El buen periodismo se lee en libros

La semana pasada en el Congreso de Periodismo Digital de Huesca tuve el placer de conocer a Fernando García Mongay, alma máter de la cita. Tuve allí la ocasión de que me contara ilusionado su nuevo proyecto editorial: una casa para el periodismo en formato electrónico. eCícero publicará reportajes, crónicas, entrevistas y otras cargas de no ficción de unas 30.000 palabras (calculo yo).

Fernando nos regaló un ejemplar en papel de Capitan Dadis de Jon Lee Anderson, el primer volumen que eCícero ha sacado a la venta. Un librito en papel sin ISBN porque no se vende: dando la vuelta a la asociación habitual de ideas, el papel sirve para promocionar los bits, una máxima no declarada que me recuerda a la de “el papel es para las ocasiones” de otra editorial nativa digital.

En principio eCícero sacará un libro de no ficción al mes, aunque Fernando nos contó que la intención es poder recibir, “como una revista”, un título a la semana directamente en el ereader.

En relación con el periodismo sosegado y –en esta ocasión- bien encuadernado, esta iniciativa viene a sumarse a la aventura de los chicos de Libros del KO (con quien también coincidimos en el mismo congreso). Otra iniciativa a la que no se puede perder la pista.

Olvidaste el nombre y no pudiste encontrarlo nunca más

He tenido hoy una discusión amistosa con un par de amigos sobre el tuit que hoy sacamos en MMM a propósito del cambio de nombre temporal de la estación de metro de Sol. Me tiraban de las orejas estos amigos advirtiéndome de que el mensaje era falso e incorrecto hasta lingüísticamente, pues se trataba de un patrocinio y no de una privatización. El tuit no lo había escrito yo, pero en cualquier caso lo he defendido:

@madridmemata

Madrid privatiza hasta el nombre de las estaciones de @metro_madrid. Sol, la primera ccaa.elpais.com/ccaa/2012/03/1…

En mi opinión el tuit es absolutamente claro, al margen de que el enlace –como debe ser en internet en general y en twitter en particular- le da el contexto. Es lo de menos. La pequeña reflexión que quería trasladar aquí es que este patrocinio (que evidentemente lo es) SÍ constituye una privatización del espacio público, como lo son también las ocupaciones comerciales de la plaza del Callao, o la cesión de plazas a firmas comerciales a las que nos tiene acostumbrado nuestro ayuntamiento. Luego podríamos discutir si nos sale a cuenta alquilarnos por parcelas, pero esa película es otra.

El tuit lo decía claro, se privatiza “hasta el nombre de las estaciones”, no es la estación misma la que se vende, no –si se quiere se alquila, por el carácter temporal de la transacción- pero sí una parte: su identidad, su nombre, el breve espacio que uno entendía común y referencia. Si uno quiere saber dónde está mira a ese letrero (ni que decir tiene que para un foráneo poco ducho en tecnología esto va más allá de lo simbólico); si uno quiere publicidad mira los espacios reservados para la misma. O así era hasta hace poco, pues de repente los vagones y las paredes mismas del suburbano se convirtieron en gigantescos spots que te engullen literalmente. El espacio común (y público) se achica y nos asfixia por momentos, y este “patrocinio” es un pasito más, pero un pasito de ese gigante que llevamos subidos a la chepa y que nos impide caminar por las calles reconociéndonos a nosotros mismos y a nuestros semejantes más allá de ser pegotes adosados a un colorido atrezzo de nolugar.

La Puerta del Sol es el lugar por excelencia de los madrileños, lo fue desde antes de ser el centro de la ciudad, cuando la vida y el comercio se jugaban extramuros. Lo fue siempre: es el lugar de las grandes fotos. Si un día olvidamos su nombre seguramente olvidaremos también como llegar allí.

