La actriz que inventó el Wifi (bueno, casi)

Hasta hace un ratillo en que por casualidad he llegado a su biografía pensaba que Hedy Lamarr era sólo una bella actriz de cine añejo. Su imagen ha pasado a la historia como la de la dama desnuda de la película Extasis, el primer desnudo integral en una película comercial de hecho. Posteriormente su marido, Fritz Mandl, miembro del partido nazi, intentará comprar todas las copias de la película. Dice la leyenda que Lamarr, que trabajaría también en Hollywood después de huir de su marido, fue el modelo en el que Bob Kane se inspiró para dibujar a Catwoman.

Pero antes de tirar por la senda del artisteo Lamarr había estudiado ingeniería y estando aún en activo, al filo de la década de los cuarenta, depositó en la oficina de patentes la técnica de conmutación de frecuencias, muy importante para la telefonía móvil y la transmisión de datos sin cables. Otros de los inventos de la actriz-ingeniera son un sistema de control remoto de torpedos o una técnica de alisamiento de cutis.

Los inventos de Hedwig Eva Maria Kiesler (así se llamó hasta que el mítico Louis B. Mayer la rebautizara para sus andanzas hollywoodienses) no se llevaron a cabo hasta años después de que ella los concibiera, y en el panorama de la época (en gran medida aún ahora) las actrices siempre eran consortes en la pantalla. Por eso dijo en algún momento con gran ironía que “cualquier chica puede ser glamorosa. Lo único que tienes que hacer es quedarte quieta y parecer estúpida», y por eso no deja de ser paradójico se la recuerde por su silueta desnuda (y que conste que en esto también fue una adelantada, que no quito mérito).

Actualmente el día del inventor se celebra el 9 de noviembre, el día de su cumpleaños.

#sinmusicaenmadrid no es un rumor caballeros, el tema está en la calle.

En alguna ocasión hemos hablado en SOMOS de hacer un blog de redacción o algo así, un lugar donde contar los entresijos de los reportajes, una foto de nuestro precario backstage…pero de momento no hemos encontrado el momento, nos falta tiempo, somos pocos para repartir el trabajo. El post de hoy va en la línea de suplirlo aunque por supuesto me representa sólo a mi, que para eso está en eltransito.me

El pasado domingo Antonio – “jefe de todo esto” y factótum de Somos Malasaña – me dijo, “Luis mueve esto por Twitter” – yo suelo ocuparme de la cuenta del periódico- y me pasó la modificación de la noticia sobre los conciertos del Picnic en la que hablaba de la anulación de los habituales conciertos acústicos del local. Ellos lo habían puesto en su Facebook.

La verdad es que la noticia tuvo mucha repercusión, el tema indigna porque en una ciudad tan crecientemente yerma de oferta cultural independiente, cada clavo en el ataud nos hunde en la tristeza gris del asfalto un poco más.

Sin embargo twitter es un canal limitado, que sirve bien para “correr la voz” pero donde a menudo funciona “el teléfono estropeado” y en seguida donde ponía “orden” alguien twitteó “ordenanza”, añadiendo un poco de confusión al tema.

En tiempo record Antonio hizo un reportaje muy currado en el que ponía en claro el estado de la cuestión, entrevistando para ello no sólo al dueño del Picnic sino también a muchos otros responsables de locales del barrio: “distintos bares de las calles Ruiz, Manuela Malasaña, San Vicente, Noviciado, lugares donde la música en directo había tenido cabida”. Recoge también las palabras de Javier Olmedo, gerente de la asociación de salas de concierto La Noche en Vivo

El artículo explica perféctamente que las limitaciones no son nuevas, están implícitas en las licencias de café-bar que tienen prácticamente todos los locales de este tipo, y aporta luz sobre lo que en teoría se podría programar: nada.

El tema no es entonces una cuestión de nueva ordenanza sino de voluntad política de ponerse extricto que se respira en la calle y entre los dueños de los locales ¿voluntad recaudatoria? ¿disciplinaria? ¿el enésimo intento de gentrificación del barrio? Ellos sabrán, el gabinete de comunicación del Ayuntamiento por supuesto lo desmiente, también lo hizo cuando el propio Antonio les contactó antes de publicar.

