Esto no va de Zapata

15 de junio. Siete horas de alegría y unas cuantas más de tensión después de la proclamación de Manuela Carmena como alcaldesa de Madrid. Nadie habla de las medidas de urgencia que se quieren poner en marcha  para poner dique a la situación de emergencia social. Esas sí que las tendríamos que escrutar. Los hechos: unos tuits de hace cuatro años que contenían chistes racistas y de mal gusto, en el contexto de una conversación más amplia sobre los límites del humor negro ocasionada por el despido de Nacho Vigalondo de El País. Chistes glosados, que no afirmados como opinión, y quizá algún que otro chascarrillo también sacado de contexto de entre los 50.000 tuits que ha publicado durante estos años Guillermo Zapata. De 2011. Por todo  Zapata ha pedido perdón en reiteradas ocasiones ya. Vamos, no sé, algo así como si nuestro presidente del gobierno hubiera publicado en prensa artículos racistas.

No hablo desde la amistad, porque sencillamente Zapata y yo no somos amigos, pero sí, creo, desde el conocimiento. En 2006 le entrevisté para una página de cine de internet con la que colaboraba por un cortometraje que, gracias a usar una licencia CC abierta -mucho menos habitual entonces que hoy- se había convertido en el vídeo español más visto nunca en YouTube. Desde entonces le he seguido en los distintos blogs y proyectos en los que se ha embarcado. Zapata ha sido una voz habitual en distintos ámbitos en los que he participado o, al menos, sobre los que me he interesado: en la Cultura Libre, en los movimientos sociales (antes y después del 15M) o en El Patio Maravillas (que he seguido de cerca por mi actividad durante años en Somos Malasaña). Son muchas las veces, también, que he disentido de las opiniones de Guillermo, y hemos discutido en alguna ocasión a través de twitter. Ríos de letras suyas leídas, en ámbitos formales e informales, montoneras de palabras escuchadas -y mira que el tío habla- me sirven para no necesitar que decidan por mí si es una persona racista o no. Esto ya lo sé: es una persona que lucha contra el racismo.

Uno cree que ya no le sorprende nada, y sin embargo, va por ahí poniendo cara de estupefacción a cada momento. Y que dure, porque los niveles de cinismo que hacen falta para cargar con un gesto plácido con la que cae no son para el que escribe.

Me sorprende que estos días he leído en muchas conversaciones, más o menos privadas y públicas, con gente desconocida y de confianza, frases similares a esta: “yo no creo que Zapata sea racista, pero eso no se puede poner en redes sociales, no es lo mismo que ponerlo en un grupo de whatssupp”. Me sorprende que no sea importante lo que se es sino lo que se enseña.

Me sorprende (aún) que muchos periodistas participen de una rendición incondicional ante aquello que deberían defender con más ahínco: la capacidad para diferenciar los distintos niveles del discurso. Son ellos los que deberían dar contexto, no sacar de contexto ; quienes deberían ayudar a visualizar la película de cómo se dijeron aquellas cosas, no a ocultarlo ; los que deberían hacer pedagogía de lo que es un ejemplo en un relato más amplio, lo que es una cita, lo que se inserta en el ámbito de un debate sobre los límites del humor o pertenece a una conversación en tono informal en una red social que en 2011 muchos usábamos -erróneamente o no- antes para hablar con amigos que como medio de difusión institucional.

No me sorprende la evidente desproporción con que la caverna, entendida como grupo de empresas de información con lazos con los partidos políticos (y voy a incluir, sí, a El País), ha tratado el tema. La estrategia de la tensión va a ir a más, esto es sólo e principio. Pero me sorprende sí, y mucho, detectar entornos de Ahora Madrid entrando a la provocación y ayudando a dar dimensión a una trampa cuya perversidad reside precisamente en la desproporción.

Me sorprende que la mayoría de la gente no se plantee la razón de que los primeros ataques hayan ido dirigidos hacia personas que provienen del núcleo del 15M antes que de partidos políticos, y concretamente en el caso de Zapata contra Ganemos, el ámbito generador de lo que Ahora Madrid tiene de partido-movimiento. Que se haya sido más decididamente inmisericorde con ellos que con las decenas de políticos que hacen declaraciones fuera de tono cada día, y durante el ejercicio en activo de su actividad como políticos profesionales. Esto también va un poco de eso: denuncia del intrusismo, del atrevimiento y de desarticulación de las formas políticas más peligrosas para el statu quo.

Me sorprende, y mucho, que Manuela Carmena haya dado a entender que tenía que meditar la expulsión de Zapata ¿Puede Manuela Carmena Carmena hacer esto en el contexto de Ahora Madrid? ¿No deben ser los revocatorios colectivos de igual manera que fuimos nosotros quienes elegimos a Zapata?

Me sorprende también que durante años hayamos pasado por alto, aún sabiéndolo pefectamente, que estábamos bailando sobre el filo al hacer un uso de redes privativas y masivamente expuestas. Postergando un debate que nos sabemos al dedillo desde hace años y eligiendo el impacto inmediato y amplio. Lo asumo como una paradoja forzada por los tiempos, pero también como algo en lo que hemos fallado.

Me sorprende, en fin, que esos cuatro tuits sean los que nos caigan sobre la cabeza, tan pronto, como un jarro de agua fría, recordándonos que toda la legislatura estará bajo el escrutinio directo del PSOE ¿Qué políticas transformadoras se podrán llevar a cabo en esas condiciones?

Me sorprende que siendo como se pretende Ahora Madrid traído por la corriente del 15M puedan olvidar que si nos tocan a una nos tocan a todas, no entendido, por su puesto, como cierre en banda contra la responsabilidad individual, sino como cuidado común contra los manotazos sobre la mesa , y esto lo es, que caen sobre nuestras cabezas desde arriba.