Usted puede ser un nazi

Estos días, en los que lo más marciano no es que unos nazis se hayan afincado a tres calles de mi casa, sino la equidistancia y defensa de sus valores que destilan las noticias en muchos medios, me acordaba de este texto de un amigo. Salió publicado en 2010 en el fanzine Jo, Tía!, y su autor me lo ha pasado amablemente para que lo publique donde quiera. No deberíais perderos tampoco el resto de su producción

USTED PUEDE SER UN NAZI

Y conste que es usted muy libre de ser lo que quiera, que igual hasta es un mérito… y si lo necesitan, otro día hablamos de España.

Películas como Matrix, Desafío Total, Blade Runner, o Men in Black no son títulos ambientados en el futuro sino en el presente. ¿No convivirán entre nosotros todo tipo de especies extraterrestres y el gobierno nos lo oculta? ¿No serán nuestros semejantes robots realmente conseguidos e indistinguibles a nuestros ojos? ¿No seremos nosotros mismos robots? ¿No serán nuestros recuerdos un sofisticado paquete vacacional? ¿No será todo lo que vivimos una mala película escrita por un par de gilipollas uno de ellos, Larry, la reina de las noches sado-maso de L.A. en plena metamorfosis transexual?

De la misma manera veo yo desde hace tiempo las magníficas películas clásicas de nazis: ¿No estarán todos esos diabólicos personajes viviendo ya entre nosotros?

Sí, sí, usted. No piense en el portero de su edificio, ni en su cuñado, ni en el cabrón de su jefe… Usted, hablamos de usted.

Por supuesto que es usted una persona de bien, un padre de familia respetable, alguien normal… con sus cosas buenas y sus cosas malas, cómo no, igual que todo el mundo. Sí, pero ¿acaso piensa usted que todos aquellos alemanes de los años 20 y 30 no eran personas normales? ¿No piensa que incluso podrían ser más normales que usted?

Desempleados de incierto futuro, empresarios de éxito y por supuesto la gran clase media, esa masa de la que usted mismo se enorgullece de formar parte. Cada uno con sus problemas cotidianos, los mismos que tenemos todos: encontrar un trabajo, la salud de algún ser querido, el amor de una pareja, las notas de los niños, mejorar un poco en la vida, aguantar al jefe; cada uno lo suyo. Y todos con esos ideales más o menos universales de bienestar general, de respeto, de paz… ¿Acaso no era esa Alemania, como todos nosotros hoy, un país concienciado contra los horrores de la guerra? Ellos, que los habían padecido en primera persona tan recientemente y sin embargo hay que ver cómo terminó todo…

Pero no, no hablamos ahora de esos alemanes que en los campos de concentración exterminaron a millones de personas por razón de raza, religión, sexo, edad… esos desalmados criminales capaces de disparar, golpear hasta la muerte o torturar de todas las maneras imaginables a los prisioneros, disfrutando con ello, y de arrojar los cuerpos a veces aun con vida a fosas u hornos para ser quemados (bueno, esto concretamente lo solían hacer otros prisioneros obligados). Ni siquiera hablamos de los soldados que cruzaron la frontera con Polonia iniciando así el conflicto armado o lucharon por todos los rincones del mundo… Eso a su debido tiempo.

Porque claro, bastante es que digan que usted puede ser un nazi como para que encima le acusen de ser un genocida. Ni mucho menos, usted no ha cometido crímenes contra la humanidad, ni ha invadido un país; por favor, si es usted un verdadero amante de los animales.

A lo sumo hay quien podría sugerir que no atiende a la familia todo lo bien que debería, quizá que bebe algo más de la cuenta, que gasta algún dinero irreflexivamente o incluso que no ha sido del todo fiel a su pareja… ¿Pero quién mejor que usted sabe que todo eso está mal y quién lo siente más que usted mismo? Aunque al fin y al cabo ¿No va eso también en el paquete de persona normal?

Si visto así es de entender que se rebele cuando de buenas a primeras se le dice que puede ser un nazi, quién no, porque los nazis se ha visto que se volvieron muy locos. Pero claro, ya le digo yo que eso lo vemos ahora, con el tiempo, con la perspectiva histórica y el análisis de los expertos, que lo hace todo más fácil.

Lo que tiene que ver es que hasta la guerra y la infame Solución final llovió mucho en Alemania y que no todos los alemanes se mancharon necesariamente las manos de sangre en todos aquellos años (en el sentido literal de mancharse) aunque no por ello dejaron de hacer cosas muy feas. Que a ver dónde está usted ahora y dónde está pasado mañana y/o que cada uno en la medida de sus posibilidades.

Hasta ese final que nadie podía creer, siquiera sospechar, al terminar la guerra, se persiguió a los judíos y se llevaron a cabo todo tipo de medidas represivas contra los más débiles o menos normales de la sociedad mientras mucha gente normal, pero mucha, mucha, no es ya que no hicieran absolutamente nada en defensa de aquellas pobres gentes o en protesta contra tales medidas (quizá a nadie se le pueda exigir ser un héroe de Hollywood muerto en la última escena), sino que directamente se aprovecharon de sus desgracias.

Todos los bienes de los cuales los judíos eran desposeídos pasaban inmediatamente a ser poseídos por alemanes de lo más normal: porteros de edificio, cuñados, jefes… Las casas de las que unos eran expulsados eran ocupadas por gente normal, los negocios de los que se apartaba a otros pasaban a ser explotados por gente normal, los muebles y todo aquello con lo que no podía cargar el desposeído de turno terminaban en manos de gente normal. Es conocido el caso de los médicos y sus consultas, un sector dominado por judíos y con especial simpatía y afiliación al partido nazi entre alemanes más o menos arios, pues según se le quitaba el permiso de ejercer y su propia consulta a un médico judío este puesto debía ser ocupado por otro médico y cuanto más cercano al partido más opciones de hacerse con él.

