Los medios de comunicación siguen con la cantinela de Carlos Palomino “el antisistema”, tratando de sacar de “la normalidad” al chico y a sus amigos porque claro, ir a una concentración antifascista es ser un tipo radical y potencialmente peligroso y aunque el militar este, fascista y asesino, era aún peor (un perro de presa) el suceso en el fondo es un altercado en los bordes de nuestro mundo plano. Sin comentarios…o sí, los que en su día hizo Javier Ortiz, que me siguen pareciendo muy pertinentes.
Antifascista entre comillas
“Enfrentamiento en Madrid entre bandas juveniles de diverso signo ideológico”. ¡Fascinante planteamiento! Voy a pedir a los historiadores que asuman esta nueva tendencia, tan aséptica y tan equidistante. ¿Qué tal si se deciden ya a describir la II Guerra Mundial como un “enfrentamiento entre bandas adultas de diverso signo ideológico”?
Lo mismo para las víctimas. “Se produjo un muerto”, leo en un titular. No me digáis que no es fantástico ese “se”. ¡Se produjo! ¿Él solo, por su cuenta?
Tomemos ejemplo y escribamos, a partir de ahora: “En el enfrentamiento entre bandas adultas de diverso signo ideológico que tuvo lugar en el mundo entre 1939 y 1945 se produjeron varios millones de muertos. Muchos de ellos se produjeron en cámaras de gas y hornos crematorios”.
Incluso ha habido un periódico, que se pretende lo más de lo más, que ha considerado que no estaba lo suficientemente claro que el chaval asesinado el domingo en el metro de Legazpi fuera realmente antifascista (se ve que luchar contra el fascismo no es prueba bastante), razón por la cual aludió a él en su portada de ayer calificándolo de “antifascista”… ¡entre comillas!
¡Cuánta ideología babosa condensada en unas solas comillas!
Pero vayamos al meollo. El punto clave es que las autoridades de Madrid, olvidándose de que el Código Penal español prohíbe la provocación a la discriminación, al odio y a la violencia por motivos de etnia, raza u origen nacional, autorizan actos públicos xenófobos, netamente fascistas, como el que se iba a celebrar con su beneplácito el domingo en Usera. Una vergüenza pública que movió a unos cuantos centenares de jóvenes, dotados del sentido de la dignidad y de la memoria histórica del que tantos mayores carecen, a plantar cara en el sitio de autos para decir… pues eso: que ya está bien.
Me piden que compare lo que se prohíbe en Euskadi y lo que se permite en Madrid. Para qué. Que vea quien tenga ojos para ver.
Los que tenemos ojos para ver vemos que en la España de hoy reina un patético desarme ideológico. Y que a quienes tratan de mantener alta la guardia los ponen entre comillas.
Aunque den su vida en el intento.
________
Aparecido en Público el 12-XI-2007