Parece que han comenzado de manera oculta los trabajos de demolición de la Cárcel de Carabanchel. Ayer IU llevó al parlamento una proposición no de ley para intentar evitar su demolición pero lo votos de PSOE y PP juntitos y de la mano dieron al traste con ella.
Se llevará a cabo, según parece, otro atentado contra la historia y el patrimonio. Con total impunidad. Un atentado contra la historia porque el complejo fue construido por 1000 presos políticos (como El Valle de los Caídos) y sirvió durante más de cincuenta años como centro neurálgico de la represión política franquista. Y un atentado contra el patrimonio porque a los edificios les da su importancia no sólo el virtuosimo de sus arquitectos sino las vidas que ha alojado. Por otra parte el complejo tiene también su importancia arquitectónica, su sórdido colosalismo es buen ejemplo de los ideales artísticos del franquismo y del canon fascista: sobriedad, piedra, grandiosidad. Su cúpula de hormigón de una sola pieza seguramente no tiene parangón en España y lo inmenso de sus galerías confluyentes en el gran cilindro central es sin duda una buena metáfora del intento de bunkerización de todo un país. Las generaciones posteriores tenían derecho a verlo. Para no olvidar.
En los terrenos de la cárcel se construirán 650 pisos, un hospital, zonas verdes y oficinas del Estado. El 30% de los pisos serán de protección pública, y del restante el 90% de la venta se la embolsará e Estado y el 10% restante el consistorio.
Como es costumbre las autoridades han desoído las peticiones de los vecinos, que han pedido un mayor uso social para los terrenos y el mantenimiento al menos del cuerpo central como gran museo de la memoria histórica de la represión franquista. Como bien dice Ortiz, no hablamos sólo de mostrar los lugares donde se torturaba (que también) además
“Podrían haberse ilustrado otras historias mucho más desconocidas. Por ejemplo, como se ontaban las imprentas clandestinas, como se ocultaban y distribuían las octavillas y los periódico prohibidos, cómo se las arreglaba la gente para luchar junta sin conocerse, cómo se falsificaban los documentos de identidad o cómo se organizaba la vida en las cárceles…Carabanchel habría representado un espacio idóneo para montar lo que hubiera podido ser un verdadero Centro de Educación para la Ciudadanía. Pero ya sabemos que hay mucha gente que está en contra de esa asignatura. O que sólo se acepta si se imparte en inglés”.
En los últimos tiempos la cárcel, cerrada desde el 98, la han dejado morir para facilitar este trámite, es morada de inmigrantes de poca fortuna y sus muros albergan murales de amor herederos de aquellas pintadas a la amada en las celdas. Unos muros con muchos años de historias, diversas historias, que van a caer en el olvido.