¡Pobre ancianita! por La patata de la libertad.

Hace un tiempo que vengo siguiendo el Blog La Patata de la Libertad, espacio al que llegué no hace mucho por no recuerdo que designios del hipertexto. Como muestra os dejo el post que he leído hoy que me ha parecido sensacional.

De mis añitos en Caracas, los primeros dos de la era Chávez, recuerdo con especial rabia la propaganda. Algo espeluznante.
Se decía, día sí día también, que la gente de los ranchos bajaría al centro a cometer un gigantesco saqueo, comandados por los círculos bolivarianos… y que no harían prisioneros. Como reacción a esta mentira, crédulos de Chacao, Altamira, los Palos Grandes y otras zonas del Este –zonas de clase media-alta (no más del 25% de la población venezolana, tirando largo)- se prepararon haciendo acopio de armas y programaron guardias en los tejados de sus edificios. Era una absurda histeria casi del tamaño del anticomunismo que recorrió EEUU durante la guerra fría. Nos ponen cosas en el agua, quieren volvernos locos…
También aparecieron tipos encapuchados en las noticias (actores, se supo después) proclamando que eran altos rangos del ejército y que estaban preparando una gran rebelión contra el tirano. Obviamente, no hicieron nada: sólo querían encender a las masas para que estas, sin el apoyo manifiesto de una inteligente oligarquía retráctil (que siempre debe dejar una puerta abierta, un por si acaso), se lanzase a la buena de Dios contra el presidente. Supongo que la CIA andaría otra vez detrás. Son tácticas muy suyas.
Recuerdo también un spot, repetido hasta la saciedad en todas las cadenas de TV, en el que aparecía una señora rematadamente pobre, con un bebé flaco casi desnudo en las manos. La harapienta ciudadana, en lo que se veía clarísimamente un montaje (pues la tipa recitaba sus líneas con la misma naturalidad con la que yo me bebo una cerveza), decía exactamente estas palabras, todavía las recuerdo una por una: “Nosotros ya no creemos en el presidente Chávez, en los ranchos tenemos cade vez más hambre”. Qué astutos, interesaba que los acomodados se rebelasen con la conciencia limpia, creyendo que le hacían un favor a los pobres que habían votado a Chávez; interesaba también que aquellos con conciencia de clase renunciasen a ella por “el bien del país”, porque “ni los desposeídos le secundan”.
Los periódicos anunciaron otro buen día que Chávez estaba trayendo cubanos –millones de ellos- para nacionalizarles y hacerles votar a su favor en las próximas elecciones. ¿Qué les parece? ¡Millones de entre los once que viven en Cuba! No les etrxañe entonces, la próxima vez que ustedes visiten la isla, encontrarla prácticamente despoblada.
Se decía también –en spam y cadenas de correos electrónicos de los que se hacían eco los telediarios- que Chávez («rumores, sólo rumores» insitían) era homosexual. Eso, en un país tan homófono como Venezuela, es apuntar a la línea de flotación. Su definitiva aniquilación política.
Como caso más extremo de manipulación informativa, recuerdo una ola de noticias –simultánea, coordinada en todos los periódicos de tirada nacional- que sostenía que Chávez había soltado a «Todos» los ladrones y los asesinos presos. La base para semejante afirmación imbécil era la aprobación de un nuevo código penal que extremaba las garantías jurídicas para con las detenciones provisionales. Sólo sucedió que con la aplicación de aquella ley más justa se liberó a cientos de personas detenidas arbitrariamente, que llevaban meses o incluso años presas sin juicio alguno. ¿Qué clase de individuo en sus cabales puede creer que un dirigente guste de excarcelar, por pura maldad insana, a todo cuanto criminal haya sido juzgado y recluido? Y además ¿Qué beneficio podría sacar de ello un tirano? Los tiranos desean justo lo contrario, que todos los díscolos terminemos allí, en una mazmorra.
El caso es que en todo ese tiempo en Venezuela, con la distancia y la calma que me concedía tener un lugar al que regresar (por mal que suene esta frase, es capital para comprender mi desimplicación), observé que las mentiras, tan obvias como me parecían, localizadas sólo en los medios hostiles al presidente venezolano (lobbies conocidos por todos), “colaban” -que no «calaban»- entre la gente; esto es, iban aposentándose y dejando un sedimento, un resquemor. Y aunque siempre hubiese desmentidos para salvaguardar la dignidad que decían tener esos periodicuchos y esos malditos canales de TV, nadie reparaba en ellos.
