Para muestra un botón.
Millones de personas corrientes de dentro y fuera de los Estados Unidos han sentido que se marchaba alguien a quien entendían bien y que les entendió bien. Un político que no se guarecía tras el burladero de lo políticamente correcto, sino que salía a la plaza a decir la verdad, y a luchar por la verdad. Verdad que, en su comportamiento político, podría haber resumido en una sola frase: si la libertad es mejor, ¿por qué debemos aceptar que alguien deba renunciar en todo o en parte a ella?
Y si aún quieren más:
Reagan fue un político de principios. Un gran estadista que defendió no sólo los legítimos intereses de su país, sino las libertades de todos. Las de sus conciudadanos, a los que liberó del intervencionismo socialdemócrata y de una buena carga de impuestos. Las de millones de personas que entonces sufrían las dictaduras del telón de acero. Y también las de otros millones de personas de todo el mundo que estábamos amenazadas por el comunismo.