Apuntes rápidos sobre gentrificación

– La gentrificación (también nombrada por otros como elitización, aburguesamiento y hasta colonización urbana) es un proceso caracterizado porque la población que vive en un barrio de una ciudad (no me gusta decir “original” porque podría denotar un esencialismo absurdo: las poblaciones de las ciudades son mutantes) son sustituidas por otra de más renta, lo que conlleva obviamente la expulsión de los primeros habitantes.
– Lo que caracteriza en esencia la gentrificación en mi opinión es esta sustitución y no sus causas o las formas en las que se produce el proceso, que pueden ser muy variadas, aunque en última instancia se resumen por la extracción de valor de las élites sobre el territorio de las clases populares.

– El término lo empieza a usar la socióloga marxista Ruth Glass en 1964 y proviene del anglicismo gentry (pequeña nobleza y burguesía terrateniente rural inglesa). Ella estudió su llegada a zonas trabajadoras de Londres, comprando casas y encareciendo el barrio.
– Otros pioneros como el escocés Neil Smith ya en los 80. Smith propone, por ejemplo, las fases de la gentrificación: Abandono (o desinversión), especulación y expulsión. Hoy en día asistimos a una aceleración de estos procesos que hace que las fases se solapen. Al mismo tiempo están ya criminalizando un barrio, comprando las viviendas y subiendo los precios.

– Yo le veo dos problemas al concepto gentrificación:

1. Supuso, al ser un término extraño, considerar que era un fenómeno totalmente original de nuestros tiempos, desligado de procesos consustanciales a la historiala ciudad capitalista como la segregación espacial por clases o la expropiación del valor de los espacios de la clase trabajadora.

El pensar en estos términos ha hecho que solo se contemple la expulsión en los centros urbanos y no de otros ámbitos más periféricos. Neil Smith explica en La nueva frontera urbana que los centros urbanos norteamericanos se vacían tras la segunda guerra mundial y sufren una fase de estigmatización y abandono. Será ya en los setenta cuando las clases medias blancas vuelven al centro (lo que llama revancha urbana), expulsando a las minorías étnicas y clases bajas que entonces lo habitaban. Sin embargo, en otras partes y momentos la segregación espacial se produce de otras maneras, y desde el XIX están surgiendo sucesivos barrios obreros en la periferia en los que se amontona a las clases populares. Lo hay que ver es que cualquier espacio, céntrico o periférico, susceptible de que se le extraiga valor en un momento histórico será gentrificado.

2. El segundo es que la explicación que se populariza del término a través de los medios de comunicación (e incluso de los académicos) es el ligado al cambio cultural y a los patrones de consumo. La metáfora del hípster y del cupcake y la explicación de los pioneros de las clases creativas poniendo de moda un barrio y encareciéndolo era muy atractiva. Resulta curioso que en el relato no aparezcan por ningún lado el banquero o el concejal de obras públicas, cuando normalmente son las normativas urbanísticas y las decisiones del capital quienes tienen una mayor incidencia.

Los teóricos de la gentrificación, desde Glass hasta Smith o David Harvey usan herramientas de análisis marxistas: plusvalor, extracción de rentas, clases sociales…es que la gentrificación es muy obviamente una caracterización espacial de la lucha de clases. Se cita la obra de estos autores sin aludir a las partes en las que ellos mismos explican que los patrones de consumo son solo uno de los eslabones de la cadena de la gentrificación, y no el más influyente.

Sin embargo, presentado de esta manera puede hablarse del problema sin mencionar la palabra capitalismo y hasta establecer el debate muy presente acerca de si la gentrificación es mala. La de veces que he escuchado decir “un poco de gentrificación no vendría mal” … pero gentrificación buena es un oxímoron porque es un término intrínsicamente negativo, dado que lo que pone de manifiesto es la expulsión, y no debe confundirse la mejora de infraestructuras o de condiciones de vida de un barrio con la gentrificación. Otro debate será si se puede hacer que esta mejora no atraiga las miradas de los inversores y acabe con la expulsión de los vecinos.

Esta caracterización amable de la gentrificación me parece especialmente grave en un contexto de crisis social en el que se han producido unos dos millones de desahucios en España sin que las palabras desahucio y gentrificación hayan aparecido como relacionadas en el debate público.

– Parece que por fin se ha debilitado esta visión monolítica de la gentrificación como cambio ocasionado por el consumo y los estilos de vida y ha tenido que ser con una ofensiva brutal por convertir las viviendas en activos financieros por fondos buitres internacionales tipo Blackstone. Cuando una de estas firmas compra entero tu bloque se acabaron los relatos románticos.

– Entre las consecuencias más devastadoras de la gentrificación, aparte del obvio desplazamiento a espacios subalternos, encontramos la pérdida de vecindad de los barrios, destruyendo redes especialmente importantes para las comunidades más desfavorecidas. Tras una catástrofe los psicólogos hablan de extrañamiento cuando se reubica a los afectados en comunidades donde se sienten desubicados. Esto se puede producir en tu propio barrio.

– Las soluciones son complejas puesto que la naturaleza del capitalismo es expropiar el valor allí donde surja, sin un cuestionamiento del sistema de propiedad privada difícilmente vamos a poner más que parches. Como la supresión de la propiedad privada no está a la vuelta de la esquina, diré que esos parches serán más eficaces cuanto más cuestionen este derecho: que exista un parque de vivienda público no enajenable o se limiten los precios de los alquileres por ley.

Sin llegar a ser una solución, un antídoto es reforzar los lazos comunitarios y de apoyo mutuo en el barrio. Esto se ve bien en la experiencia de las personas desahuciadas. Muchas de ellas han sido desahuciadas por no poder afrontar su hipoteca al principio de la crisis; posteriormente han vuelto a ser desahuciadas por alquilar en el mismo barrio encarecido y hasta a veces por ocupar en él. Sin embargo, en momentos de precariedad, permanecer cerca de sus redes sociales era esencial y han luchado por no ser desarraigados. Esa resistencia muestra el potencial de la comunidad para, si no enfrentar, al menos resistir.