Lo mejor (y peor) que escribí en 2020

Mañana por la noche se muere el año. Todos los años nos parece, tal día como hoy, el de colores más vívidos pero este, probablemente, sobreviva en el recuerdo colectivo entre sus pares (e impares, y hasta bisiestos como este es). No es que crea que sea hora de recapitular: sería absurdo listar las cosas que nos vimos obligados a dejar de hacer este año. A cambio, veo más provechoso pensar en los hábitos que adquirimos. Yo, por ejemplo, volví a dibujar. No es que crea en inventarios de fin de año, decía, pero el caso es que aquí me encuentro ordenando el cajón de los textos que he escrito en 2020. Contradictorio que es uno.

Empiezo por decir que espero entregar la primera semana de año a mis compañeros y compañeras de Decordel un manuscrito sobre historia lárgamente postergado. Más propósitos de inicio de año no voy a hacer: me conozco hace más de cuatro décadas y, además, bastante tengo con seguir empujando Somos Tetuán, proyecto del equipo de Somos en el que estoy intensamente implicado y que no ha cumplido aún los dos meses de vida.

Ahí va casi todo lo firmado este año. Me dejo alguna cosita poco lustrosa y, secreto, escribo muchas cosas no firmadas, simples noticias de agenda. Las he dividido un poco temáticamente y, dentro de cada apartado, van ordenadas en orden cronológico inverso. Simplemente porque me fue más cómodo pegar así los enlaces.

Lo que aprendí en los libros:

Cabo Norte: «¿Un libro de auto ficción? Más bien uno de auto ciencia ficción»

Emilio Carrere y su «Ruta emocional de Madrid»: entre la bohemia y la psicogeografía

Un libro sobre Largo Caballero que sirve para financiar campañas solidarias

Un libro nos devuelve ‘la vida encontrada de La Argentinita’

La geografía del Madrid rockero de los 90, a través de Los Rodríguez

El renacer de Pedro Barrantes: más allá de la estampa de bohemio

«La salud pública también es el cuidado de las libertades, individuales y colectivas»

Sí, Madrid fue una ciudad con esclavos

El libro sobre criptozoología que nació de una crisis

Los trabajadores del libro de Malasaña nos leen

El Madrid bohemio que se lee con los pies

Merodeando exposiciones:

Tres buenas exposiciones gratuitas para ver durante un paseo otoñal por El Retiro

La destrucción del Bajo Manhattan y el alma de la ciudad moribunda

Visitar el Museo de Historia de Madrid con una niña

«Mi libro es una historia oral de Madrid pero también es un tratado de mitología urbana»

El videoartista Bill Viola nos convierte en parte de la exposición

La memoria de Ramona y de miles de emigrantes españoles en Estados Unidos vive en cajas de galletas

El videojuego como objeto de reflexión en el Espacio Fundación Telefónica

Sobre Historia, historias e historietas:

Historia de la primera Biblioteca Popular de Madrid: 105 años de lecturas la contemplan

Coñac, tabaco y jamón de York para la Nochebuena de 1936 en las trincheras de Madrid

Los chavales de AZCA: cómo el distrito financiero de Madrid fue colonizado por la cultura urbana

¿Te acuerdas del Movimiento de Objeción de Conciencia y de Insumisión?

Leopoldo de Luis y la vida feliz de los vencidos como venganza

Matilde García del Real y la primera escuela para mujeres adultas

Los otros Tenorios del XIX: del pornográfico a Doña Juana de Tenorio

La Venus Rubia, la hija del clown y el director anarquista: el maravilloso reparto de Carne de fieras

José María Pastor: el hombre en la sombra en el asesinato de Prim

Francisco Largo Caballero, representante de la clase trabajadora del Chamberí de principios del XX

Soledad Gustavo, la mujer al frente de la publicación anarquista más importante de su época

Aquellos tiempos de la clac: cuando al teatro se iba de balde a cambio de aplaudir

Juana Capdevielle, la pionera de las bibliotecas asesinada por los franquistas

José Nonó y el primer conservatorio de música de Madrid

Cuando los primeros hombres en pisar la luna pisaron la España franquista

Ramper, el payaso que se las vio con todos antes de la guerra

Y las estatuas cayeron: la iconoclastia popular tras la proclamación de la República

Cuando Lorca y La Barraca se presentaron en San Bernardo

¿Sublevados frente al cólera o frente al mal olor?

