Tenía en mente escribir algo para el día de hoy, sin embargo no me ha dado tiempo (de hecho esta bitácora permanecerá inactiva unas fechas por vacaciones del «en-todos-lados-firmante»). Como me parece un día importante y me da rabia que su sentido caiga en el olvido a pasos agigantados me resisto a no incluir algo al respecto en la bitácora, y se me ha ocurrido que podría tirar del artículo que publiqué hace ahora justo un año en Eltránsito.
May Day y Primero de Mayo.
Sería ambicioso por mi parte acometer un estudio en profundidad sobre el Primero de Mayo, con todos sus vértices simbólicos y de movilización social. También se queda corto el medio ( y mis medios) para escribir aquí y ahora una Historia del May Day. Me voy a circunscribir por ello a los orígenes de la fiesta obrera (y civil) por excelencia y a su implantación en España, centrándome en la negritud del periodo franquista por lo peculiar del caso.
May Day. Orígenes espontáneos de una fiesta universal.
El origen indiscutido del Primero de Mayo se encuentra en una resolución de la Segunda Internacional marxista en 1.989. Se pretendía que se llevara a cabo una manifestación internacional que reivindicara la jornada laboral de ocho horas. Se decidió celebrarla el 1 de mayo de 1.890 porque la Confederación Norteamericana del Trabajo ya lo tenía así programado.
A pesar de este impulso desde la organización el carácter improvisado y sorprendente queda patente en varios aspectos. En primer lugar nadie esperaba el éxito de la convocatoria (las 300.000 personas de Londres son un éxito sin precedentes en la época), como se desprende de la ausencia de menciones en prensa. También fue casual el hecho de que se interrumpiera el trabajo, que es lo que realmente hizo especial la jornada. El factor de casualidad no fue otro que el calendario: el uno caía en jueves, aunque en Gran Bretaña y Alemania se llevó a cabo el domingo cuatro. Por último, tampoco estaba previsto que se repitieran los actos en años sucesivos, a lo que contribuyó evidentemente el exitoso Primero de Mayo de 1.890. Las delegaciones españolas, junto con las escandinavas, pusieron especial interés en la instauración del día, que sucedió ya al año siguiente en Bruselas.
En los años anteriores al cambio de siglo la fecha fue arraigando y adquiriendo el carácter festivo, de “celebración”. Esto contó con la oposición de los anarquistas, para quienes la cita no era con la festividad sino con la lucha y en pos de la huelga general revolucionaria. La jornada ácrata es la conmemoración de los mártires de Chicago en 1.886. Esta visión tuvo mucho arraigo en España por la influencia anarquista. Para entender esta situación completamente debemos situarnos es un contexto en el que los líderes de la Internacional querían evitar enfrentamientos violentos de un lado y consolidar una participación numerosa de otro, es el momento de los partidos de masas (el partido socialdemócrata alemán acaba de ser legalizado).
El carácter festivo del May Day surge con la naturalidad de la primavera, las fiestas estacionales estaban muy arraigadas en el calendario ritual del hemisferio Norte, de manera que las flores inundan estas celebraciones igual que lo hacían en otras fiestas de la primavera. También era lógico el carácter festivo atendiendo a que posadas y tabernas eran los lugares de reunión más típicos del movimiento obrero.
La fiesta fue arraigando, recogiendo otras consignas como las del sufragio universal, todo tipo de reivindicaciones laborales y una posición contraria a la guerra después. Tuvo mucho auge en años claves para el movimiento obrero, con la revolución bolchevique (1.917), en 1.919-20, o con el Frente Popular francés en los años treinta.
La importancia de la jornada como acto de oposición de fuerza obrera decayó bien por su prohibición (en la Italia fascista) bien por hacerse oficial, perdiendo su carácter de confrontación clasista. De hecho, aparte de en la URSS, Hitler fue el primero en hacer el día oficial ( día Nacional del trabajo) y posteriormente una Comunidad Europea repleta de gobiernos de derechas le dio la oficialidad. Se trata de apropiarse el día, cambiarlo y al fin y al cabo destruirlo. Sin embargo la fiesta siempre resurge, como vamos a ver en el caso español.
El caso español. Mayo y el Franquismo.
En España la fiesta comenzaría a celebrarse en el marco de la Restauración, ese corrupto régimen que tanto se celebró recientemente en el centenario de Cánovas del Castillo. El punto de partida, la línea de salida mundial: 1.890, y las reivindicaciones también las mismas, de carácter laboral. También aquí se dio la dicotomía festividad-día de luto y lucha entre socialistas y anarquistas. El sólido movimiento anarquista español dedicaba poemas y números especiales en sus publicaciones en su día de luto, mientras que las manifestaciones socialistas alternaban con meriendas familiares campestres, veladas culturales, verbenas…El revolucionario socialista no se define por la violencia excepto el día de la revolución. Los anarquistas se niegan a desfilar por considerarlo una rutina burguesa consentida por las autoridades.
