Bueno, no tanto. A las compañeras que, provenientes de movimientos sociales, se han embarcado durante el último año en la tarea de construir candidaturas de unidad popular para el Ayuntamiento de Madrid. Mejor.
Ayer, en Eldiario.es, publicaba un artículo Carolina León, que es una persona a la que admiro y de la que he aprendido mucho. También con ese artículo, en el que solamente me chirriaba un párrafo, seguramente menor, dentro de una premisa que comparto con entusiasmo: la de Ser todas alcaldes de Madrid. Un detalle que, sin embargo, abunda en el meollo del subtexto que me ha animado a escribir esta carta a la Revolución Democrática:
“Allí, cada dos semanas en nuestro micro abierto, se han acercado vecinos y vecinas que han podido expresar sus quejas (pasados cuatro años aún queda alguno que nos pregunta «¿y esto qué es?» Y se queda): hablan de lo poco que les llega la pensión, de lo largo que se está haciendo el desempleo, de su incomprensión por las obras en las aceras en la avenida que nadie ha pedido, de los impuestos y tasas inasumibles, de la decadencia del mercado del barrio…
¿Y qué hemos podido hacer con ello?
Escucharles. A lo mejor preparar una campaña de panfletos y carteles –contamos con una unidad de propaganda envidiable donde las haya– . A lo mejor ir a la Junta Municipal a dejar un escrito del que nos contestarían algún día –o no–. Organizarnos. Apoyar.
Sabíamos, intuíamos, que se podía hacer más.
Si para «hacer algo más» había que asaltar las instituciones… no sabíamos cómo”.
Pero… Carolina :(
¿No podemos hacer más? Ya se hace mucho más que eso cada día. En mi barrio decenas de familias se procuran comida y libros de texto con el Banco de Alimentos Autogestionado ; en todo Madrid se okupan espacios para vivir –se cuestiona la propiedad privada, esto sí es revolucionario- ; nos pegamos con la administración mucho más allá de escritos para conseguir los REMIs que nos corresponden ; la gente se proporciona su comida con huertos okupados, como los de Manoteras…Y de forma asamblearia, osea ¡democráticamente!
Es poco para la que está cayendo seguramente, sí, pero forma parte de un pequeño movimiento transformador (revolucionario). Un movimiento transformador que ha removido los consensos sociales de la Transición y permeado las barras de estaño de los bares de mi ciudad. Un movimiento transformador en cuyo contexto muchas personas han agarrado las riendas de sus vidas. En compañía de otras, como cuentas en tu artículo. Un movimiento transformador que cuenta con redes de cuidados en los barrios ¿Qué ha permitido la aparición de un movimiento municipalista peleón? Muchos de quienes estáis en el meollo institucional diréis qué me vas a contar a mí. Me consta. Ya lo sabéis entonces.
La cosa no iba contigo Carolina, perdona que te use para un ¡jo! mucho más amplio. Va con el discurso prendido a gran parte de lo de la toma de las instituciones estos días. Hasta aquí hemos llegado con el Apoyo mutuo de base, ahora necesitamos entrar en las instituciones para poder cambiar el mundo. Bien sea para gestionar mejor los recursos públicos, bien sea para echar a la mafia, o como Caballo de Troya –hackeo-, según quien lo relate.
Yo a veces voto y en esta ocasión, os lo digo ya, os votaré. Pero no me vengáis con revoluciones democráticas por favor, esas cuando se produzcan. Ninguno lo diréis, claro, pero en este discurso hay algo de superación de fase y de pasar a jugar al patio de los mayores. De negación de la capacidad transformadora de otros trabajos dentro de los movimientos sociales. O así me resuenan muchas cosas.
El movimiento institucional aún no ha conseguido cambiar la realidad. Es pronto para juzgar que no lo conseguirá (y deseo que sea posible), pero está muy lejos de formar parte de una revolución democrática, muy lejos –desde luego- de serlo en sí mismo. Ojalá se ganen elecciones, se salven las trampas de las necesarias alianzas, podáis cortar los brazos de los mil tentáculos del sistema que os agarrarán los tobillos…y podáis empezar a cambiar cosas.
Entonces algunos seguiremos estando medio enfrente porque estamos por convicción al otro lado de los que mandan, aunque manden obedeciendo. No os lo toméis a mal, que ya os he dicho que os voy a votar pese a todo. Contradictorio que es uno.
En resumen: palabras muy gordas, un discurso superador…y gente susurrante que, de verdad, lleva ventaja en esto de los movimientos transformadores.