El chotis que fue de izquierdas

La huelga de la fábrica de galletas La Fortuna: mujeres en huelga, esquirolaje y ‘policías cívicas’

1980: «El barrio de la basca» en la prensa contracultural

Antonio Ferres, de la calle Velarde a Orcasitas

José Nakens: el santón del republicanismo que fue excomulgado 47 veces

¿De aquellas cencerradas estas caceroladas?

Las mujeres del Dos de mayo: lo que cada cual ha querido contar de ellas

Los últimos días del asesino de Canalejas: entre el chismorreo y la realidad

El homenaje a Canito en Caminos, ¿acta fundacional de La Movida?

El Madrid de Maruja Mallo: de las vanguardias a La Movida

Cuando el fútbol obrero fue importante durante la Segunda Repúblic

Concepción Arenal y las otras pioneras de las aulas

José Rizal en Madrid: cuando el héroe filipino fusilado vivía en la capital de la metrópoli

Giován Doménico Olivieri, el impulsor de Real Academia de Bellas Artes que vivió en San Bernardo

Sobre ciudades, covides y caprichos en nuestras aceras:

Opinión: una peatonalización en Tetuán que no sirve ni para fomentar el comercio ni para limpiar el aire

Axa renuncia a las oficinas de lujo y pide licencia para construir vivienda protegida en sus dos torres del Paseo de la Dirección

La revolución de los sketchers y el redescubrimiento del barrio durante la pandemia

Ciclistas hacen una llamada para salvar otra vez el taller de Perucha

Murales de Tetuán, ¿creación individual o colectiva?

Reclaman el uso público para unas de las escuelas más antiguas de Tetuán

De vacas, osos, meninas y el complejo de identidad de nuestra ciudad

Supermercados, gimnasios, prostíbulos…arqueología de los viejos cines de Tetuán

¿Por qué (casi) no hay placas en la fachadas de Tetuán?

El valor patrimonial y la protección del caserío original de Tetuán: un debate que no puede esperar más

El día a día de un vecino confinado en Tetuán

El Espacio Bellas Vistas toma forma con la actividad vecinal

El último día de clase más raro del mundo

Siete aspectos de la ciudad confinada sobre los que pensar la ciudad de la nueva normalidad

La farmacia de barrio en tiempos de Covid-19

De Jane Jacobs a la policía del balcón

Los madrileños que no se marcharon a la playa

Una noria para igualarlas a todas

Lo que el monumento a Los últimos de Filipinas nos cuenta del nuevo nacionalismo español

 

Otras hierbas, que no malas hierbas:

Tres días afirmando el derecho a la interrupción del embarazo: crónica de una victoria feminista en Tetuán

El movimiento feminista intenta frenar el hostigamiento a las mujeres que quieren abortar en Madrid

Leopoldo de Luis «no tenía rencor, tenía memoria»

#MarianaSeQueda: ¿Puede una familia vulnerable ser desahuciada en tiempos de Covid?

«Al contrario de lo que dicen los discursos supremacistas y nacionalistas, el islam no es ni novedoso ni extraño en Madrid»

Rodrigo a 35 años de ‘Manuel’, el cómic que contó el Madrid LGTBI de La Movida

Las 20.000 vidas de la sala Siroco

 

 

 

 

 

Despertares de un tiempo raro y motines antifiscales

Atardecer desde arriba de la Sierra Santo, a espaldas de la ermita de San Sebastián.