*Diego lo explica muy bien en MMM

Telefónica a por la Neutralidad de la red

nternet no es un milagro, es una estructura con unas bases sólidas basadas en la libertad. Uno de sus principios de diseño fundamentales es la Neutralidad de la red, a la que le han salido muchos enemigos en los últimos tiempos.

Es una batalla importante, pero tiene el problema de que se necesita comprender primero los conceptos para atisbar la magnitud del peligro y leer con finura la política de salón de telecos en instancias ministeriales para verlas venir.

En Las Indias nos explican como el envite de este año es más sutil y torticero que el habitual de hacer lobby para cambiar la legislación directa . Alierta y los suyos están dictando a Rajoy (literalmente, hay trasposición de informes encargados por Telefónica y proyecto de ley) el “anteproyecto de ley de reforma de las instituciones reguladoras modifica las reglas de la competencia, sometiendo el control de los organismos reguladores supuestamente independientes a decisión política (los ministerios juzgarán si el nuevo organismo es competente o no en cada caso) y se eliminará a favor de criterios más amplios, el foco de CNC en la garantía de la competencia que tantas multas había impuesto a las operadoras. Justo lo que Telefónica quería”.

Tenemos la obligación de plantar cara, de momento se trata de algo poco conocido que debe salir a la luz.

Del espíritu de lo libre y las licencias. Un manotazo de rabia sobre el logo de CC

Siempre consideré que la principal razón para utilizar licencias libres es ideológica. Aclaro: hablo de la principal razón que me mueve. A mi. Entiendo que existen otras razones absolútamente reales que tienen que ver con la eficiciencia en la sociedad postindustrial, de la información o como queramos llamar a este mundo que se debate entre morir y nacer. Estas últimas son el caballo de troya que las introdujo en las escuelas de negocios y en los blogs de gurureo encorbatado: el software libre es su caso de éxito y construyen una nueva filosofía empresarial sobre lo libre que entronca teóricamente con presupuestos liberales. Bienvenidas sean estas razones, muy reales como digo, que sencillamente no son las mías principales.

Mis razones, que tienen que ver con lo común, tienen en el fondo también aspiraciones de practicidad: uno cree que hacer un mundo mejor pasa por ensanchar todo lo posible la franja del procomún. Facilitar la circulación del conocimiento, democratizar lo mimbres de la producción y asumir que la remezcla es el alma misma de la creatividad humana.

Entiendo que hay una diferencia importante entre esta visión de y la visión “oportunista” de la ideología de empresa. En el primero de los casos lo libre es un fin en si mismo, en el segundo una herramienta. En el primero de los casos -por eso lo señalaba como ideológico- la aspiración no debería ceder nunca, en el segundo, su conveniencia depende exclusivamente del contexto.

Luego están las licencias. Paradójicamente con estas suele suceder al revés en cierto modo. Las licencias son una herramienta, un pequeño documento de declaración legal que pretende tender puentes entre una realidad legislativa nacida del siglo XIX y el siglo XXI por llegar . Pero sucede a menudo que muchos de los portadores de licencias Creative Commons y similares las entienden como un fin, y escudriñan los términos del contrato desconfiados para lanzar su ira contra aquel que, a veces pícaro a veces poco ducho, vulnera el contrato. Cabe preguntarles ¿Queréis que vuestra idea vuele? ¿queréis ser realmente útiles? Seguramente el hecho de que casi el 70% de las obras licenciadas con CC no serían consideradas libres si estuviéramos hablando de software (por no permitir el uso comercial) dice algo al respecto.

Puedo entender -me parece bien, de hecho- que la gente quiera ganar dinero con aquello que le ha llevado trabajo (cosa que no es incompatible con dotar de alas a tus creaciones, por cierto) pero me cuesta entender que prefiera ganar dinero a crear (remezclar) ideas. Me cuesta entender que un escritor no escriba para ser leído, que un investigador no cree medicamentos para curar gente, o que un programador no desarrolle software con el fin de facilitar las operaciones que a buen seguro impulsaron su necesidad de escribir código.

