En agosto no para la POLÍTICA, paran sus politiqueos

Esta pancarta colgaba de un autbús turístico de Madrid. Algunos "guiris" gritaban ¡Sí se puede!

Esta pancarta colgaba de un autbús turístico de Madrid. Algunos «guiris» gritaban ¡Sí se puede!

En agosto, las portadas becarias se alternan con eso que llaman serpientes de verano: este año tocó Gibraltar, la zona erógena más calentorra del paisanaje carpetovetónico. Agitado el bebedizo, claro, con cuentecitos de verano de la editorial del grupo y la versión más contraportada del Hola de cada periódico: los posados veraniegos de José María, las vacaciones campechanas de la realeza – siempre fue muy del gusto del padre de familia al uso la gorrita de capitán – o el discreto veraneo de ZP.

La política, entendida como espectáculo institucional (y sus relatores) descansan en verano, y como la vida tiene la jodida manía de seguir durante el mes de agosto (últimamente arrastrándose entre sofocos y apreturas), esto ha permitido que aflore la política en agosto, la POLÍTICA entendida como el desempeño de los asuntos públicos por parte de los ciudadanos.

Es en este estado de relajación sistémica cuando podemos mirar con más claridad el panorama y aprender a diferenciar instituciones de política; espectáculo de compromiso; representación de democracia.

Les cuento. Hay gente de Tetuán (y de Manoteras, Aranjuez, de Barcelona, de aquí, de allá, de todos lados), que se ha empeñado en ayudar a que una familia no pierda su casa. Digo bien ayudar, porque los miembros de la familia Gracia González (muy especialmente sus mujeres) llevan luchando desde hace diez años contra el desdén del ayuntamiento por las vidas de las gentes comunes. Trazo línea aquí, junto un terrenito allá para mi amiguete…y al vecino que se le ocurra vivir sobre la servilleta en la que diseñan sus majaderías en sobremesa, con puro y pacharán, le mando a la policía. Que para eso la pagamos todos.

El pasado 14 de agosto se paró el primer intento de desalojo del hogar de la familia Gracia González. Ese día, unas setenta personas resistían en la azotea de la casa; cinco personas se habían encaramado al tejado dispuestas a no bajar si no era por la fuerza; medio centenar más en la calle rompió el cordón policial; «os va a costar mucho trabajo sacarnos a todas a rastras», repetía el chico del megáfono…la policía y la grúa se tuvieron que marchar. Toda una escena épica que, sin embargo, se lee mejor en claves líricas a poco que te acercas a las elipsis narrativas: cuidados mutuos, emociones a flor de piel, niños correteando…

Desde ese día 14, cada día y a todas horas, ha habido gente resistiendo en la casa junto a las tres generaciones de la familia de Ofelia Nieto. Ya sólo quedan cinco días para que expire la orden de un mes que permite el desalojo en cualquier momento, y pase lo que pase, lo de Ofelia Nieto se ha convertido ya en un hito de la dignidad.

Ya hace un par de años que el asfalto de Madrid se desembarazó del programa de letargo estival. Aquel verano, el que siguió a la primavera del 15 de mayo – con la Puerta del Sol en estado de excepción – los que quedaban en la ciudad se congregaron para asediar pacíficamente la plaza día tras día hasta librarla…de la nada protegida policialmente.

Durante este tiempo, muchas cosas han dejado de ser para siempre lo que solían: el relato feliz de la transición y la democracia que todos nos dimos; el no estar en estado de alerta continuo ante la realidad; el sentirnos dentro…

Un clic en la cabeza de muchos ciudadanos, un relato que hace crack. POLÍTICA de reconquista ciudadana que también este verano pone de manifiesto que en agosto no para la POLÍTICA: paran sus politiqueos.

* Este post no está escrito en el tono de la mayoría de los de este blog. Me divertía escribirlo a la forma de los espacios de opinión de los periódicos. Curiosamente, hace poco me di cuenta de que así escribía el blog cuando lo empecé hace una década, hasta que pasó, poco a poco, a ser un blog, no un medio de comunicación unipersonal.