Este es un año raro. Ya lo sabéis. La extrañeza de 2020 incluye pasar una semana en el pueblo de S., mi pareja, sin estar de vacaciones. En años anteriores, los niños se quedaban con sus abuelos una semana (es una de las citas más esperadas por ellos cada temporada) y, al final, hacíasmo coincidir su recogida con quedarnos allí un fin de semana largo. Este año, vacaciones con abuelos es una mala combinación, sin embargo, hemos podido venir una semana (de momento) a trabajar al pueblo, donde hemos coincido con los abuelos y con otros habituales de nuestras visitas a Los Navalmorales (Toledo, en la Comarca de la Jara).

Este es un tiempo raro que nos ha llevado a lugares poco habituales. Hablando con F. acerca de su empeño, junto con un grupo de vecinos del lugar, en armar un museo etnográfico en el viejo silo del pueblo, se me iba abonando la curiosidad por un lugar que siempre he visitado con demasiada rapidez, lo que me ha llevado a toparme con un pequeño episodio de la historia local. Os dejo un comentario breve del mismo.

El día 13 de diciembre de 1908 estalló en Los Navalmorales un motín antifiscal contra los recaudadores de cédulas personales. El día 15 encontramos la noticia en el periódico republicano El País, que titula Dos muertos y un herido, con la entradilla Motín por las cédulas. La nota de esta cabecera explica que, por motivo de la recaudación de las cédulas personales, cundió el descontento en el pueblo y se organizó una manifestación, en la que destacaba especialmente la presencia de mujeres, que se hicieron “dueñas de la plaza”. Según la noticia, no se tenían más detalles de lo ocurrido más que el conocimiento del hecho de que la Guardia Civil, que acudió a sofocar la protesta, disparó, matando a los vecinos Daniel Aguado y Manuel Gómez Recuero, e hiriendo de gravead a Santiaga García, esposa de Aguado.

Según algunas cabeceras (El Imparcial, El Día de Madrid, La Correspondencia Militar), que reproducen una misma nota el 21 de diciembre , fue “muy elogiada la conducta del párroco D. Pascual Bascuñana, del alcalde y de cuantas de personas procuraron calmar las exaltadas protestas de los revoltosos”. No obstante, estas mismas cabeceras dicen que el motivo del motín fue “la desdichada situación de la clase trabajadora en dicho pueblo, en el cual son tan reducidos los jornales, que los pequeños contribuyentes apenas pueden soportar los desproporcionados tributos que se les imponen».

La nota termina con el dato de que los guardias civiles del puesto de Los Navalmorales se hicieron con una recompensa por su “conducta heroica conteniendo la avalancha formidable de los amotinados”, a pesar de la «inevitable» muerte de dos individuos, además de otro herido gravemente.

Durante el régimen político de la Restauración (1875-1923) y sus sistema turnista, las prácticas caciquiles de nuestro mundo agrario se vieron institucionalizadas, situación que se dio de manera intensa en territorio castellano-manchego. Esto no quiere decir, como se ha supuesto con frecuencia, que el campesinado fuera política y socialmente pasivo, ni que reinara un clima de paz social, ajena al conflicto. Las relaciones clientelares con las oligarquías locales descansaban sobre procesos de negociación y conflicto. Cuando el campesinado no encontraba beneficiosas aquellas prebendas que los caciques concedían para mantener su posición local (por ejemplo, en Castilla-La Mancha las influencias para declarar a mozos exentos del odiado servicio militar, según explica el historiador Óscar Bascuñán) podía surgir el conflicto, y una de sus caracterizaciones fueron los motines antifiscales, como el de Los Navalmorales de 1908.

Este motín hay que ponerlo, pues, en el contexto de otros similares en su tiempo y su región, la mayoría ocasionados por el cobro del impuesto de consumos. En Tomelloso, en 1876 la multitud asaltó el ayuntamiento y se batió en fuego cruzado con los recaudadores, muriendo tres de los amotinados; en Ontur, un año antes del motín de Los Navalmorales, la Guardia Civil había disparado, con el saldo de un muerto y seis heridos en el pueblo; otros se sucedieron a caballo del cambio de siglo en infinitud de pueblos de Castilla La Mancha (para una enumeración de los mismos recomiendo el capítulo de Bascuñán que cito en la bibliografía).

