Vengo de pasar unos días playeros al más puro estilo familia al seiscientos y a la costa. Mucha arena, pizzerías para guiris y la paellita de rigor. Pero mira por donde que curioseando entre unos libros viejos que vendían en la calle me encontré con la agradable sorpresa de una primera edición de “Fantomas contra los vampiros multinacionales” de Julio Cortazar, que ha servido de lectura playera mucho mejor que el correspondiente “Marca”.
Se trata de un relato corto de espíritu tan fantástico como panfletario que nos retrotrae a los gobiernos títeres del «patio trasero de Estados Unidos”, a la tortura, a la ingerencia de las multinacionales y de las agencias de inteligencia (¿retrotrae?) y para ello Cortazar echa mano del cómic y de personajes reales (deliciosa la recreación de Susan Sontag) para darnos a entender que los enemigos reales no son los más evidentes y que de poco sirven las heroicidades individuales al estilo superhéroe (o las de los intelectuales como él mismo).
El relato pierde interés literariamente a medida que el autor es consciente de tener que exponer con la mayor claridad posible el mensaje político: en un nivel más superficial dar a conocer las conclusiones del Tribunal Rusell II acerca de la situación política sudamericana, y más en la raíz un golpe al hígado del capitalismo contemporáneo. Sin embargo el resultado es una obra tan original como fascinante, y aunque dista mucho de contener la mejor prosa del autor hay veces que la veracidad del mensaje sustituye el vigor de las metáforas.
Pero en fin, de lo que se trata es de poder leerlo.
Concuerdo en muchos puntos pero discrepo en que eso no forme parte de la mejor prosa de Cortázar; si bien el compromiso y el mensaje político parecen (son) más importantes que la estética de la prosa, hay en el «Fantomas contra…» destellos del mejor lenguaje cortazariano, como el portarse mal del niño, el episodio con la joven en el vagón de tren o cuando el propio Fantomas «hace moco» las ventanas del apartamento de Cortázar y éste le pide que por favor cuando salga lo haga por la que ya rompió.
Pero me parece que una muestra excelente de compromiso, mensaje político-social, reflejo del escritor y ejercicio de lenguaje y de escritura es «Libro de Manuel» de Julio, que también le sirve de pretexto para denunciar una realidad latinoamericana que de ninguna manerta está superada; simplemente oculta por los medios cada vez más oficiales.