Creative Commons es una matización del copyright, lo que le resta potencia para luchar contra la propia legitimidad de este concepto. Según el modelo, los propietarios de los derechos pueden liberar parte de los mismos a la carta, haciendo más o menos libre el proceso de distribución de la obra según se escoja de entre el abanico de licencias disponibles. Pero para poder hacer esto previamente hay que reconocer el copyright. Y -ya decía al principio del artículo que estos párrafos representan sólo mi particular visión del tema- la propiedad intelectual (que no el reconocimiento intelectual) es algo a lo que hay que oponerse por principio ¿dónde empieza lo que tu inventaste y dónde termina lo que recogiste por el camino? No te lo regalo, es también tuyo, acuérdate de no borrar la impronta que dejé en la idea. Nómbrame.

Sería de todos modos necio negar lo que CC ha hecho por abrir el debate, por hacer conocida una mirada crítica sobre la propiedad intelectual antes limitada a los mundos del software o los departamentos académicos. Esto hace más sangrante la costumbre habitual de tomar las licencias como fines inamovibles en lugar de como herramientas que facilitan la extensión de la cultura y la información. También apena que el éxito de la doble C signifique el ocultamiento de otros tipos de licencia.

Y sobre todo que tantas veces signifique olvidar que las licencias deberían ser una herramienta para el espíritu de lo libre.

Actualización: me hace ver David en los comentarios -con razón- que no es necio “negar lo que CC ha hecho por abrir el debate“. Pues claro que no, hay razones potentes para adoptar esta postura (que en gran medida están también en este post). Perdóneseme el absoluto que era más retórico que meditado.

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¿Qué es un libro?

En cuanto a unidad de conocimiento el libro hace ya muchos años que está en el punto de mira como el próximo objeto fénix que tiene que morir para nacer distinto. Sus muertes más populares tienen que ver con el formato físico (el libro electrónico ya está aquí), y más tímidamente con las licencias de uso. Poco más.

Durante los últimos años vengo escribiendo en Somos Malasaña un artículo casi semanal (los alterno con otros temas) sobre la historia y actualidad de las calles de este barrio madrileño. Desde hace ya tiempo tengo claro que en algún momento, con las debidas correcciones que los artículos le deben a lo coyuntural y a la urgencia, los reuniré en forma de libro. Y en esto que la semana pasada andaba yo haciendo un mapa del barrio que enlazara los artículos desde las calles mismas…y caí en que aquello ya era un libro. Un libro con un índice en forma de mapa, un libro que se navega con enlaces (nada novedoso) y las flechas del navegador.

Los anaqueles de las librerías están repletos de libros que nos son otra cosa que la recopilación oportunista de artículos sobre un tema, de un autor, de cuentos previamente publicados, etc. En muchos casos estos contenidos ya estaban disponibles en la red ¿Es una recopilación de enlaces el índice de un libro distribuido? ¿por qué no? Es, desde luego, una unidad de contenido accesible de forma unitaria, lo que, aunque me lo he sacado de la manga, podría ser una definición válida de libro. Creo yo.

De los próximos años espero un poco más de audacia para matar al libro y parir libros, espero que seamos capaces de exprimir las posibilidades del transmedia, de inventar conjuntos de ideas sobre los que no tengo ahora mismo ni la más remota idea.

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No podemos dejar de ser exuberantes. Una respuesta a la declaración de huelga de la Comisión de Extensión Internacional de Sol

La Comisión de Extensión Internacional de Sol se ha declarado en huelga de actividades. Se declara en jornada de reflexión-activa indefinida.

En un texto en el que constata que el 15M ha perdido visibilidad y participación, se pregunta si no será más productivo parar la actividad dispersa de “cientos de grupúsculos” para volver a juntarnos todos. La declaración Extensión Internacional tiene la virtud de plantear preguntas necesarias pero en mi opinión yerra en su única conclusión.