Unos años antes, en 1898, la prensa hablaba de una oleada de motines (en este caso por el precio de las subsistencias) que también tocó a Los Navalmorales con especial intensidad y alcanzó a otras poblaciones muy cercanas, como Navahermosa o San Martín de Pusa.
Terminé hace un rato de teletrabajar frente al ventilador y acabo de redactar esta nota sobre los apuntes que había recopilado en un Word en otro momento. Nos subimos a dar un paseo hasta la cima de a la Sierra Santo.

Bibliografía:
AÑOVER, Óscar Bascuñán. Caciquismo, cambio social y conflicto en la Restauración. Historia agraria de Castilla-La Mancha. Siglos XIX-XX, 2010, p. 208.
PRENSA:
El Imparcial, lunes 21 de diciembre de 1908

El Día de Madrid, lunes 21 de diciembre de 1908

La Correspondencia Militar, lunes 21 de diciembre de 1908

El País, martes 15 de diciembre

Felicez espera de Año Nuevo

Al frente, la ventana –tejados, una luz mortecina y anaranjada peleándose con la persiana entornada– , a un lado S. dormida en el sofá, en el suelo J. Y D. viendo sin ganas unos dibujos. El tiempo parado a la espera de que el año muera. En unas horas estaremos celebrándolo con familia y en este tiempo muerto escribo estas líneas en un procesador de texto, a la espera de que este blog vuelva a estar disponible (caducó el dominio el pasado día 7, no había reparado en ello).

ALT+TABULADOR mientras escribo, compruebo la disponibilidad del dominio para un nuevo proyecto. Es,en realidad, una derivación de otro que ya tiene 10 años, Somos Malasaña.

Hace un rato estaba escribiendo un post de agradecimiento en el blog de Decordel. Hacia todos los que nos han ayudado en el camino de aprendizaje de la editorial.

Dominio comprado | eltransito.me, sin embargo, aún no está disponible. Tarda, estará la máquina de pre Nochevieja.

Ok, ya está arriba.

Podría despedir el año prometiendo que actualizaré más este viejo blog percherón, pero no lo haré. Ni prometerlo ni, probablemente, hacerlo. Sin embargo, sí prometo que no lo dejaré morir del todo. Le debo mucho.

¿Sabéis lo que sí haré? Tiene que ver con la chica que aún duerme en el sofá y con los niños en el suelo que, entre aburridos e inquietos, esperan que lleguen las uvas. Ellos comerán lacasitos.

A ver si llega ya el correo de recuperación de contraseña.

Estaba en SPAM

¡Feliz Año Nuevo!

Apuntes rápidos sobre gentrificación

– La gentrificación (también nombrada por otros como elitización, aburguesamiento y hasta colonización urbana) es un proceso caracterizado porque la población que vive en un barrio de una ciudad (no me gusta decir “original” porque podría denotar un esencialismo absurdo: las poblaciones de las ciudades son mutantes) son sustituidas por otra de más renta, lo que conlleva obviamente la expulsión de los primeros habitantes.
– Lo que caracteriza en esencia la gentrificación en mi opinión es esta sustitución y no sus causas o las formas en las que se produce el proceso, que pueden ser muy variadas, aunque en última instancia se resumen por la extracción de valor de las élites sobre el territorio de las clases populares.

– El término lo empieza a usar la socióloga marxista Ruth Glass en 1964 y proviene del anglicismo gentry (pequeña nobleza y burguesía terrateniente rural inglesa). Ella estudió su llegada a zonas trabajadoras de Londres, comprando casas y encareciendo el barrio.
– Otros pioneros como el escocés Neil Smith ya en los 80. Smith propone, por ejemplo, las fases de la gentrificación: Abandono (o desinversión), especulación y expulsión. Hoy en día asistimos a una aceleración de estos procesos que hace que las fases se solapen. Al mismo tiempo están ya criminalizando un barrio, comprando las viviendas y subiendo los precios.

