31 de Diciembre.

Gotas de lluvia en la ventana, Liza Minelli y Michael York se acaban de acostar en mi tele, Shally (Liza), canta como nunca en el Kit Kat Club. Llevo tiempo huyendo de la programación navideña con películas, aplacando la gula visualmente en el canal cocina y apagando el televisor, ¡máxime el último día del año! Año que ha supuesto el nacimiento de Eltránsito. Han sido unos meses de contínuo crecimiento, aunque la criatura está aún en los tiempos del cleraxil. Pero tranquilos, que no es mi intención el hacer un programa de despedida del año con los mejores momentos, ni un discurso lacrimógeno a lo Chicho Ibañez Serrador los últimos días del Un, dos, tres. Liza era un animal maravilloso, menudo brillo.

Estoy aquí, en pijama y con el pelo alborotado, pensando que hoy me apetecía postear en la bitácora, y meditando sobre que hacerlo. Tenía ganas de hablaros de Venezuela. Estuve viendo hace un par de días “La revolución no será trasmitida”, un documental que han hecho unos irlandeses sobre el golpe de estado que se produjo en Venezuela (ese que aquí las televisiones recogieron con algarabía para luego tener que agachar la cabeza). He decidido no hablar de ello sin embargo, porque proximamente publicaré un artículo sobre el tema en Eltránsito, quizá el primero de 2.004. Michael York se acaba de dar de hostias con medio partido Nazi en un arrebato pasional, y claro, le han puesto la cara como a Sloty(Los Goonies).

Podríamos conversar (monologo conmigo mismo y os hago partícipes de mis discusiones), acaso sobre las votaciones en el Parlamento Vasco. Sobre como paradojicamente PP y PSOE ha contado con el apoyo de Batasuna para rechazar los presupuestos de este año (así que fiscalmente hablando hoy en Euskadi no se comen las uvas)¿Qué habrían dicho todos los periódicos y opinadores a sueldo si hubiera sido el PNV el que hubiera votado en la misma dirección que Batasuna?Tampoco me apetece hablar más de esto:me pone de mala leche.

Bueno, pues finalmente haré como todo el mundo: os deseo una noche y un resto de vida (largo resto) enérgico, descarado, alegre, sofisticado, orgulloso en la diferencia…porque “life is a cabaret”.

Islas que traen sonrisas.

“Nazco en Uterolandia, una hermosa, vasta y mágica provincia de Carmela, mi madre, mi patria.” Shangay Lily.

Con frecuencia quienes me rodean han podido escuchar de mi boca una queja sobre la televisión actual (han podido escuchar miles, esta que sigue entre ellas):la inexistencia de programas de entrevista con cierta profundidad. No me refiero a cuestionarios artificiales y pactados como los de Manel Fuentes, ni a las dos preguntas rodeadas de diez mil chorradas de Lo Más Plus, desde luego. Esta carencia de un género que me gusta mucho me ha hecho en ocasiones agarrarme con las uñas a programas que quizá no habría visto ni de coña en otras circunstancias, como el de Pedro Ruiz o el de Sánchez Dragó (sí, que pasa).

Ayer sin embargo estaba dándole salida a mi compulsiva actitud zappeadora de teleadicto (apunto de curarse por inanición y mala calidad de la droga) cuando recalé en un programa de Onda Seis, se trataba de “Shangay Lily, el universo de la diferencia”, programa que se puede ver los dominos de 21 a 22h.(ya podían los de Onda 6 cambiar al cura de Gran Hermano o a Ania por Shangay). El programa de ayer consistía en una larga y profunda entrevista con la cantautora Inma Serrano. Aunque esta música no me interesa demasiado, la verdad, me maravilló algo tan sencillo como poder asistir a una hora de entrevista sosegada e inteligente. Había visto muchas veces a Shangay en distintos espacios televisivos y me había llamado la atención, me había parecido diferente a la horda de Drag Queens zafias y sin gracia que tapizan los magazines, pero a decir verdad no conocía practicamente nada así que ayer estuve transitando por su sitio web y de veras que la visita fue muy grata. Descubrí a una Shangay Lily inteligente, política, feminista, luchadora por los derechos de los gays pero a la vez denunciando las equivocaciones de esa moda rosa tan superficial que a menudo impide una lucha política real…Me sorprendió y me gustó mucho su alegato sobre la superación de las diferencias de género y la reivindicación de la condición de “persona” de este personaje-persona que es también novelista, monologuista teatral, pionera del movimiento Drag(con contenido político y social, no al que estamos acostumbrados) y sobre todo ello una personalidad atrayente a descubrir. Es reconstituyente encontrar de vez en cuando voces que robar y es muy probable que pronto aparezca un hurto de sus palabras en Eltránsito.

