Recuerdo que fue a Elena Cabrera quien le vi hace años hacer los así se hizo (making of) de algunos de sus artículos en el blog. Me pareció entonces una idea maravillosa, un meta-texto impagable para conocer al autor, imaginar el proceso de escritura y, de alguna manera, enriquecer la información. Chafardeo, cercanía y complicidad. Imagino que también es una forma de aclarar las ideas del escribiente (en realidad, el blog personal es en esencia una libreta para situarse).
Voy a contaros los intríngulis de Frases de los chavales en toldos reciclados para reivindicar el barrio de San Cristóbal de los Ángeles. ¿Por qué este artículo? Cuando un tema –palabra periodística que no me gusta, pero me evita repetir artículo– te resuena en la cabeza después de haberlo entregado, es que los pasos andados para escribir el texto te han nutrido. Rebosan.
Hace años que sigo en redes a Madrid Art Street Project, una empresa que se dedica a hacer proyectos relacionados con arte urbano. A Guillermo le conocí en un safari urbano que le encargó mi amigo Arturo hace la tira de años como fiesta de despedida (se iba a USA unos tres años y allí sigue, tan lejos y tan cerca). Con Arturo, Mary (su pareja) y el resto de los que estábamos en Somos Malasaña en ese momento, montamos Persianas Libres (lo trajo Antonio), que fue el antecedente de Pinta Malasaña…que organiza el mismo periódico junto con MASP. Aunque yo me desvinculé del evento por razones de tiempo, viví muchas jornadas y eché una mano, sobre todo en las primeras ediciones.
Me fui lejos, pero vuelvo. El caso es que una de las entradas de Instagram de MASP llamó mucho mi atención: textos de una artista (Anäis Florin) sobre tela verde de toldo. Con lemas vecinales y rimas compuestas por chavales del barrio de San Cristóbal de los Ángeles (Villaverde) en un taller de la rapera local Erika Dos Santos.
Pedí el teléfono de Guillermo a mi compañero Diego y traté de hablar con él, pero –no preguntéis por qué– el contacto no funcionaba, así que me dirigí a ellos a través de Instagram.
Concerté una cita telefónica con Diana (su socia) para una entrevista. Estuvimos hablando un buen rato (grabé la conversación, como es habitual, solo para documentarla) y me puso al tanto del contexto. La obra está hecha en el Festival Circular, que hacen cada año en San Cristóbal. Me gustó mucho la reflexión que destila la propuesta: diálogo con la asociación del barrio, respeto con sus muros, obras pensadas específicamente para estar en el barrio y servirlo –los artistas conviven dos semanas allí–, utilización de una escala humana del arte, no invasiva, hecha con materiales reciclados…Podéis ver mucho en la web. Decidí entonces, sobre la marcha, usar en la primera parte del artículo los toldos de Florin como pie y hablar sobre el festival en la segunda…
…pero el certamen fue hace casi dos meses, ¿seguía siendo pertinente hablar sobre él en prensa? Sí, pero el enfoque requería explicar por qué la propuesta tiene vocación de integración en el paisaje habitual de San Cristóbal y cómo, significativamente, las obras son respetadas por los pintores locales.
Recuerdo también que mientras escribía pensaba que sería interesante hablar con Erika Dos Santos (ojalá con alguno de los chavales también) y con la gente de la asociación vecinal La Unidad…”si lo necesito ya se lo pido a Diana por WhatsApp”, pensé.
No quería pillarme los dedos porque, para que engañarnos, mi tiempo es limitado y preciso cerrar los temas en una horquilla prudencial. Lo que tenía claro es que no lo iba a escribir sin acercarme a San Cristóbal de los Ángeles, donde no había estado nunca. He estado muchas veces en Villaverde y paso muy a menudo en tren. Los atardeceres en sus afueras desde el cercanías son los más bonitos de Castilla. Me peleo con quien sea por esta afirmación. Pero nunca había estado en San Cristóbal y nunca escribo de un lugar sin pisarlo.
Lo primero que pensé al pasear por allí fue, “me recuerda al Poblado Dirigido de Fuencarral”. Efectivamente, el barrio más al sur de Madrid y uno de los que se encuentra más al norte albergaron esta experiencia urbanística del franquismo. Entré en un bar, caminé por San Cristóbal, por la gigantesca plaza del Pinazo que alberga su vida, por el parque…Hay muchas cosas que no caben en el artículo, pero, espero, contagian la descripción de alguna manera. Si no, es una mañana que me he llevado.
No menciono, por ejemplo, la Parroquia de Nuestra Señora de los Desamparados y San Lucas, situada en un lugar central, como solía suceder con la planificación franquista. En su forma prismática y sus vidrieras sesenteras, me pareció preciosa. Como diseñada para Los Supersónicos. Sí comento, pero daba para mucho más, la gran chimenea coronada por un nido de cigüeña, que se conserva de una fábrica de ladrillos anterior al propio barrio. Sobre ella y la medida en la que es recuerdo de los días siguientes al golpe de Estado franquista en el sur de Madrid habla este texto de un viejo maestro en un cole del barrio.
Luego, ya, escribir. Siempre es un ejercicio de soldadura entre lo visto, la documentación y lo que te han contado. Espero que os guste.