La semana pasada en mi barrio –Tetuán- tuvimos una charla sobre Renta Básica, otra sobre okupación, la reunión para formar un grupo de consumo (van dos) y volvimos a hacer un mercadillo de trueque, esta vez con los niños por protagonistas. Además salió el tercer número de un periódico en papel que cada vez nos queda más gordo, nos emocionamos con las palabras de Tati Almeida, madre de la Plaza de Mayo que tuvo la gentileza de visitarnos, y acabamos la asamblea bailando desenfrenadamente.

Cada una de esas actividades es un pasito minúsculo pero irrenunciable para hacer un Tetuán mejor, y por ende, también un mundo mejor. Cada una de esas actividades es una partícula de ánimo que nos empuja a seguir luchando y que consigue tensar las fibras de una comunidad incipiente.

Y todas estas acciones son posibles gracias al trabajo entre semana de la gente en las comisiones, en los bares, que son nuestros cuarteles de invierno, o en la red. Sin ese compromiso, activista si se quiere, esos pasitos son imposibles. No hubiera sido posible bailar sin el trabajo de las compas de Dinamización.

Personalmente, lo que más me preocupa del texto es que pone en evidencia una pequeña (o gran) tragedia del 15M, que es su dependencia anímica de la masa. Es un poco lo que los críticos más inteligentes llaman movimentismo o emocionalidad. Pero la multitud puede ser inteligente e incendiaria en vórtices impredecibles como los del 15 de mayo, y mientras los preparamos (mejor que los esperamos), necesitamos seguir construyendo en espacios que no por dejar de ser masivos, son menos colectivos.

No me cabe duda de que habrá otro 19 de Octubre, una cita masiva preparada con mimo e inteligencia, y allí nos encontraremos con viejos amigos a los que faltan el tiempo o las fuerzas para sumarse cada semana, o que están dando pasitos en otros lugares. Enjambres, gotas de agua y electrones libres. Yo mismo, que he intentado comprometerme, he llegado desinflado al final del año, pero miro las suelas de mis zapatos y puedo sonreir orgulloso de su desgaste.

Si en algo atina por completo el texto es en la necesidad de ser inclusivo con ese 99% del que hablan en OWS, pero la vía debe ser la de acoger la diversidad, asumir que hay muchos 15M y que seguimos a la búsqueda de ese sujeto que defina lo que tenemos en común. No podemos echar el freno para no expulsar a gente, tenemos que unir gente a la marcha. Necesitamos un 99% exuberante, de nada nos sirve uno escuálido.

Con lo de parar a tomar perspectiva y reflexionar también estoy de acuerdo, pero me temo que no en el mismo sentido que yo entiendo pretenden las autoras del texto. Donde ellas hablan de dejar el trabajo de las comisiones y las asambleas, yo pienso en dejar de movernos como pollo sin cabeza en decenas de desgastantes concentraciones que tienen como objetivo más dejarse ver que construir o proponer. Seamos más certeros en nuestros golpes y más constructivos en nuestras propuestas. Construyamos lo común al paso que exigimos lo público.

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Procomún: intuición, incógnita y camino

* Acabo de entregar este texto que creo irá en el próximo número del periódico de la Asamblea Popular de Tetuán. La idea era escribir algo sobre procomún. Normalmente soy bastante torrencial escribiendo, me planto delante del teclado y tecleo. Con el tema que me propusieron en esta ocasión me fue imposible, pese a que es un tema que es de mi interés hace años. Me doy cuenta de que tenemos una idea muy intuitiva sobre lo común, pero tengo la sensación de que es un concepto por construir en los códigos de los tiempos que corren (aunque en un sentido amplio tenga mucho de constante en la historia de las sociedades humanas). En fin, esto para advertir de que ha quedado una cosa introductoria (ese era el objetivo inicial)…que introduce a algunas preguntas y ninguna certeza.

