Viajar por la hemeroteca con inesperados bandoleros rusos

En ocasiones, uno va buscando trigo y se encuentra una canica brillante entre las espigas. Y son hallazgos felices. Algo así me sucedió el otro día mirando periódicos de época para algo que no viene al caso. Encontré entonces la interesante historia del bandolero ruso Kroukowki. En La República las noticias del 9 de diciembre de 1890 versaban sobre la derrota electoral de los conservadores en Madrid, se anunciaban en gran tamaño Las Aguas de Carabaña, que parecía ser un bebedizo purgante…y aparecía una pintoresca crónica internacional, que a pesar de parecer adornada por mantos de romanticismo, o precisamente por ello, se antoja hoy más atemporal: la de Un bandolero “fin de siglo”.

La duplicidad de noticias literales no son un mal de nuestro tiempo, y el relato aparece tal cual en otros medios por aquellos días, como en El Mendo (Diario de Betanzos), El Heraldo de Madrid o el Diario de Avisos. Es posible encontrar la historia idéntica –con los mismos epígrafes y texto- en la prensa francesa. He podido encontrar Brigand “fin de siècle”, en el diario Le matin, publicado sólo cinco días antes que en La República y una versión más del 3 de diciembre en Journal de l’Ain. Aún he podido detectar el texto en otro diario francés, Journal de Senlis, curiosamente después de haberse traducido ya al español (el 11 de diciembre)

¿Es la historia de Kroukowki sólo propaganda? Probablemente, pero el relato me pareció interesante en sí mismo y su repetición en los periódicos del XIX también.

Ahora, pasen y lean la historia de Un Fra Diavolo russe (*titular de Journal de Senlis)

Acaba de ser juzgado en Sontik (Polonia), un curioso
proceso, que ha despertado grandísimo interés en toda la
Rusia, porque encarna un hecho inaudito, inverosimil al
final del siglo diez y nueve.

El hombre que ha comparecido ante los jueces es una especie
de Fra Diavolo, ruso, cuyas aventuras son en extremo
dramáticas.

Kroukowki, este es su nombre, es un hidalgo ruso, que a
la cabeza de una partida de bandoleros, saqueaba impunemente,
desde hada muchos años, las comarcas de Volhynie.
Hijo de padres muy ricos, dueño de propiedades inmensas
en la provincia de Padoesk, hubo de recibir una educación
excelente; hablaba francés como un parisiense, y durante
sus viajes, muy frecuentes, se detenía con predilección en
París, donde visitaba varias casas de la más alta aristocracia
francesa.

PRIMERAS HAZAÑAS

Por el año de 1881 llevó tal existencia, precisamente en
París, y arrojó de tal modo y con tanta largueza el dinero
por las ventanas, que se le vio el fondo á su caja y hubo temores
de una ruina inmediata.

Sin embargo, para cualquiera otra persona los restos de
esta magnífica fortuna hubieran constituido un pasar bastante
aceptable.

Pero Kroukowki no podía vivir con estos recursos.
Organizó entonces una partida de bandoleros, cuyos primeros
campeones fueron sus propios cocheros, sus criados
y algunos capataces de sus propiedades. fueronse a Kejeff,
donde comentaron a saquear los castillos de los ricos y de
los nobles.

Poco tiempo después, esta partida fue perseguida por las
tropas rusas, acorralándola cerca de la ciudad de Potschajeff.
Más tarde se estrechó el circulo de acción de los bandoleros.
Cuando los soldados avanzaron en buen orden
para poner las manos sobre ellos, encontráronse con que el
jefe habla desaparecido. Recordaron entonces que un viejo
mendigo, encorbado por los años, había atravesado la línea de los soldados pidiéndoles limosna.

El mendigo era Kroukowki.

Transcurrieron dos años sin que nadie oyese hablar de él,
cuando de repente apareció a la cabeza de una nueva partida
formada en Galicia (Austria), y sus hazañas empezaron con
más fuerza.

Hay que decir que Kroukowki no asesinaba jamás, como
se ha probado en el proceso; así es que tenía muchos amigos entre los campesinos, a quienes no hacía nunca daño,
antes les daba dinero, circunstancia que hacia muy difícil
su captura porque los aldeanos le protegían de toda asechanza
enemiga

AUDAZ EVASIÓN

Además, Kroukowki era muy audaz, y no le arredraba
ir a pasearse en plena calle por las poblaciones de Lontsk
o de Doubmo.

