Yo confieso que no había pensado en Mari Trini en muchos años. Yo confieso sin embargo que ver su foto la otra mañana en un obituario del periódico de la mañana en el metro me ha sumido en una sensación de tristeza profundamente melancólica. Recuerdo de pequeño a mi madre cantando canciones de Mari Trini, a ella le gustaba mucho y no paraba de repetir lo injustamente olvidada que había sido esa mujer (aunque en aquellos ochenta aún tenía cierta presencia mediática su figura parecía más un producto de gala de fiesta que de gran dama de la música pop de inspiración francesa que era). A mi de pequeño había dos mujeres entonces poco valoradas que me gustaban especialmente del panteón de los gustos de mi madre: Cecilia y Mari Trini. Me parecían diferentes, únicas, y a pesar de ser un niño sus composiciones me parecían tremendamente emocionantes y literariamente bellas. Hoy, escuchando en internet las viejas canciones de Mari Trini vuelvo a regodearme en las sensaciones morriñosas de la infancia. Me gusta recordar a mi madre cantando, ahora lo hace poco.
Su voz ruje, sus textos rascan su garganta y se estampan en tus entrañas. Una gran señora.