Nuestras ciudades invisibles

Todos, como Ítalo Calvino, tenemos nuestras propias Ciudades Invisibles. Ciudades que sólo existen dentro de nuestras cabezas, con ecos de los muros reales -a todas luces muertos- que vivifican al contacto con la varita mágica de nuestra mente caprichosa. Paradójicamente, las ciudades invisibles son las únicas que laten, el resto es pasar y pasar.

Existen también las ciudades invisibles de la memoria, esos lugares coloreados durante una huída hacia delante. Sitios que, de nuevo, nunca existieron, y que sin embargo son nuestros asideros más firmes con la realidad.

Y existen, porque somos individuos a pluralizar, las ciudades invisibles colectivas, dañinas cuando están superpobladas, agresivas si se toman muy en serio, irreales como los muros reales…pero mágicas si son sólo nuestras pequeñas ciudades, las de nuestros grupos de amigos-hermanos.

También existen por último, las Ciudades Invisibles como Ítacas, que muchas veces son también ciudades invisibles de la memoria (tuya o de muchos) proyectadas al horizonte por la esperanza o la desesperanza.

Se me antoja necesario poner en orden todas las ciudadanías. Un difícil equilibrio que sirve como pasaporte de huída de la locura o la infelicidad. Saber sentarse a tomar solo un whisky vacío de dolor, cerrar los ojos y disfrutar de las Arcadias de la memoria. De esas que tienen siempre bandas sonoras de verano. Frecuentar las ciudades que parimos entre carcajadas. Con otros. No dejar que se vacíen nunca las calles de las ciudades invisibles colectivas. Y siempre, siempre, nadar hacia Ítaca, disfrutando del viaje y sabiendo, que sólo alcanzarás de ella, lo que consigas reconstruir a tu alrededor durante el camino.

¿A esta revolución le faltan blogs?

Hasta ahora el papel de las redes en el 15M ha sido importante, pero se ha limitado prácticamente a la información y a la convocatoria. El timeline es una perfécta instantánea de algunas de las dinámicas del 15M que más debate interno están generando en las últimas fechas: está claro que sabemos tomar la calle pero ¿debemos también aprender a pararnos a reflexionar? Parar como mínimo para tomar aliento y evitar la saturación, pero sobre todo, parar para movernos en otras direcciones, las que dicte una agenda 15M.

Cuando llegamos a la plaza lo hicimos rompiendo con la agenda, con movilizaciones acéfalas que no se recordaban desde el 13M, reconquistando el espacio público, desmintiendo la versión mediática y rechazando convencionalismos absurdos –que no inocentes- como la jornada de reflexión. Sin embargo lo que en primavera fue iniciativa en verano, con las elecciones en el horizonte, se convirtió en danzar al son de su lista de agravios. Un contraataque en toda regla.

Y hemos dado la cara, incidiendo en el mantra de la visibilización que aprendimos de las compañeras feministas, inundando las ciudades, persiguiéndoles sin descanso, aún a costa de suspender nuestras asambleas y líneas de trabajo en los barrios. Y estuvo bien, pero ahora necesitamos construir. Y para construir necesitamos deliberar y crear lazos (identidad).

Por supuesto el 15M no ha carecido de deliberación, que se ha dado en los corrillos de las plazas, en las asambleas y también –quizá sobre todo- en grupos de trabajo, comisiones, reuniones informales y momentos de impasse (entre carga y carga, vamos).

El aporte que las redes telemáticas puede hacer en este sentido es crucial, no sólo porque con el otoño las plazas se convierten en charcos, sino porque pueden proporcionar el vehículo de la deliberación más allá de la geografía.

Echar un vistazo a la pirámide del compromiso desarrollada por la gente de Las Indias puede prestarnos un modelo teórico para poner las cosas en perspectiva:

Las topologías de red de los servicios influyen en el valor esperado de las relaciones que generan a su alrededor:

