ilusionar y enamorar con la verdad. A los niños y a los mayores.
Claro que también cuesta más. No en dinero, sino en imaginación, en cariño, en interés, en dedicación.
¿Los Reyes, los padres? Lo que tienen que ser los padres es republicanos.
Y lo mejor es que en los dos apuntes había mucha verdad.
P.S: Mañana me veré, como hago de tanto en tanto, con un grupo de amigos que tiene, sobre todo, en común muchas horas al rededor de las líneas regaladas por Ortiz. Una delicia.
Hola, Luis.
El primer apunte es de enero de 1999. O sea que Ortiz tardó algunos años más en darle la razón públicamente a su hija Ane.
Nos vemos luego.
Coñe, lo corrijo