He tenido hoy una discusión amistosa con un par de amigos sobre el tuit que hoy sacamos en MMM a propósito del cambio de nombre temporal de la estación de metro de Sol. Me tiraban de las orejas estos amigos advirtiéndome de que el mensaje era falso e incorrecto hasta lingüísticamente, pues se trataba de un patrocinio y no de una privatización. El tuit no lo había escrito yo, pero en cualquier caso lo he defendido:
@madridmemata
Madrid privatiza hasta el nombre de las estaciones de @metro_madrid. Sol, la primera ccaa.elpais.com/ccaa/2012/03/1…
En mi opinión el tuit es absolutamente claro, al margen de que el enlace –como debe ser en internet en general y en twitter en particular- le da el contexto. Es lo de menos. La pequeña reflexión que quería trasladar aquí es que este patrocinio (que evidentemente lo es) SÍ constituye una privatización del espacio público, como lo son también las ocupaciones comerciales de la plaza del Callao, o la cesión de plazas a firmas comerciales a las que nos tiene acostumbrado nuestro ayuntamiento. Luego podríamos discutir si nos sale a cuenta alquilarnos por parcelas, pero esa película es otra.
El tuit lo decía claro, se privatiza “hasta el nombre de las estaciones”, no es la estación misma la que se vende, no –si se quiere se alquila, por el carácter temporal de la transacción- pero sí una parte: su identidad, su nombre, el breve espacio que uno entendía común y referencia. Si uno quiere saber dónde está mira a ese letrero (ni que decir tiene que para un foráneo poco ducho en tecnología esto va más allá de lo simbólico); si uno quiere publicidad mira los espacios reservados para la misma. O así era hasta hace poco, pues de repente los vagones y las paredes mismas del suburbano se convirtieron en gigantescos spots que te engullen literalmente. El espacio común (y público) se achica y nos asfixia por momentos, y este “patrocinio” es un pasito más, pero un pasito de ese gigante que llevamos subidos a la chepa y que nos impide caminar por las calles reconociéndonos a nosotros mismos y a nuestros semejantes más allá de ser pegotes adosados a un colorido atrezzo de nolugar.
La Puerta del Sol es el lugar por excelencia de los madrileños, lo fue desde antes de ser el centro de la ciudad, cuando la vida y el comercio se jugaban extramuros. Lo fue siempre: es el lugar de las grandes fotos. Si un día olvidamos su nombre seguramente olvidaremos también como llegar allí.
*Diego lo explica muy bien en MMM