Estuvimos D y yo un rato en la manifestación en defensa de la vivienda de esta mañana. Aunque la marcha partía de Atocha, fuimos al punto de encuentro del bloque formado por distintas organizaciones por el derecho a la vivienda –bloque crítico, podríamos decir–. Habían quedado en la plaza de Murillo, que separa el Jardín Botánico del Paseo del Prado.
Allí se podía encontrar algunas PAH –otras saldrían a bordo de la serpiente general–, sindicatos de barrio, Solidaridad Obrera, los autónomos del entorno Trafis, muchachada del Movimiento Socialista (creo que eran)…Un millar de personas, más o menos, de claro perfil activista y en los que había gente mayor –vestían verde Pah–, racializada (también) y chavales muy jovencitos , incluso de instituto.
Un buen contingente representante del movimiento de vivienda de base –excluyendo al hoy pujante Sindicato de Inquilinos de Madrid– que, de todas formas, contaba también con muchos otros activistas del misma perfil integrados entre la masa general.
Mientras esperábamos a que la manifestación se pusiera en marcha, mirábamos atónitos la pasmosa concentración de un grupo que, a orillas del Paseo del Prado, dibujaban a varios modelos. A un lado, un guía explicaba en inglés a un grupo de turistas montados en bici la naturaleza de la manifestación en ciernes, que ya se adivinaba importante.
Al unirse a la marcha, el grupo crítico quedó algo esparcido entre el resto de asambleas y manifestantes marchantes, me pareció, aunque aun harían ejercicios de unidad, como una sentada antes de llegar a Cibeles.
D. y yo anduvimos un buen rato cerca de la cabecera, donde las consignas de la megafonía dejaban clara una de las características más patentes de la convocatoria: la de agregado de debates y posturas alrededor del problema de la vivienda, así dicho en grandes letras (que no es poco). Y las diferencias de enfoque, naturaleza y ambición de los asistentes.
Algunos habían acudido para señalar a Ayuso y exigir el cumplimiento de la Lay de Vivienda. Otros, no pocos, gritaban La Ley de Vivienda, es una mierda, o Caseros, culpables, gobierno responsable.
Un rato después, empezamos a andar hacia atrás por el lateral para encontrarnos con los compas de Decordel, que habían salido bastante después que nosotros. Increíblemente, los retratistas seguían concentrados en su modelo, ajenos a la manifestación. El paseo nos dio la ocasión de ver el catálogo de colectivos presentes (todos) y escuchar los gritos más espontáneos. Una constante: la reclamación del territorio cercano. Los barrios, los barrios, para el vecindario, se cantaba por ejemplo.
No pudimos acabar la manifestación (no puedo echarle la culta a lo diez años de D., que estaba muy dispuesto). La cita servirá o no servirá en la medida de que sea un punto de partida para poner encima de la mesa el problema…y la voluntad popular de pelearlo en la calle más allá de la supervivencia. La sombra de la huelga de enunciada por el Sindicato de Inquilinos es una buena oportunidad. La convocatoria de dos Stopdesahucios, uno mañana mismo (en una casa del IVIMA) y el otro el jueves (por una entidad bancaria), es un recordatorio de que la urgencia habitacional tiene lugar todos los días.