Procomún: intuición, incógnita y camino

¿Qué es el Procomún?

Desde antiguo han existido distintos ordenamientos institucionales que remiten a una propiedad atribuida a un conjunto de personas: los bienes comunales. Conocidos como commons, comunes, o por las variedades autóctonas de bienes de propios, ejidos y una larga lista de sinónimos que podemos rastrear en el callejero de nuestros pueblos (y cuya regulación podríamos remontar hasta las Siete Partidas), constituían tierras de aprovechamiento común de una comunidad.

El aire, el mar o las calles también son procumún, aunque no hayamos reparado en ello hasta que su carácter comunal se ha visto amenazado.

Los estudios clásicos sobre el nacimiento del capitalismo suelen reservar un apartado para los enclosures, cercamientos de propiedad común que liberaron mano de obra para la fábrica. En el campo de la filosofía política Locke parió el individualismo posesivo, y las revoluciones burguesas sancionaron las repúblicas de propietarios como sinónimos de democracia.

Malos tiempos para lo común y la multitud, que son también nuestros tiempos, aunque en los últimos años, en las aulas, en las redes y en las calles, lo común lucha por revalorizarse.

Lo común y las redes.

Internet está construido sobre tecnologías abiertas (protocolos HTTP o TPC/IP) y ha sido el gran laboratorio de las nuevas formas de relación social de un mundo que asiste a la lucha entre las viejas prácticas, que no acaban de morir, y las nuevas ,que no terminan de nacer. Definido por algunos como un gran procomún (aunque no son pocos los que pretenden acabar con esto) ha renovado las prácticas de producción entre iguales (peer to peer), y en él se ha desarrollado la ética hacker del trabajo, conceptos que desmienten el paradigma moderno sobre producción y precio, poniendo en valor incentivos extraeconómicos y de colaboración.

A diferencia de los comunes de antaño (tierra, agua) sobre los bienes digitales de información o cultura opera una lógica de la abundancia que hace que los viejos mecanismos del mercado sean ineficientes además de innecesarios. Antes tu mercancía valía (costaba) X en función de su disponibilidad, ahora tu mercancía –bits – no será nunca más escasa, y su valor ya no coincide con su precio. Aquí la pelea es contra los que se empeñan en generar artificialmente escasez aplicando restricciones calcadas del mundo físico. Estos, decididamente, son los enemigos del procomún.

El ejemplo por antonomasia de este abono social que ha sido internet es el software libre, ejemplo probado de éxito, y de él debemos aprender también que el hecho de que algo sea común no significa necesariamente que no esté regulado. Cuando los hackers adoptaron la GNU General Public License lo hicieron para permitir el acceso libre a su trabajo, pero también para impedir que alguien pudiera privatizar el código que había nacido libre.

Lo común del tú a tú y del nosotros

En 2009 el Nobel de Economía de Elinor Ostrom (primera y única mujer en recibirlo hasta la fecha) lleva el término a los mass media y a las baldas de nuestras bibliotecas. Ese mismo año, Tony Negri y Michael Hardt (Imperio, Multitudes) publican Commonwealth, obra en la que extienden lo común al terreno de los afectos y el lenguaje. La experiencia de compartir en lo que ellos entienden como prácticas de la Multitud, y donde podríamos encuadrar al 15M, son el camino hacia la construcción de las nuevas instituciones de la democracia global que debería llegar.

Me gusta pensar que en la Plaza de las Palomas también estamos experimentando con esas prácticas de lo común.

¿Qué es el procomún? (Volvemos a preguntar)

Como vemos el procomún es tan antiguo como las sociedades humanas y es neologismo al mismo tiempo. Desde la experiencia de estos seis meses de 15M procomún es recuperar las calles, pero también superar lo público y construir lo común; está en las redes, pero también en nuestras relaciones compartidas a pie de plaza, para las que debemos programar un código libre y crear nuestras propias licencias GPL. Seguro que es muchas más cosas.