Después del paréntesis de Primo de Rivera (1.923-1.931), donde las manifestaciones públicas estuvieron prohibidas ( y se persiguió duramente al movimiento anarquista), en el Primero de Mayo de 1.931, con la República, que declaró el día festivo, se asistió a una situación sin parangón: los comisionados y los ministros eran los mismos.
Ya en 1.937 se prohíbe la fiesta en la España Nacional, calificándola de subversiva. El sindicalismo vertical subyuga cualquier expresión obrerista, aunque hay explosiones combativas como las de la Ría de Bilbao en 1.947 o los obreros de Cataluña en 1.951, que aprovechan la fecha para plantar cara a la dictadura.
El Régimen instaura el 18 de Julio como “Fiesta de Exaltación del trabajo nacional”, que conmemora la reconstrucción de la patria, como fiesta interclasista de hermandad entre empresarios y obreros. FET-JONS y la Iglesia se encargan conjuntamente de los actos.
Sin embargo en 1.955 Pío XII introduce en el calendario religioso San José Obrero o Artesano el 1 de Mayo, que en contraposición al Primero de mayo obrero de lucha de clases, es una jornada evangélica. España se adhiere a esta fiesta y miembros de HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) acuden a Roma. La fiesta se adapta a los valores del nacionalcatolicismo y de nuevo Iglesia y Falange la organizan, aunque las asociaciones de obreros católicos empiezan a distanciarse, siguiendo la doctrina más moderna de Juan XXIII. No es el caso de la jerarquía eclesiástica desde luego. Entran en contacto con organizaciones marxistas clandestinas y comienza el proceso de recuperación de memoria del Primero de Mayo.
Aquellos actos oficiales de San José Artesano encarnaban al trabajador humilde (sumiso), padre de familia ejemplar…Se llevaban a cabo “demostraciones sindicales” de agradecimiento al caudillo. Franco hacía viajes por España inaugurando unos cuantos economatos, entregaba las medallas al mérito del trabajo y se hacían representaciones folclóricas y deportivas en el Bernabeu, al más puro estilo nacionalsocialista (en algunas ocasiones incluso desfilaron con antorchas). Estos actos buscaban también mostrar al exterior una imagen de adhesión popular.
Sin embargo la conflictividad social y de oposición al régimen fui en aumento, el 1 de Mayo de 1.962 se celebra con el norte peninsular ardiendo en huelgas, y días después se declara el estado de excepción en Asturias, Vizcaya y Guipuzcua. El Régimen llevó a cabo una violenta represión a partir de ahora y hasta el final, retransmitiendo partidos de fútbol a mansalva mientras para anestesiar conciencias. Ni la ilegalización de CCOO en 1.967 ni la declaración de estado de excepción de 1.969 logran frenar los conflictivos Primeros de Mayo.
Nuestra mitificada (por quien le convino y de la manera que le convino) Transición fue un momento álgido de reivindicaciones políticas y sindicales, con un protagonismo de las masas obreras aún por estudiar y desde luego por reconocer. Sin embargo, apenas salidos de la clandestinidad el movimiento obrero tuvo que enfrentarse a la reconversión industrial del PSOE, y ya en los primeros noventa a la interesada desideologización y a ese perverso debate sobre el fin de la Historia y el fin de las ideologías.
La lucha de clases en el escenario del Primero de mayo parece muerta, pero la Historia nos ha demostrado que sólo está aletargada. La fecha es un hito en la creación de identidad obrera y debiera poder ayudar a la toma de conciencia de una clase trabajadora representada hoy por la teleoperadora o el cajero del Burger King tanto como por el minero. En cualquier caso, celebración para unos, combate para otros, el único día de fiesta que no ha impuesto un gobierno, sino la gente (de una manera u otra) merece que salgamos a las calles.
Estoy inmerso en una lucha personal, teñida de raros sentimientos por lo siguiente:
Yo era militante de CC.OO. de cuya militancia dejé al ver como se está extendiendo el sindicalismo de salón, en la actualidad milito en la CGT.
El 1º de Mayo trabajadores y trabajadoras del Servicio Canario de Salud fuímos ha manifestarnos al lado de CC.OO ( ellos habian solicitado la autorización a la autoridad competente)
y en paralelo hicimos demanda de nuestras reivindicaciones, esao al parecer molestó a los «lideres» del citado sindicato y en medios radiofonicos masnifestaron que no estabamos autorizados y que solo pretendíamos reventarles su concentración.
Entoces es cuando empiezan mis dudas ¿tan serviles se estan volviendo estos sindicatos ,que olvidan el significado del 1º de Mayo?
Si serviles, y defensores de SUS sillones.