No es la velocidad, es la excepcionalidad

No tengo ni la menor idea sobre la incidencia real que en términos de consumo energético que puede tener la famosa bajada de velocidad máxima; tampoco atisbo a saber si el escenario internacional lo exige ni si detrás hay, como apuntan, una próxima campaña a favor de los coches eléctricos. Sólo tengo clara una sensación: el mensaje que se apuntala es del de la excepcionalidad, la creación de un clima en el que las decisiones anormales se justifiquen como normales porque la coyuntura lo precisa. Lo de los coches es lo de menos, personalmente creo que es una locura que cada familia española tenga un par de coches en el garaje, pero la sensación de intentar flotar sobre arenas movedizas no hay sociedad que la aguante.