– Yo le veo dos problemas al concepto gentrificación:

1. Supuso, al ser un término extraño, considerar que era un fenómeno totalmente original de nuestros tiempos, desligado de procesos consustanciales a la historiala ciudad capitalista como la segregación espacial por clases o la expropiación del valor de los espacios de la clase trabajadora.

El pensar en estos términos ha hecho que solo se contemple la expulsión en los centros urbanos y no de otros ámbitos más periféricos. Neil Smith explica en La nueva frontera urbana que los centros urbanos norteamericanos se vacían tras la segunda guerra mundial y sufren una fase de estigmatización y abandono. Será ya en los setenta cuando las clases medias blancas vuelven al centro (lo que llama revancha urbana), expulsando a las minorías étnicas y clases bajas que entonces lo habitaban. Sin embargo, en otras partes y momentos la segregación espacial se produce de otras maneras, y desde el XIX están surgiendo sucesivos barrios obreros en la periferia en los que se amontona a las clases populares. Lo hay que ver es que cualquier espacio, céntrico o periférico, susceptible de que se le extraiga valor en un momento histórico será gentrificado.

2. El segundo es que la explicación que se populariza del término a través de los medios de comunicación (e incluso de los académicos) es el ligado al cambio cultural y a los patrones de consumo. La metáfora del hípster y del cupcake y la explicación de los pioneros de las clases creativas poniendo de moda un barrio y encareciéndolo era muy atractiva. Resulta curioso que en el relato no aparezcan por ningún lado el banquero o el concejal de obras públicas, cuando normalmente son las normativas urbanísticas y las decisiones del capital quienes tienen una mayor incidencia.

Los teóricos de la gentrificación, desde Glass hasta Smith o David Harvey usan herramientas de análisis marxistas: plusvalor, extracción de rentas, clases sociales…es que la gentrificación es muy obviamente una caracterización espacial de la lucha de clases. Se cita la obra de estos autores sin aludir a las partes en las que ellos mismos explican que los patrones de consumo son solo uno de los eslabones de la cadena de la gentrificación, y no el más influyente.

Sin embargo, presentado de esta manera puede hablarse del problema sin mencionar la palabra capitalismo y hasta establecer el debate muy presente acerca de si la gentrificación es mala. La de veces que he escuchado decir “un poco de gentrificación no vendría mal” … pero gentrificación buena es un oxímoron porque es un término intrínsicamente negativo, dado que lo que pone de manifiesto es la expulsión, y no debe confundirse la mejora de infraestructuras o de condiciones de vida de un barrio con la gentrificación. Otro debate será si se puede hacer que esta mejora no atraiga las miradas de los inversores y acabe con la expulsión de los vecinos.

Esta caracterización amable de la gentrificación me parece especialmente grave en un contexto de crisis social en el que se han producido unos dos millones de desahucios en España sin que las palabras desahucio y gentrificación hayan aparecido como relacionadas en el debate público.

– Parece que por fin se ha debilitado esta visión monolítica de la gentrificación como cambio ocasionado por el consumo y los estilos de vida y ha tenido que ser con una ofensiva brutal por convertir las viviendas en activos financieros por fondos buitres internacionales tipo Blackstone. Cuando una de estas firmas compra entero tu bloque se acabaron los relatos románticos.

– Entre las consecuencias más devastadoras de la gentrificación, aparte del obvio desplazamiento a espacios subalternos, encontramos la pérdida de vecindad de los barrios, destruyendo redes especialmente importantes para las comunidades más desfavorecidas. Tras una catástrofe los psicólogos hablan de extrañamiento cuando se reubica a los afectados en comunidades donde se sienten desubicados. Esto se puede producir en tu propio barrio.

