De una conversación en twitter acerca de lo inconveniente de asumir el apelativo indignados desde dentro del 15M, surgió anoche un interesante debate (que he recogido aquí) ¿Qué sujeto utilizamos para referirnos a nosotros mismos? ¿Cómo empezamos una frase que nos englobe? ¿cómo tomamos voz? ¿somos conscientes de que la forma de nombrarnos condiciona la mirada de los demás ?¿es posible una voz sin sujeto? ¿quienes somos?
Paso a manosear los posibles sujetos que manejamos ayer, sin el convencimiento pleno de llegar a ningún sitio.
Indignados. Algún nombre tenían que ponernos. Llegaron a la redacción, se encontraron con una noticia que tenían delante de sus narices y que no habían sabido ver. La obviedad esa de Hessel empezaba a amontonarse en las grandes superficies (donde la venta de libros depende de estar literalmente en un montón) ¡Voila! Habemus sujeto ¿inocente? Sin duda no.
Un indignado es más parecido a Paco Martínez Soria en don Erre que Erre que a un Luther King o a un Luke Sky Walker. Un indignado no propone, es sólo un cliente descontento.
Y un indignado es el sujeto perfecto de la multitud narcisista. Muchos antes que Bauman han criticado al 15M por ser sólo ola, la espuma de la sociedad líquida. Movilización contínua sin fin, un contexto sin texto.
Personas. Se ha hablado mucho sobre el término, está ahí desde el primer día: “Somos personas que hemos venido libre y voluntariamente, después de la manifestación decidimos reunirnos para seguir reinvindicando la dignidad y la conciencia política y social”
Como se liberan espacios se liberan átomos del diccionario. Es una palabra tan grande que difícilmente podía contener nada específico, y que aquí también corre el peligro de mancharse con el estigma de la despolitización. Pero en personas cabe muy bien nuestra diversidad, es un documento de texto con el cursor al principio. Incluso un término tan unánime como ciudadano puede dejar fuera sensibilidades, pero ¿quién no se considera persona? Ahora toca rodearla de otros adjetivos.
Es más. El sujeto personas tiene la capacidad de indentificarse con el plural y el singular. Por aquello de la individualidad (persona) y de la fraternidad (personas). No ocurre siempre, uno puede estar orgulloso, aún hoy, de pertenecer a algunos plurales (trabajadores) que no tienen mayor poesía en singular (trabajador).
Nota para explayarse en otros renglones sobre antecedentes: lo personal es político, una mirada feminista que, creo, está en muchas fotos del 15M.
Ciudadanos. Esta es una palabra muy prestigiada que a todo el mundo agrada (podría decirse que es el Joan Manel Serrat de los sujetos, y que entronca perféctamente con el republicanismo del 15M.
El problema de ser ciudadano es que normalmente se define en contraste con aquellos que no gozan de la ciudadanía. La lucha por una ciudadanía universal late en los bloqueos a los desahucios o en las luchas contra las redadas racistas, eso sí. Puede haber quien vea también en el término un hálito reformista soplado por buenas intenciones, sin alcance. Es normal, porque al fin y al cabo el ciudadano está dentro, pertenece a la ciudad.
Trabajadores. No es sitio para hablar de los cambios del postindustrialismo, el cognitiariado y demás enfoques que constatan el peso que tiene la salida de la fábrica en nuestras relaciones sociales. Tampoco está en el discurso del movimiento, ni una wikiconstitución comenzaría con aquella máxima republicana de “trabajadores de toda clase”. Pero es un tema a labrar: el de la permanencia de la clase en los movimientos sociales del siglo XXI.
Yo no lo leo en los textos pero lo veo en las asambleas: existe conciencia de estar viviendo una auténtica lucha de clases, se trabaja por una huelga general que no excluya a amas de casa, parados y demás periferias de las relaciones económicas, se habla de ellos y nosotros. De los de arriba y los de abajo. Clase obrera no somos pero ¿clase trabajadora? El encaje de los temas tradicionales de la izquierda en la nueva semiótica está por construir. Y es un camino lleno de obstáculos.
Menudo lio.
Además de los sustantivos y pronombres las frases (sintagmas nominales) también sirven para construir sujetos. “El 15M” o “El movimiento 15M” es de momento lo que tenemos. Indignado está, pero sus agentes son mucho más que indignados; ciudadanos queremos ser, pero tratamos de construir ciudades basadas en nuevos presupuestos; personas, claro, y seguimos empeñados en okupar un término aún demasiado amorfo; trabajadores sí, pero no sabemos qué significa esto hoy en nuestras vidas. Diversos. Uniendo puntos aún a seis meses de la implosión…y sin embargo reconocibles en el sujeto 15M, así sea de forma intuitiva.