Isidro.

Isidro era lo anodino recogido sobre si mismo en su estampa de flan. Cuando aún era muy pequeño la gente se arremolinaba curiosa en torno a su parquecito intentando encontrarle, escondido entre los muñecos como hacen los hamsters con las ramitas de su jaula. Poco después, ya en la escuela de San Antonio, solía quedarse a solas en la clase a la hora del recreo, atemorizado por los balones que surcaban el patio chutados como obuses. Para Isidro cruzar una calle precisaba de una noche de capilla torera, y hasta dar un solo paso implicaba el miedo a caer por un abismo. Todo a un centímetro de su piel y en el perímetro de su pensamiento eran campos minados.

Cuando su hermana estaba a punto de tener una hija, Isidro compró decenas de regalos: vestiditos, un sonajero, un gracioso gorro con orejas de oso…Sin embargo fue acumulando todo con la idea de no dárselo hasta que el bebé hubiera nacido. El parto es un acontecimiento crítico, y mejor esperar, pensaba.No hubiera podido soportar que a la niña le hubiera sucedido algo y fuera él quien le hubiera regalado a su hermana aquellos crueles recuerdos. Él jamás tendría un hijo, el solo pensamiento de que algo le pudiara suceder le persuadía de aquella osada idea de perpetuarse en descendencia. Algo tan frágil y expuesto como un crio… Cuando su sobrina hubo nacido a Isidro le dio vergüenza darle todo aquello, no sabía como explicar la tardanza. Desde entonces no ha cogido el teléfono a su hermana.
Lydia era como una de aquellas piruletas que se mojaban en “pica-pica”: dulce, infantil, llena de energía, lúbrica como la vida…Sus hoyitos en las mejillas sujetaban unos labios brillantes y carnosos, y el color de su piel adolescente estallaba en vida. Cada quince días tenía que hacer la entrega de libros en ese barrio más bien pobre del sur. Trataba de combatir lo tedioso de las entregas imaginando la vida dentro de los hogares que visitaba a partir del ambiente de sus reccibidores. Había voces sin cara a las que les había creado auténticos guiones de Hollywood. De todas aquellas puertas a otros mundos una le maravillaba sobre las demás, aquel recibidor de decadente lujo en caoba. Había visto otras entradas equiparables a aquella pero no en esa barriada de desconchón. Aquella puerta se habría en rendija temerosa y el chico que allí vivía era una sombra que tenía temblorosos hasta los silencios.

Isidro había tardado mucho en encontrar su casa ideal. Había buscado y resopesado su perfecto escondite de caracol. Tras denodados esfuerzos había dado con su agujero con almenas. La casa en la que vivía estaba situada en un barrio popular pues, aunque él gustaba del refinamiento y el lujo que le había amamantado, le atemorizaba pensar que un barrio ostentoso podría atrarer todo tipo de malhechores, y lo que es peor , el revanchista odio de clase. Así que vivía en una canica embarrada. En el portal de enfrente había una comisaría de policía, con dos guardianes perennes, y casi era posible saltar de la puerta del edificio a una parada de taxi.

