Verano.

Llegadas las noches de recalentamiento asfáltico, poco después de saltar las brasas de San Juan, las neuronas cogen las maletas en la actualidad diaria y se van a Benidorm (¿o quizás las desahuciaron hace tiempo?). Los sustitutos en prácticas de los telediarios ya sólo nos hablan de incendios, accidentes, del día más caluroso del siglo y a lo sumo del alijo más grande jamás incautado. Uno se plantea si se para el mundo, si los torturadores de Guantánamo se despiden de colegueo de los presos y todos se van a ver a sus familias; de si los especuladores inmoviliarios dejan su actividad usurera; de si en el Congo los dos bandos abandonan las armas y se juegan unos bolos futboleros de verano…

Nuestra propuesta de hoy no es tirarse a la trinchera, que hace mucho calor ahí abajo, sino al menos dedicar algún pensamiento diario a reubicarnos en el mundo, y luego dedicarnos a los amores de verano y a la sangría los que no estéis en el tajo, que os lo merecéis.