En el twitter de Mauro Entrialgo se puede leer (en paquetes de a 140):

Me han contado esto: dos matutes van a un bar a abroncar porque va a tocar un tío la guitarra y no tienen licencia de sala de conciertos.

>>Es competencia desleal para los que sí que tienen. Llegan unos chinos vendiendo latas y les ofrecen a los propios munipas

>>El del bar pregunta que si les van a pedir la licencia a los chinos. Ellos dicen que no es asunto de su «brigada».>>

>> Es decir: existe una brigada exclusiva de Gallardón para ir jodiendo a cada bar en el que haya alguien cantando o tocando algo.

El músico Antonio Santo apuntaba en el mismo lugar que

“hace unos días llegó la Policía al bar Diablos Azules (Malasaña) pq un vecino denunció «por no tener licencia para leer poesía».

Por supuesto sólo la aportación personal de dos personas, pero que viene a confirmar que el tema está en la calle.

Vivir en el Madrid de Gallardón es una putada, el tipo se ha propuesto copiar lo peor de Barcelona, la extrema reglamentación municipal (aunque allí sí hay música) y la musealización moderniqui de la ciudad, y no le ha prestado atención a todo lo que por allí hay de vivo. Lo que es peor, tampoco le ha prestado mucha a lo que hay de vivo por aquí.

La reconversión personal de la industria editorial

La industria editorial española mueve cada día que pasa con más pesadumbre su maquinaria. La concesión a los tiempos la limita al maquillaje: un poco de marketing en Facebook y declaraciones de intenciones sobre el libro electrónico que hacen pensar que para lo que realmente rezan cada noche es para que el formato fracase.

Traigo hoy tres ejemplos de gente que intenta buscar nuevas vías de producción y distribución literaria desde fuera del bunker de la industria cultural, aventuras muy distintas entre sí que tienen un punto en común muy claro: la eliminación de intermediarios.

Orsai, una revista como las de antes vendida como las de mañana

Desde el 10 de enero todos los compradores de la revista Orsai tienen su ejemplar en casa y desde ya está disponible para descarga gratuitamente en la web. ¿De qué se trata?

Orsai es una revista en papel de 208 páginas, trimestral, en idioma español y de distribución mundial,
editada por Hernán Casciari y Chiri Basilis, que son dos tipos que se conocen desde chiquitos. Una noche
se les ocurrió hacer una revista bajo los siguientes preceptos:
• No tendrá publicidad, ni subsidios privados o estatales.
• Tendrá la mejor calidad gráfica del mercado.
• Prescindirá de todos los intermediarios posibles.
• Llegará en menos de siete días a cualquier país del mundo.
• Contará con un capital inicial de cien mil euros.
• La plata la ponemos nosotros y si perdemos no nos importa.
Una vez publicada esta idea en el blog de Casciari, muchos lectores del mundo entero se sintieron atraídos
por el proyecto, y crearon un novedoso método de distribución, basado en encontrar a 10 personas que
quisieran comprar un ejemplar. Un mes después, Orsai se convirtió en la primera revista de distribución
mundial que:
• Tiene miles de lectores que quieren comprarla sin saber su contenido.
• No utiliza un sistema de distribución tradicional para llegar a sus lectores.
• Tiene su redacción en una pizzería con delivery en un pueblo de montaña.
• Es gratis (con gasto de envío incluido) para universidades, bibliotecas y cubanos.

La revista es un producto muy mimado donde la literatura y la ilustración son el punto fuerte, pero lo realmente novedoso más allá del arte de Casiciari para hacer siempre un guión de si mismo y de sus aventuras (regalar pizzas, fijar el precio por país a partir del precio de los periódicos), o su magnífico uso del marketing en la red, es el haber convertido al lector en distribuidor, propiciando que estos se organizaran para pedir los lotes mínimos de diez de manera conjunta a nivel internacional.