Aquella tarde a Lydia le saltaban chispas de locura y decidió traspasar el umbral de lo que había imaginado guarida de alquimista o picadero de Batman.
-Su libro, como cada 16. La conjura de los necios, excelente elección.
-Gracias.
-Espera, no cierres-dijo la muchacha poniendo su brazo a modo de ariete y entrando subitamente dentro de la casa.
-Que hace váyase, ya me ha hecho la entrega, ahora márchese por favor.
Los ojitos brillantes y curiosos de Lydia saltaban e intentaban torcer las esquinas del pasillo
-No te asustes ¿tengo acaso aspecto de cobrador de la mafia?
-Insisto en que se marche señorita, esto es allanamiento de morada.
-“Señorita, señorita”-repitió la chica ridiculizando a aquella endeble masa temblorosa.-Tío hablas como un viejo, apuesto a que no tienes más de treinta, y ese batín…
-¡Váyase! ¡Váyase o llamo a la policía! Gritaba Isidro hacia dentro con la ira del temor.
-Perdona chico-dijo la muchacha viajando del arrebato al relajo.-Soy una gilipollas, perdona de veras, a veces soy demasiado impulsiva. Mira, te lo diré, cada dos semanas paso por aquí y me marcho siempre pensando en ti y en esta casa, en esas paredes forradas de madera, esa lámpara de ópera ¡en este barrio! No se…la curiosidad mató al gato pero el gato salta igual, te lo tenía que preguntar.
-¿Preguntar?…
-Pues eso tío-gesticulando sorprendida y divertida a la vez-el edificio está apuntalado y mira esta casa…
-Bueno, así evito la tentación a los cacos-dijo Isidro empezándo a abrirse sorprendentementre a la desconocida.

Incluso la invitó a tomar un café y estuvieron largo rato hablando sobre libros, sobre sus vidas, sobre los temores y fobias de Isidro…

-Pero tío que sí, que si te enamoras te harán daño lo sabemos todos pero…-Isidoro miró ruborizado al infinito que daba en otra dirección. –Sí-con severo gesto afirmativo-no lo has mencionado pero todo lo anterior lleva a eso también, no te ofendas pero me das mucha pena…

Cada hora era un libro sin entregar, un puñado de miradas travisas de Lydia y casi un esbozo de sonrrisa ciega de Isidro. La taza de café vacía le sirvío de cenicero a la chica ante la horrorizada mirada de Isidro y el tiempo parecía haber relajado hasta la versallesca lejanía de la salita.

-Tío te voy a follar-soltó la chica como un cañonazo seco que congeló epatada la escena.
Isidro no acertaba a decir nada, con los ojos abiertos en tensión, los labios danzando en tics y las manos buscando agarrarse a algo en el naufragio.

-Mira, no me preguntes pero me pones, se que eres especial, diferente…Y se también que tu no darías nunca el primer paso-decía la chica mientras avanzaba hacia aquel corazón de hoya express. Esa llama con falda era la sonrrisa del diablo.
Para él fue la primera vez que conoció un aliento tan cerca, a los treinta y dos años. Cuando Lydia cruzó la puerta sólo se escucharon los golpes de los tres candados de la puerta. Y el llanto mudo y nervioso.

Villancicos, fun, fun, fun.

El otro día caminaba un poco gruñón por el mundo y alguien a quien quiero me llamó Scrutch, como al sobadísimo personaje de Cuento de Navidad de Dickens. Me pareció horrible ¿un tío tan viejo y feo! (O debía serlo, como Jesucristo debía tener barba). Llevaba mucho tiempo sin pasarme por el centro de Madrid, así que este fue el primer latigazo navideño serio de la temporada. Pero ayer estuve de compras en un centro comercial…Eso si fue una buena coz de camello regio, y no me refiero tanto a escaparates nevados, a los gordinflones vestidos con los colores de Coca-Cola(o de una empresa de telefonía)…No, ni si quiera me refiero a las campañas de recogida de alimentos en los supermercados, ni a los anuncios de perfume: estaba pensando en los putos villancicos. Después de un rato subiéndome por las imaginarias paredes de aquel gran vacío abarrotado me percaté de que la fuente de mi irritación eran aquellas horribles cancioncillas, con esos arreglos que remiten a coral de niños con gorrito de lana, a ramita de acebo y a familia decorando un árbol de los bosques de Dakota. Me dirijo al señor del hilo musical: las Navidades son ya lo bastante tristes para muchas personas, no nos sigáis castigando por Dios. Y si le sobra misericordia tampoco ponga más los de OT.