Seguimos indagando qué es el procomún, y debemos construirlo como método para encontrar respuestas, porque si algo tenemos claro –sobre eso tenemos la certeza de una intuición compartida- es que estamos entrando en el tiempo de lo común.

La mandanga del IPad de los diputados

Ya va siendo un pequeño clásico de La bitácora de Eltránsito comentar las comidillas del día de las redes sociales. Resulta que para 2012 se van a renovar el “parque móvil” de los congresistas con terminales de última generación, un smartphone y un tableto, que ya se han asegurado en los términos de la licitación sean los últimos cacharrillos de Apple. Más que el hecho en sí, al que podrían oponérsele un montón de cosas, hoy me voy a detener en las quejas mismas que he leído al respecto, algunas de las cuales no comparto.

He distintos tipos de crítica:

Las que no van a ninguna parte: las que dicen que es un gasto absurdo y que por qué tienen que regalarle un móvil y un tableto a los diputados. Dejando al margen filias y fobias por una marca determinada el hecho de que a un trabajador que debería estar permanentemente conexión con la realidad se le facilite este material parece perféctamente lógico y en consonancia con las prácticas habituales de las organizaciones. Este tipo de crítica es gesto airado, rabieta. Nada más.

Las consistentes pero que no van a ninguna parte así planteadas. Muchas de las que reclaman el uso de software libre en las administraciones públicas, reclamación a la que me sumo. He podido observar que también son con frecuencia las que llaman de todo a Antonio Garzón, diputado por Izquierda Unida, por no rechazar estos regalos instrumentos de trabajo y hacer una defensa ad hoc del software libre, rechazando los dispositivos y exigiendo que se les den otros con software libre. Muchos son los tuits que he leído tachando su nombre de las listas de la decencia, lo que me ha recordado que muchas veces twitter es la hoguera.

Y no deja de parecer curioso porque mientras que existen alternativas más que rodadas para PC y portátil que todos conocemos, el campo de la movilidad es la gran asignatura pendiente del software libre ¿Android? Sí, pero no tan libre, y sí pero es de una empresa, tanto como el IPhone.

No me cabe ninguna duda de que el software que se utiliza en los despachos del congreso y en todas sus dependencias administrativas proviene de casa Gates. Más vale, porque se han gastado cerca de un millón de euros en sus licencias. Parece interiorizado que la irritante sintonía de inicio de Windows forme parte del ambiente de un despacho.

Sin duda el exigir software libre en los dispositivos sería un gesto bonito y útil, pero poner bajo patíbulo preventivamente a aquellos que se disponen a trabajar con el software privativo que se pone a su disposición me parece un exceso. Es el tipo de gestos que se pueden sugerir pero que no definen la decencia ni la valía de un político per se.

Las útiles: tengo que admitir que yo no las he leído, aunque estoy seguro de que deben existir. Ya lo he apuntado más arriba, se trataría de aprovechar la ocasión para pedir a todos los grupos parlamentarios que han incorporado el tema en sus programas electorales para que –sin gestos airados que se desvanecen como la espuma- planteen en el congreso alternativas basadas en software libre, para la institución y para todas las administraciones.

La anécdota del IPad está en parte enmarcada en un tema al que le debo un post: el de situar la moral en el centro de todas las críticas. Según este enfoque la corrupción estaría en el centro de todos los problemas, extendiéndose el estigma corrupto también al privilegio (jubilaciones, sueldos, coches oficiales…) En mi opinión es esta una visión muy corta, que viene a sugerir que con una clase política decente las cosas irían bien, en lugar de buscar fallos en las estructuras del edificio. En este apartado enmarco, como es obvio, las críticas que cuestionan la necesidad del dispositivo, no las que se refieren a las licencias de software.

En estos días en que entra en vigor el “contrato de aprendiz”, la penúltima jugarreta en materia de derecho laboral, nos desgañitamos y nos empeñamos en destrozar a palos el dedo que señala en lugar de atender hacia dónde lo hace.