La biblioteca de las Indias y sus Ponylibros

La colección Biblioteca de Las Indias es otro ejemplo de búsqueda de nuevas vías del mercado editorial. Tras ir de la mano de BBVA y Ediciones El Cobre en su anterior aventura editorial – la primera colección de ensayo contemporáneo bajo Dominio Público – la nueva línea apuesta por (igual que antes) regalar el contenido y vender los libros en papel como fetiche (porque los libros son para las ocasiones). La diferencia esta vez radica en que la venta en papel va asociada sobre todo a la celebración de presentaciones: el organizador local compra los libros para los invitados. De momento parece que están sacando el modelo adelante. Otros que se saltan intermediarios, seguramente lo que le falta por mejorar al modelo es la calidad media de las empresas que ofrecen servicios de impresión bajo demanda, pues este tipo de impresión digital aún no ofrece los resultados de las prensas.

Jo, Tía! Cultura popular autoeditada

Javi venía de una larga aventura japonesa con muchas cosas que contar. Para ello decide retomar su etapa fanzinera, tiempos en los que levantó una revistilla de fotocopias y grapas que llegó a tener bastante repercusión en el ambiente.

En este caso la diferencia pasa por la voluntad de profesionalización del método fanzinero. Javi ha hecho una edición completamente profesional en imprenta, buen papel, cubiertas en color y más de seiscientas páginas en dos volúmenes que en nada tienen que envidiar al trabajo promovido por un sello. La actitud promocional ha sido igualmente ambiciosa: contacto con publicaciones afines y presentación por todo lo alto. La distribución, el punto central de este artículo a través de Internet, de tiendas especializadas (relación que lleva el personalmente) y trabajo en convenciones de cómics.

A la guerra (social) por la palabra

“Cuando los hombres acuden a las armas, la retórica ha terminado su misión. Porque ya no se trata de convencer, sino de vencer y abatir al adversario. Y lo característico de la retórica guerrera consiste en ser ella la misma para los dos beligerantes, como si ambos comulgasen en las mismas razones y hubiesen llegado a un previo acuerdo sobre las mismas verdades. De aquí deducía mi maestro la irracionalidad de la guerra, por un lado, y de la retórica, por otro”.

Lo decía Machado por boca de su Juan de Mairena, y años después de la Guerra Civil sigue siendo así: se trata de abatir al adversario, y el clima prebélico que rezuma la retórica ramplona en los medios se extiende como una mancha de aceite en la sociedad.

Estamos en decidir si la Palin tiene culpa alguna en la matanza de Tucson por azuzar a la gente contra sus adversarios políticos (la retórica tiene ahora también la forma de puntos de mira en la web, sin novedad en el frente, lo que antes era cartelería son ahora bits coloridos). Y claro que la tiene, no ella en exclusiva por supuesto, sino todos los que tienen altavoz y lo usan para embarrar nuestra convivencia con soflamas.

Lo cuenta el comisario de Tucson:

“Cuando se ven personas desequilibradas, cómo responden a la virulencia con que hablan determinadas personas acerca de destruir al gobierno, la furia, el odio y el fanatismo en este país están alcanzando un nivel horroroso. Y lamentablemente creo que Arizona se ha convertido en la capital. Nos hemos convertido en la meca del prejuicio y la intolerancia”

Antes de que el clima sea tal que la palabra deje de importar ¿no deberíamos dejar de usar una retórica simplona de combate? Claro que sin duda los formatos imperantes ayudan a ello.

El formato te puede hacer un monstruo

Enrique Urbizu es un tipo que hace películas bastante decentes, un artesano del género estiloso, diría yo. Es por otra parte también presidente de DAMA, una entidad de gestión y como tal acudió a un debate sobre Internet, la propiedad intelectual y esas cosas no hace demasiado tiempo. Creo que fue la primera vez que el escuché hablar…y en el fragor de la batalla me pareció bastante fuera de sitio.

Ahora, leyendo la larga entrevista que le ha hecho Rubén Lardín para El butano Popular, la impresión es distinta, sus opiniones acerca de las descargas siguen en las antípodas de los tiempos, pero se muestra más dialogante y hasta admite que sus alumnos de cine le han conseguido alguna joyita inencontrable. Cuando los formatos simplifican el debate pasan estas cosa, todos podemos desdibujarnos y llevar nuestras posiciones hacia la autocaricatura, el propio Amador Fernández Savater comenta que seguramente no hizo un buen papel en su ya famosa cena del miedo. Una cena entre extraños, 59 segundos o Twitter, pueden llegar a ser la hoguera.

La entrevista es además una lección maravillosa de cinefilia muy recomendable.