Qué importa lamer unos cuantos culos, si además son una gente majísima. Bueno, tanto como  censura no porque la esencia, lo que es la esencia, de lo que usted quiere decir está ahí. Que sí, que la han despedido por quedarse embarazada pero tampoco hace usted las normas. Bastante es que mete usted la cartera en un buzón pero el dinero se lo queda, no haberla perdido. Es una huelga y tienen razón pero usted también tiene derecho a trabajar ese día.

¿No merecen un puesto de puta madre o hasta un miserable beneficio a corto plazo ignorar cualquier perjuicio ajeno? Joder, si es lo normal.

Lo que está claro es que no se les puede dar papeles a todos porque las cosas están ya muy mal aquí y si siguen viniendo al final no habrá para nadie.

Sí, los demás sí, pero primero usted. Una vez lo tenga usted absolutamente todo entonces los demás; porque usted es usted y su familia es su familia, su país es el más grande, su cultura la más avanzada, su religión la única y la comida que hace su madre la mejor. Y los demás son los demás; los demás; casi siempre los de más.

Hoy se hace lo que se hace pero no hay que apretar ningún gatillo en las metrópolis (bueno, quizá defendiendo alguna frontera, mire los EE.UU.), no se cuelga a nadie de las farolas del pueblo (suele bastar con unas pedradas en puntuales estallidos de odio racista) y la exclusión social está bien fundamentada, nadie se preciaría de excluir por excluir (bueno, quizá nadie es mucho decir), ni a judíos ni a musulmanes ni a cocineros.

¿Pero de verdad piensa que las sociedades de entonces y las que disfrutamos hoy en día son tan distintas? ¿Sigue sin entender nada? Pues piense un poco.
Si nuestros respetados Estados Nación de hoy son tan xenófobos, clasistas, mentirosos, ladrones, ignorantes y descarados como cualquier otro lo ha sido en la historia, como el alemán de aquella época sin ir más lejos, con este panorama, digo ¿qué otra cosa puede ser lo que se tiene por persona normal?

¿No parecen hoy esos últimos abuelitos nazis aun buscados por crímenes contra la humanidad que viven en el Paraguay, Brasil, Argentina o la Costa del Sol gente de lo más normal? Son gente a la que el Holocausto les parece un terrible episodio de su vida casi olvidado, un episodio que poco entienden y del que, si algo tiene ya que ver con ellos, sin duda se arrepienten profundamente.

Parecen normales porque son normales como los electores de la mayoría de los líderes mundiales… y entre tanta gente normal, por qué no decirlo, seguro que los hay incluso buenos como el Papa, como toda persona que sienta en su interior una religión… Pero en general, lo que se dice los habitantes del mundo desarrollado, hoy en día, son más bien normales sin más, normales como usted y sin embargo piénselo un instante, usted puede ser un nazi.

No, yo no, usted.

Lo importante de los lugares

Lo importante de los lugares son las personas. Los alientos, las risas, las ideas, los ecos, los enfados, el sudor, unas letras grabadas en un resquicio secreto, o una mancha en la pared estampada tras un baile entusiasmado. Todo lo que de inspirador y potente tiene un lugar proviene de la gente. También hay naturalezas -vivas y muertas-para admirar o pensar en solitario. También hay no-lugares, a la espera de ser reconquistados con abono de carne humana.

Esta mañana volvíamos Darío y yo del pediatra. Los dos hemos dormido muy poco por la fiebre (la suya). Darío estaba bien, se reía como diciendo, “venga, vamos a acercarnos a La Enre a la rueda de prensa, que hace buen tiempo y estoy como un roble”. Y allí que nos hemos plantado.

La Enredadera, un Centro Social Okupado del barrio de Tetuán, siempre se ha presentado en sociedad con palabras tenues. Siempre, durante los últimos cinco años, ha mantenido discreción de escenario sobrio. La Enre es un espacio para el barrio.

Ahora que la delegada de gobierno y los medios – es de suponer que hablando por boca de la policía- han decidido criminalizar La Enredadera, las personas que arriman el hombro para que cada día sus puertas estén abiertas han decidido que fueran las gentes que la pueblan las que contaran lo que es este lugar.

Han estado delante de los medios de comunicación habitantes de La Enre del grupo de Desahucios, de Invisibles de Tetuán, del grupo de Kempo o del Banco de Alimentos. Gente del tejido vecinal que La Enredadera ha ayudado a entrelazar con sus tallitos de clorofila mestiza: las asociaciones de vecinos, la radio comunitaria, la Asamblea del 15M. Otros habitantes ocasionales hemos acudido también.

Quienes miraban a través del visor de la cámara, o dirigían su mirada a la mesa de portavoces, seguramente no habrán podido apreciar los gestos nerviosos de algunos miembros de La Enre fuera de foco. Asintiendo, moviendo nerviosa la rodilla, pendientes de que todo el mundo estuviera a gusto… Son los que han delegado en las gentes que usan La Enre el hablar por ellos hoy. Una actitud propositiva que les define a la perfección: ante las acusaciones, han preferido no responder con lo que “no son” sino con “lo que allí sucede”. Toda una declaración política.

Creo que Darío se ha dado cuenta. Me miraba y reía -él siempre ríe-como diciéndome “estos son los que dan los mimos aquí ¿verdad?” “Sí, éstas son las de los mimitos”. Aún nos comunicamos con gestos y achuchones, pero creo que me ha sido fácil explicarle que los de la mesa y los de los laterales, todos, son la gente que convierten La Enredadera en mucho más que una vieja fábrica.