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De los orgasmos y el nombre de eltránsito

Hace unos nueve años largos (no recuerdo exactamente fechas) escribí un primer editorial para lo que pretendía ser un ezine político llamado Eltránsito. En realidad tendría que haber sido un fanzine en papel, pero como no podía esperar más tiempo la ayuda prometida por mis colaboradores aprendí un rústico html (entonces a golpe de <TABLE>) y busqué un alojamiento gratuito. Luego se mudó al difunto geocities y finalmente a nodo50.org, donde subsiste en modo arquológico. La bitácora de Eltránsito nació muy poco después, como complemento del ezine y poco a poco fue comiéndose a la publicación.

En aquel primer editorial, que explicaba el nombre, no me reconozco hoy ya. Al menos no del todo. Ayer escribí estos párrafos que -aunque no lo parezca- hablaba del 15M, que es de lo que más hablo en los últimos tiempos. Al releerlo me parece que hablaba en realidad de mi, seguramente habla de eltránsito (me gusto más con minúscula ahora)

Que sea el camino. Me vino esta frase a la cabeza pensando en sexo. Los orgasmos son reacciones químicas caprichosas: a veces son más intensos, otras veces menos. Supongo que los chicos listos podrían medirlo monitorizando los impulsos eléctricos, las contracciones del suelo pélvico, o algo similar. Echando la memoria a pescar me doy cuenta de que los mejores polvos no son necesariamente los que desembocan en un orgasmo más intenso. De hecho los orgasmos más explosivos suelen darse durante la masturbación según dicen (las sexólogas de la tele).

 

Mis recuerdos, que en esto se agolpan como flashes sensitivos, tienen que ver con crescendos y valles, caricias y lagos. Con compartir miradas, con percibir la otredad fundida en piel, con instantes rasgando el tiempo y súbitos encendidos de tensión en las yemas de los dedos . Era la intensidad, pero la del viaje. Y es un todo latente en el que poco importa si al final hubo orgasmo.

 

Durante mucho tiempo las mujeres se han visto sumidas en la carrera hacia el orgasmo, glorificando el modelo de éxito falócrata, en el que sólo el orgasmo importa, y obviando que la sexualidad femenina muchas veces era rica precisamente en los disfrutes del recorrido. Los hombres también hemos estado jodidos –la primacía de la masculinidad nunca sale gratis, nos prohibieron el tacto y la lágrima- y perdimos de vista lo que teníamos en frente. El buen sexo.

 

Y en esta disfuncionalidad, en la que ellos no sabían que querían otra cosa y ellas no sabían que lo tenían, las unas y los otros enfermaban –más ellas,  dominadas- en arrebatos de frustración nerviosa. Liberemos también el horizonte, como estamos liberando otros espacios, el objetivo no está al final, el objetivo lo deberías estar abrazando ahora como quien se sumerje en un cuerpo.

 

Pensé en esto a propósito del sexo. Que sea el camino.

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Un sujeto por dibujar

De una conversación en twitter acerca de lo inconveniente de asumir el apelativo indignados desde dentro del 15M, surgió anoche un interesante debate (que he recogido aquí) ¿Qué sujeto utilizamos para referirnos a nosotros mismos? ¿Cómo empezamos una frase que nos englobe? ¿cómo tomamos voz? ¿somos conscientes de que la forma de nombrarnos condiciona la mirada de los demás ?¿es posible una voz sin sujeto? ¿quienes somos?

Paso a manosear los posibles sujetos que manejamos ayer, sin el convencimiento pleno de llegar a ningún sitio.

Indignados. Algún nombre tenían que ponernos. Llegaron a la redacción, se encontraron con una noticia que tenían delante de sus narices y que no habían sabido ver. La obviedad esa de Hessel empezaba a amontonarse en las grandes superficies (donde la venta de libros depende de estar literalmente en un montón) ¡Voila! Habemus sujeto ¿inocente? Sin duda no.