  • El nivel más bajo corresponde al conocimiento de marca y a la más básica de las formas de comunicación centralizada, la publicidad (incluidos patrocinios). Sólo hay un emisor y no se espera más reacción positiva que el acceso a una página o el reconocimiento de un logo.
  • El siguiente nivel de compromiso, la adhesión, corresponde a los medios virtuales también centralizados como los libros de caras. La comunicación sigue teniendo un sólo emisor, pero el receptor responde en términos de agrado/desagrado, con poco coste, como una mera expresión que implica un bajo nivel de compromiso.
  • Un paso más allá tenemos la participación, típica de entornos descentralizados como los ezines, las contextopedias y wikis abiertas, comentarios en blogs, etc. Sigue habiendo una división clara entre emisor y receptor, pero del receptor se espera un grado de compromiso y aporte mayor, que normalmente implica generación de contenidos de forma colaborativa, valoraciones elaboradas, etc.
  • El salto más importante en la generación de valor corresponde al paso a formas de comunicación basadas en la interacción, propias de medios distribuidos como la blogsfera en las que se confunde la divisoria emisor/receptor.

La persistencia en la interacción distribuida acaba generando identidad y por consiguiente comunidad con su consecuencia inevitable de compromisos sociales e interpersonales generalmente públicos que tienden a su vez hacia la presencialidad.

Una mirada superficial al 15M puede hacer pensar que a la cita de esta revolución faltaron los blogs, que el modelo dibuja como la forma más comprometida de participación en red. La que más influye en el entorno social. En parte es cierto, tenemos que devolverles el protagonismo que precisan y formar (empoderar) a los ciudadanos en su uso, pero los blogs nunca han estado realmente fuera del tablero. Lo más revolucionario de la red es que dinamitó la diferenciación emisor/receptor, dejando que discursos periféricos pudieran flotar. Un ejemplo: ¿alguien imagina que la respuesta a la Ley Sinde pudiera haberse articulado con las informaciones de los medios convencionales? Estos años de toma de voz han permitido socavar el discurso del pensamiento único ¿has probado a pinchar los enlaces de los tuits? ¿cuántas de esas informaciones están en los blogs? ¿cuántos de tus amigos del n-1 tienen blog personal? Los blogs han estado ahí desde el principio de todo esto, pero no les estamos sacando sufieciente partido.

Tenemos que crear, tenemos que narrarnos, tenemos que lanzarnos los unos a los otros textos con poso en respuesta a otros textos decantados…como tenemos que crear redes de apoyo mutuo, cooperativas, espacios realmente democráticos o universidades populares. Crear, crear, crear. Mientras, las ideas de la blogsfera quincemayista volarán en Twitter y volveremos a llenar las calles…al dictado de nuestra propia agenda.

La Constitución: tampoco la queríamos tanto pero…

Toda la vida despotricando contra nuestra constitución y ahora resulta que la leemos como salmos en nuestras manifestaciones. No, no es que nos parezca mucho mejor, es más bien que nos la han dejado hecha unos zorros, ahora sí impresentable del todo, por las letras que la conforman –deja de ser un contendor aceptable para quienes no comulgamos con las políticas neoliberales – y también por la manera en que se ha hecho, contraria al principio de soberanía popular.

Para ser justos diré que, a la mediana edad viruelas, con el tiempo he llegado a pensar que para estar hecho en las condiciones que se hizo –con el ejército mirando por encima del hombro- salió un texto con partes bastante potables. Otras no tanto, claro, y es el hecho de su “inmutabilidad” (como si cambiar y violar fueran sinónimos en este caso), y las pocas ganas de cambiarla, el no meneallo propio de la Cultura de la Transición, lo que convierten nuestra constitución en un documento desfasado e insuficiente. Eso y no el echar de menos lo de la república de trabajadores de toda clase.

Como de todo hay que sacar un quicio positivo, debemos ver el reformazo como una oportunidad para recuperar la autoridad moral del cambio ante la opinión pública. Ha caído un mito que abre la puerta a nuestras reivindicaciones. Ellos mismos, en una huida hacia delante decadente, se han visto obligados a perforar el aura protectora, no ya del texto, sino de toda la realidad que ha envuelto España desde la Transición.

La corona –por atender al mayor despropósito de la Constitución del Reino de España- está en principio bien blindada en la Constitución, protegida de posibles ataques de racionalidad que desvinculen la sangre y poder, y guarnecida por los partidos turnistas del nuevo Régimen de Restauración. Pero eso es en principio, habrá que ver a los finales.

*He hecho una pequeña recopilación de artículos de Javier Ortiz sobre la Constitución de 1978. Muy recomendables.