Página 50, cuatro por cuatro cm. Fe de ratas…
La escandalosa evidencia de estas campañas de difamación y mentira no consiste, tal y como se suele argumentar contra quienes las denunciamos, en que a los ciudadanos se nos revele, en un momento concreto, una noticia falsa H o G. Esta percepción de «anomalía», de «mal aislado» que interrumpe el correcto funcionamiento de los medios es radicalmente erróneo. No tiene ningún sentido seguir considerando estos casos como fenómenos aislados. Que por aquí abajo se hable de la mentira H o la mentira G no hace sino reforzar el efecto de credulidad deseado, aquella percepción de la correcta cobertura informativa del resto de noticias, aquellas no denunciadas o analizadas. Todas las demás. El concenso se refuerza porporcionando casos aislados, escándalos, mentiras espectaculares.
En verdad se persigue un objetivo de gran alcance: la creación de un tamiz imperceptible que funcione como corriente informativa habitual para lograr así la consolidación de una imagen homogénea -única e idéntica para todos los ciudadanos- y distorsionada. A la vez, se intenta alimentar una ideología preexistente, una deformación intencionada de la opinión (ya saben: «opinión», dícese de aquella comprensión a la que cada uno cree haber llegado por sí solo) que haga pasar a un grupo o a una persona por un ser o un colectivo inmoral, indecente, sin valores ni criterio.
Satanización, decimos por aquí abajo.
Y aquí solemos creernos que nadie, en el Estado Español, tragaría con campañas de este calibre, tan extremas, tan irracionales. Eso sucede en el Caribe ¿verdad? En las democracias bananeras… Bien, pues al margen de que el País, la Vanguardia y El Mundo hayan participado activamente en esta campaña de descrédito internacional contra el único presidente interesado hoy en día en pasarle el micrófono al pueblo, también hay una fortísima campaña de satanización de cualquier participante en una protesta social. Existe ¡quién puede negarlo! una latente posición defensiva de reacción inmediata.
Ayer, mientras un helicóptero sobrevolaba Gràcia a tan baja altura que hacía completamente imposible mantener una simple conversación, hubo cargas policiales contra unos chavales que protestaban por las recientes detenciones de anarquistas que ha realizado el Estado Italiano. En Internet, en la página del boletín del tripartit informaba casi en directo que “enmig del tumult ha resultat atropellada per tres joves una dona de 78 anys, que ha hagut de ser retirada de la zona per ser atesa de diverses contusions. La policia intenta determinar quins detinguts han estat els responsables de l’incident de l’àvia, segons les mateixes fonts de Prefectura.”
Para los que no lean catalán, resumo: la policía cargó contra los manifestantes y, estos, en la huída, atropellaron a una viejecita que pasaba por allí…
Así que cuando (A) la policía carga, (B) los manifestantes huyen y (C) la huída provoca daños, éstos son responsabilidad del sujeto pasivo. Esta cadena causal no funciona: sin carga, no hay huída y sin huída no hay víctimas. A provoca B y B provoca C. Parece evidente entonces que es el primer responsable, la policía, quien provoca inicialmente los daños mediando, sin responsabilidad alguna, una temerosa y descontrolada huída ¿No les parece así? ¿Y porqué demonios se informa de estos hechos imputándoles lo sucedido a los antisistema? ¿Acusarían ustedes a quienes, huyendo de un incendio, le pisan el juanete a un compañero de fuga en la escalera de incendios?… Al fin vemos que donde la noticia era que la policía, una vez más, provocó incidentes, el público sólo pudo leer que «los antisistema atropellaron a una ancianita».
Sé que ambos protagonistas, el colectivo anarquista de BCN y el presidente venezolano no comparten ideología ni tienen una naturaleza común, sin embargo, y aquí es donde pueden buscar la coherencia en este post, ambos son objetos del odio mediático, de la difamación. Ambos desafían las leyes de la lógica posibilista, cobarde y reformista de la democracia occidental, el hábitat del capitalismo expansivo. Los antisistema arrollando ancianitas, Chávez liberando asesinos, nacionalizando cubanos y secuestrando sacas de votos del PP. Hay una evidente composición común en todas estas informaciones, y no me refiero a su evidente falsedad: primero, emplean prejuicios del lector para adquirir su lógica propia; segundo, sólo logran coherencia dentro de un torrente de noticias igualmente incoherentes en una retroalimentación autoafirmativa; y tercero, son terriblemente necesarias para que las ilusiones que componen la realidad, lo posible, lo que ahora existe porque Estado y Capital no desean alterar su biosfera, queden grabadas a fuego como partes perfectamente racionales y “normales” del mundo (cuando normal significa “correcto” y no “habitual”, su verdadero significado).
Vuelvo a resumir: que deben mentirnos, que deben fabricarnos enemigos para que, por pura consolidación dialéctica, nos traguemos esta mierda que hay ahora. Llámenlo Sistema, con mayúsculas, no se corten. Porque este es un pedazo de Sistema.