Me pasan un artículo de un catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Granada, José Fernández Ubiña, coordinador a su vez de una Historia del Cristianismo. El escrito, aparecido en la revista divulgativa La aventura de la Historial insiste, como hice en mi artículo a propósito de La Pasión en que las únicas noticias de Jesús que nos han llegado de autores no cristianos son las de Flavio Josefo(en mi opinión tras haberme documentado un poco copiadas de otros autores cristianos), es decir todos ellos textos propagandísticos. El autor hace una interesante reconstrucción de como debió ser el proceso legal de la condena a Jesús (suponiendo su existencia) basándose en lo que conocemos de tales procesos y los detalles que desgranan los mismos Evangelios, textos a los que por otra parte él mismo no atribuye ningún valor histórico(que si historiográfico) sino más bien propagandístico. Voy a resumir los puntos que me han parecido interesantes:
Jesús de existir sería uno más de los líderes judíos (sí, judíos) que lo que propugnaban era un rechazo a las autoridades saduceas(que no fariseas, cuya importancia acontecería más tarde), a los jerarcas del templo, estamentos no sólo religiosos sino también políticos en perfecta sintonía con Roma. Se trataba pues de aristócratas helenizados y Jesús representaba la tendencia judía contraria a sus normas y al “status quo” además de ser partidario de una espiritualidad más espontánea e intimista(algo así como lo que muchos siglos después sería la Reforma ), con seguidores violentos, como demuestra el pasaje del evangelio de Marcos, el más antiguo, que relata como uno de sus seguidores echó mano de la espada(sí, sus hombres iban armados), o como tuvo que contar con el apoyo de la multitud en el motín del templo, cuando expulsaron a los mercaderes(por cierto familiares de los sumos sacerdotes).
Por otro lado Pilato, hombre famoso por su crueldad, nunca se hubiera lavado las manos, antes bien no dudaría en condenar a muerte a este cabecilla de un grupo nacionalista violento, como se hacía habitualmente con otros de similar ralea que solían actuar por la Pascua judía. Este clima de crispación y adhesión popular daría lugar a unas guerras con Roma( 66-70 y 132-135) que se saldaron con la destrucción del Templo, del que sólo quedo lo que hoy conocemos como el “muro de las lamentaciones” y la conversión de Jerusalén en ciudad pagana, con la entrada de los judíos vetada.
Estas esperanzas mesiánicas tan arraigadas en la época y de las que hubiera participado un hipotético Jesús se refería a un nuevo reino en la tierra e inmediato, es decir a una liberación frente al Imperio Romano, no al reino celestial que más tarde inventó Pablo de Tarso. Jesús y sus seguidores querían un cambio inmediato, político.
Estas conclusiones ayudan a apuntalar mi hipótesis del artículo anterior acerca de que existiera o no una persona en la que se ha basado ese personaje llamado Jesucristo(cuanto menos dudoso a mi entender), la figura del Jesús que conocemos no es en absoluto una figura histórica, como se empeñan en hacernos ver como una evidencia indiscutible.