“Les rodeaba un aura de tristeza infinita”. Lo leo en el cuento de (pongamos) Raquel, de veinte años. Soy jurado en un concurso de relatos de la biblioteca pública. ¿siempre es infinita la tristeza? Al menos por escrito sí, mucho más infinita que discreta, tolerable, elegante o marmórea. O eso me parece a mi.