Cuando era un poco más joven (ahora tengo 26 años pero claro, he sido más joven), pensaba de manera sustancialmente igual a como pienso ahora. Había llegado a conclusiones acerca de la justicia social de manera intuitiva y mediante el simple acto de la observación. Empezábamos a acercarnos (no es pedantería el plural me refiero también a mis amigos) más al fantasma de Marx que a su obra, a los pelos de su barba esparcidos en el ambiente que a sus teorías. Conforme fui estudiando sus teorías, primero en el instituto, luego en la universidad o por mi cuenta, mi admiración por el autor fue creciendo, cada vez más por la letra impresa.
Como historiador soy firme defensor del materialismo histórico, sólo iniciado por Marx y posteriormente enriquecido por tantos otros. Con matices, con discrepancias, con debate, porque esto es precisamente la esencia de lo que Marx propugna, un pensamiento científico, una contraposición de ideas (ya se sabe, todo aquello heredado de Hegel). El materialismo histórico y la lucha de clases, con todo el deseable enriquecimiento de otras perspectivas que se quiera, está en la base de los historiadores que son mi referencia (E.P. Thomson, Josep Fontana, Eric Hobswam, Wallerstain…).
Ahora bien, constantemente quieren decirnos desde los postmodernos y naif 80s que la lucha de clases ha muerto. O están ciegos o su discurso es excesivamente interesado. Otros se oponen al elemento dominante sin atreverse a tocar las estructuras de base, sin ser radicales, y para ello sin embargo lo único que hacen realmente es cambiar el nombre a viejos conceptos marxistas (conflicto centro-periferia por desarrollo desigual o Globalización por lo que en el fondo sigue siendo la fase avanzada del capitalismo imperialista que hace tanto teorizara Lenin).
Muchas veces, en una especie de “libro negro conceptual del comunismo” te lanzan a la cara errores del pasado de grupos marxistas, como te lanzan a la cara los muertos de Pol-Pot ¡Como si fueran obra colectiva de todos los marxistas del mundo! El pensamiento de Marx invita al debate científico en si mismo y quien, en su soviética herencia, lo ha hecho derivar en un dogma religioso o personalista ha tirado por las de Villadiego.
Cuando era más joven (aún más joven) me cuidaba en mi rubor social de decir que era radical o de extrema izquierda. Hoy, pensando igual que entonces en las líneas fundamentales si me declaro como tal, y además he superado el miedo a llamarme marxista: no sólo soy marxista, soy muchas cosas más, pero si coincido tanto en mis percepciones profesionales y personales con una tradición del pensamiento y de la praxis llamada marxismo, porque no declararlo. También soy del atleti y aborrezco a Jesús Gil.
Las condiciones de la lucha de clases existen hoy en día más que nunca, aunque la conciencia de clase sea débil, pero los que tienen el monopolio de la violencia nos han convencido de su inutilidad e inmoralidad en su propio provecho (lo hacen mientras nos hostian y a fe que lo han conseguido, es increíble). De momento sólo nos queda crear “uno, dos, tres, muchos Vietnam” en los espacios que nos sea posible, con la palabra o la pluma, en la oficina, en las calles…Lo malo es que la sensación de batirte a pedradas contra el gigante no pocas veces te sume en la desesperación y el rechinar de dientes apretados e impotentes.