La memoria autoeditada

La historia más local en general y la de la represión franquista en las localidades en particular, siempre fue cosa de historiadores aficionados y profesionales de fuera de la universidad. Típicamente profesores de historia de instituto o escuela implicados con el hábitat. Sin ellos durante los años más duros, antes de que la recuperación de la memoria anidase en la agenda informativa, el campo hubiera estado yermo. A menudo sus investigaciones salían a la luz en pequeñas editoriales o editadas por los propios ayuntamientos, hoy se añade la vía de la autoedición.

Es el caso de Jesús Pueyo, de 93 años, que hace sólo 7 hizo una pequeña tirada en la imprenta de un amigo de Del infierno al paraíso, la historia de la desaparición de su padre, o el de Antonio Ontañón, de 77, que se dejó los ahorros en editar su investigación de las muertes del cementerio de Ciriego, en Santander.

Hoy en Público nos lo cuentan en uno de esos artículos por los que todavía de vez en cuando merece la pena leer el periódico.