En alguna ocasión hemos hablado en SOMOS de hacer un blog de redacción o algo así, un lugar donde contar los entresijos de los reportajes, una foto de nuestro precario backstage…pero de momento no hemos encontrado el momento, nos falta tiempo, somos pocos para repartir el trabajo. El post de hoy va en la línea de suplirlo aunque por supuesto me representa sólo a mi, que para eso está en eltransito.me
El pasado domingo Antonio – “jefe de todo esto” y factótum de Somos Malasaña – me dijo, “Luis mueve esto por Twitter” – yo suelo ocuparme de la cuenta del periódico- y me pasó la modificación de la noticia sobre los conciertos del Picnic en la que hablaba de la anulación de los habituales conciertos acústicos del local. Ellos lo habían puesto en su Facebook.
La verdad es que la noticia tuvo mucha repercusión, el tema indigna porque en una ciudad tan crecientemente yerma de oferta cultural independiente, cada clavo en el ataud nos hunde en la tristeza gris del asfalto un poco más.
Sin embargo twitter es un canal limitado, que sirve bien para “correr la voz” pero donde a menudo funciona “el teléfono estropeado” y en seguida donde ponía “orden” alguien twitteó “ordenanza”, añadiendo un poco de confusión al tema.
En tiempo record Antonio hizo un reportaje muy currado en el que ponía en claro el estado de la cuestión, entrevistando para ello no sólo al dueño del Picnic sino también a muchos otros responsables de locales del barrio: “distintos bares de las calles Ruiz, Manuela Malasaña, San Vicente, Noviciado, lugares donde la música en directo había tenido cabida”. Recoge también las palabras de Javier Olmedo, gerente de la asociación de salas de concierto La Noche en Vivo
El artículo explica perféctamente que las limitaciones no son nuevas, están implícitas en las licencias de café-bar que tienen prácticamente todos los locales de este tipo, y aporta luz sobre lo que en teoría se podría programar: nada.
El tema no es entonces una cuestión de nueva ordenanza sino de voluntad política de ponerse extricto que se respira en la calle y entre los dueños de los locales ¿voluntad recaudatoria? ¿disciplinaria? ¿el enésimo intento de gentrificación del barrio? Ellos sabrán, el gabinete de comunicación del Ayuntamiento por supuesto lo desmiente, también lo hizo cuando el propio Antonio les contactó antes de publicar.
En el twitter de Mauro Entrialgo se puede leer (en paquetes de a 140):
Me han contado esto: dos matutes van a un bar a abroncar porque va a tocar un tío la guitarra y no tienen licencia de sala de conciertos.
>>Es competencia desleal para los que sí que tienen. Llegan unos chinos vendiendo latas y les ofrecen a los propios munipas
>>El del bar pregunta que si les van a pedir la licencia a los chinos. Ellos dicen que no es asunto de su «brigada».>>
>> Es decir: existe una brigada exclusiva de Gallardón para ir jodiendo a cada bar en el que haya alguien cantando o tocando algo.
El músico Antonio Santo apuntaba en el mismo lugar que
“hace unos días llegó la Policía al bar Diablos Azules (Malasaña) pq un vecino denunció «por no tener licencia para leer poesía».
Por supuesto sólo la aportación personal de dos personas, pero que viene a confirmar que el tema está en la calle.
Vivir en el Madrid de Gallardón es una putada, el tipo se ha propuesto copiar lo peor de Barcelona, la extrema reglamentación municipal (aunque allí sí hay música) y la musealización moderniqui de la ciudad, y no le ha prestado atención a todo lo que por allí hay de vivo. Lo que es peor, tampoco le ha prestado mucha a lo que hay de vivo por aquí.