Cierto dia, los gendarmes recibieron aviso de que el célebre
bandolero debía pasar la noche en un albergue vecino
de la aldea de Kevertki; son inmediatamente llamadas las
tropas; pónese en marcha toda la fuerza militar disponible,
y cercan el albergue, cuyas salidas estaban custodiadas con
cuidado.

De repente, un oficial ruso, vestido de uniforme de gala,
sale de la hospedería, llama a su lado al jefe de los gendarmes,
le pide noticias del director de policía, y le entrega
para él una tarjeta. Luego, el oficial prosigue su marcha
tranquilamente, después de haber respondido a los honores
que le hacían los soldados.

El jefe de los gendarmes fue a llevar la tarjeta al director
de policía, quien leyó estas palabras escritas en francés:
«Kroukowki, capitán de ladrones, saluda al director de policía».

El desgraciado oficial de gendarmería perdió sus grados
por haberse dejado burlar de aquel modo.

EL RAPTO DE DOS MUJERES

Con frecuencia el audaz bandolero, imitando en esto a
otros bandidos italianos y españoles, secuestraba a los más
ricos propietarios de la comarca, y no les devolvía la libertad
sino a cambio de un fuerte rescate.

Hace dos años, próximamente, robó a la princesa D…ja,
ya de edad, que poseía una fortuna considerable. Pidió el
aristócrata bandolero un rescate de 6.000 rublos (2o.ooo
pesetas, próximamente). Los padres de la anciana princesa,
en vez de enviar el dinero, tratataron de enviar al bandido
soldados y gendarmes; pero fue empresa perdida. Entretanto,
Kroukowki había obligado a su prisionera a una dieta
tal, que la desgraciada, habiendo tenido que ir todos los
afios a Carlsbad para combatir su obesidad, se encontró, en
tres semanas, flaca como un esqueleto; entonces los padres
se decidieron á pagar la suma pedida.

Algunos meses después, Kroukowki se apoderó de una
joven de diez y siete años, cuyo padre ocupa uno de los más
altos cargos en Rusia. Cuando el dinero exigido fue enviado
al bandolero y la joven fue devuelta á sus padres, éstos notaron,
desesperados, que su pobre hija estaba en cinta.

El padre propuso entonces a Kroukowki darle por esposa
a la desdichada joven, asegurándole la impunidad si quería
volver al buen camino; pero el bandolero rehusó enérgicamente
esta brillantes oferta, y todo porque estaba locamente
enamorado de la hija de un pobre campesino.

Este amor es lo que le ha perdido.

AMOR QUE MATA

Una noche la policía tuvo conocimiento de una entrevista
entre el capitán de ladrones y su novia. Soldados, gendarmes
y cosacos fueron enviados a aquel sitio, y después de una
luecha encamizada, Kroukowki quedó preso en manos de los
soldados, que le ataron sólidamente y le metieron en la
cárcel.

El día del juicio, éste hombre audaz ha sido condenado
a trabajos forzados a perpetuidad (cadena perpetua). Será
enviado á la isla de Sakalina, en Siberia, y quedará encadenado
para el resto de su vida en las minas de oro, de donde
no se vuelve jamás.

El recurso de petición de gracia que dirigió el propio al
zar, no ha tenido repuesta, y Kroukowki formará parte del
primer envío de presidiarios que se haga.

Entre los campesinos se ha formado una leyenda, relativa
a este singular bandolero. Los aldeanos deploran su prisión,
pues, en el fondo, este bandido era más dulce con los infelices
labriegos que la mayoría de los señores, que hacen de
ellos sus victimas.

Pues bien; dícese que Kroukowki ha enterrado sus tesoros
en un logar misterioso, cuyo secreto sólo él conoce, y le esperan
volver a aparecer de nuevo próximamente más pujante
y valeroso que nunca.

A la verdad, la historia de este bandolero no parece de
esta época. Sin embargo, el pobre hombre, por muy maravillosa
que haya sido su vida, acaba de ser condenado por
los tribunales de su país como el reo más vulgar del mundo

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