Lo importante de los lugares

Lo importante de los lugares son las personas. Los alientos, las risas, las ideas, los ecos, los enfados, el sudor, unas letras grabadas en un resquicio secreto, o una mancha en la pared estampada tras un baile entusiasmado. Todo lo que de inspirador y potente tiene un lugar proviene de la gente. También hay naturalezas -vivas y muertas-para admirar o pensar en solitario. También hay no-lugares, a la espera de ser reconquistados con abono de carne humana.

Esta mañana volvíamos Darío y yo del pediatra. Los dos hemos dormido muy poco por la fiebre (la suya). Darío estaba bien, se reía como diciendo, “venga, vamos a acercarnos a La Enre a la rueda de prensa, que hace buen tiempo y estoy como un roble”. Y allí que nos hemos plantado.

La Enredadera, un Centro Social Okupado del barrio de Tetuán, siempre se ha presentado en sociedad con palabras tenues. Siempre, durante los últimos cinco años, ha mantenido discreción de escenario sobrio. La Enre es un espacio para el barrio.

Ahora que la delegada de gobierno y los medios – es de suponer que hablando por boca de la policía- han decidido criminalizar La Enredadera, las personas que arriman el hombro para que cada día sus puertas estén abiertas han decidido que fueran las gentes que la pueblan las que contaran lo que es este lugar.

Han estado delante de los medios de comunicación habitantes de La Enre del grupo de Desahucios, de Invisibles de Tetuán, del grupo de Kempo o del Banco de Alimentos. Gente del tejido vecinal que La Enredadera ha ayudado a entrelazar con sus tallitos de clorofila mestiza: las asociaciones de vecinos, la radio comunitaria, la Asamblea del 15M. Otros habitantes ocasionales hemos acudido también.

Quienes miraban a través del visor de la cámara, o dirigían su mirada a la mesa de portavoces, seguramente no habrán podido apreciar los gestos nerviosos de algunos miembros de La Enre fuera de foco. Asintiendo, moviendo nerviosa la rodilla, pendientes de que todo el mundo estuviera a gusto… Son los que han delegado en las gentes que usan La Enre el hablar por ellos hoy. Una actitud propositiva que les define a la perfección: ante las acusaciones, han preferido no responder con lo que “no son” sino con “lo que allí sucede”. Toda una declaración política.

Creo que Darío se ha dado cuenta. Me miraba y reía -él siempre ríe-como diciéndome “estos son los que dan los mimos aquí ¿verdad?” “Sí, éstas son las de los mimitos”. Aún nos comunicamos con gestos y achuchones, pero creo que me ha sido fácil explicarle que los de la mesa y los de los laterales, todos, son la gente que convierten La Enredadera en mucho más que una vieja fábrica.