Ayer pudimos escuchar a los dos líderes de la única España: el cada vez más ajado Aznar y el triunfante ZP. Ambos nos dieron dos versiones diferentes de una misma ideología, dominante en el mundo y que sirve a menudo para legitimar racistamente diferentes agresiones entre países: la manoseada teoría del choque de civilizaciones de Huntigton. Zapatero lo hace con su talante, de buen rollito, pero da por bueno que los problemas provienen de tal choque de civilizaciones, y explica a la concurrencia mundial que hay que dirimir esas incompatibilidades pacíficamente, aunque su gobierno haya decidido enviar tropas a Afganistán hace pocas fechas. Lo de Aznar ya no tiene nombre, lleva el nacimiento de ese choque hasta la Reconquista, esa guerra civil peninsular que terminó con la derrota de una parte de peninsulares (que no españoles que sería un anacronismo señor Aznar) que llevaban aquí ocho siglos y que de haber españoles lo serían tanto como don Pelayo.
Hay gente que está (estamos) hartos de negar esta verdad impregnada socialmente que es la dichosa colisión de civilizaciones. Los tertulianos se lo han aprendido(con bastante retraso por cierto) y lo tienen que amortizar. Es irrisorio pensar que los odios que se han podido ganar muchos gobiernos occidentales no vienen dados por siglos de colonialismo, imperialismo, rapiña capitalista y desmanes continuos contra los derechos humanos, no hombre no, vienen dados por diferencias culturales irreconciliables. Es además una presunción de superioridad cultural racista de occidente, una nueva justificación en nombre del concepto de “barbarie”, como tantas otras veces.
Este es un buen ejemplo del llamado “pensamiento único”, aunque uno este por supuesto aún así en su derecho de elegir entre la versión nacionalcatólica y la del postmoderno buen rollito de palabra, pero no estaría de más intentar trascender estos mojones ideológicos.