Un indignado es más parecido a Paco Martínez Soria en don Erre que Erre que a un Luther King o a un Luke Sky Walker. Un indignado no propone, es sólo un cliente descontento.

Y un indignado es el sujeto perfecto de la multitud narcisista. Muchos antes que Bauman han criticado al 15M por ser sólo ola, la espuma de la sociedad líquida. Movilización contínua sin fin, un contexto sin texto.

Personas. Se ha hablado mucho sobre el término, está ahí desde el primer día: “Somos personas que hemos venido libre y voluntariamente, después de la manifestación decidimos reunirnos para seguir reinvindicando la dignidad y la conciencia política y social”

Como se liberan espacios se liberan átomos del diccionario. Es una palabra tan grande que difícilmente podía contener nada específico, y que aquí también corre el peligro de mancharse con el estigma de la despolitización. Pero en personas cabe muy bien nuestra diversidad, es un documento de texto con el cursor al principio. Incluso un término tan unánime como ciudadano puede dejar fuera sensibilidades, pero ¿quién no se considera persona? Ahora toca rodearla de otros adjetivos.

Es más. El sujeto personas tiene la capacidad de indentificarse con el plural y el singular. Por aquello de la individualidad (persona) y de la fraternidad (personas). No ocurre siempre, uno puede estar orgulloso, aún hoy, de pertenecer a algunos plurales (trabajadores) que no tienen mayor poesía en singular (trabajador).

Nota para explayarse en otros renglones sobre antecedentes: lo personal es político, una mirada feminista que, creo, está en muchas fotos del 15M.

Ciudadanos. Esta es una palabra muy prestigiada que a todo el mundo agrada (podría decirse que es el Joan Manel Serrat de los sujetos, y que entronca perféctamente con el republicanismo del 15M.

El problema de ser ciudadano es que normalmente se define en contraste con aquellos que no gozan de la ciudadanía. La lucha por una ciudadanía universal late en los bloqueos a los desahucios o en las luchas contra las redadas racistas, eso sí. Puede haber quien vea también en el término un hálito reformista soplado por buenas intenciones, sin alcance. Es normal, porque al fin y al cabo el ciudadano está dentro, pertenece a la ciudad.

Trabajadores. No es sitio para hablar de los cambios del postindustrialismo, el cognitiariado y demás enfoques que constatan el peso que tiene la salida de la fábrica en nuestras relaciones sociales. Tampoco está en el discurso del movimiento, ni una wikiconstitución comenzaría con aquella máxima republicana de “trabajadores de toda clase”. Pero es un tema a labrar: el de la permanencia de la clase en los movimientos sociales del siglo XXI.

Yo no lo leo en los textos pero lo veo en las asambleas: existe conciencia de estar viviendo una auténtica lucha de clases, se trabaja por una huelga general que no excluya a amas de casa, parados y demás periferias de las relaciones económicas, se habla de ellos y nosotros. De los de arriba y los de abajo. Clase obrera no somos pero ¿clase trabajadora? El  encaje de los temas tradicionales de la izquierda en la nueva semiótica está por construir. Y es un camino lleno de obstáculos.

Menudo lio.

Además de los sustantivos y pronombres las frases (sintagmas nominales) también sirven para construir sujetos. “El 15M” o “El movimiento 15M” es de momento lo que tenemos. Indignado está, pero sus agentes son mucho más que indignados; ciudadanos queremos ser, pero tratamos de construir ciudades basadas en nuevos presupuestos; personas, claro, y seguimos empeñados en okupar un término aún demasiado amorfo; trabajadores sí, pero no sabemos qué significa esto hoy en nuestras vidas. Diversos. Uniendo puntos aún a seis meses de la implosión…y sin embargo reconocibles en el sujeto 15M, así sea de forma intuitiva.

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