– Las soluciones son complejas puesto que la naturaleza del capitalismo es expropiar el valor allí donde surja, sin un cuestionamiento del sistema de propiedad privada difícilmente vamos a poner más que parches. Como la supresión de la propiedad privada no está a la vuelta de la esquina, diré que esos parches serán más eficaces cuanto más cuestionen este derecho: que exista un parque de vivienda público no enajenable o se limiten los precios de los alquileres por ley.

Sin llegar a ser una solución, un antídoto es reforzar los lazos comunitarios y de apoyo mutuo en el barrio. Esto se ve bien en la experiencia de las personas desahuciadas. Muchas de ellas han sido desahuciadas por no poder afrontar su hipoteca al principio de la crisis; posteriormente han vuelto a ser desahuciadas por alquilar en el mismo barrio encarecido y hasta a veces por ocupar en él. Sin embargo, en momentos de precariedad, permanecer cerca de sus redes sociales era esencial y han luchado por no ser desarraigados. Esa resistencia muestra el potencial de la comunidad para, si no enfrentar, al menos resistir.

2018

¿Estás empezando una recopilación de las cosas hechas este año Luis? Eso parece, una destinada antes a mí mismo que a ningún tipo de difusión. Un marcapáginas en el blog para revisar, o no, algún día las cosillas que me rodearon en 2018. Vamos allá y vamos por partes.

Decordel

Este año ha sido el que un grupo de amigos de muchos años montamos una editorial. Una muy pequeñita. Al principio Javi, que sigue siendo el quinto Beatle, siempre Silvia, Loren, Jose y, desde el principio pero formalmente hace poco, Vicky. Hasta la fecha hemos sacado tres títulos: La burbuja del emprendimiento y la atomización de la clase trabajadora (José Manuel Martínez Bedia, nuestro Jose), Mientras tanto escribo para resistir. Sintiendo fronteras. Camboya-Marruecos (Margarita Bujosa) y Barrionalismo (Luis de la Cruz, ya tú sabes).

El trabajo ha sido intenso: maquetar, corregir, diseñar, corregir, trabajar los textos con los autores, corregir…también aprender cosillas de gestión (gracias Jose), del mundillo editorial (muchas gracias Vicky), a ser resolutivos en la organización (gracias Silvia) o en la perseverancia y la autoformación (gracias Lorenzo).

Tenemos al menos dos títulos amasándose (el de Francesc y el de Juan, ya os contaremos), cosas que precisan fuego lento ([guiño] Jacob) y algún manuscrito que desearíamos editar. Se quedó atascado nuestro primer proyecto, la revista sin periodicidad USUFRUCTO (perdonad las damnificadas)…pero va a salir, más antes que después.

Por el camino -y acompañándonos siguen- conocimos gentes del libro, como los amigos de Traficantes de Sueños Distribuidora, los consejeros de Piedra Papel Libros, buenos libreros como Inés de Tobacco Days (Donosti), la peña de Katakrak, Trafis…O los evangelistas de la economía social y de las risas de (Gorka, Beñat, el resto…), los geniales comensales de Palma (Dolors, Sergi, Francesc), a Iturri, Sorkunde, Charo en la cornisa norte…

Más sobre letras

Barrionalismo no es el único libro en cuyos créditos sale mi nombre este año. En 2018 nos metimos en el lío de editar un libro desde el entorno de Tetuán Resiste para pagar las multas de Isa, una compañera y amiga del barrio injustamente condenada por intentar parar un desahucio. Hay, en este libro, nacido de un crowfunding, un texto sobre la historia de Tetuán desde el punto de vista de la lucha por la vivienda y mucho trabajo en equipo para sacar adelante un volumen que, no es amor de madre, es fundamental para  empaparse de la lucha por la vivienda desde 2011.

Además, también apareció un textito al que tengo cariño en un fanzine llamado Aquí vivía yo donde, como casi siempre, escribo sobre las cosas que veo desde mi ventana.

Lo del periodismo

No sé si una década participando en la elaboración de un periódico online profesional me convierten de facto en algún tipo de periodista, pero yo prefiero, en realidad, pensar que mi forma de abordarlo sigue siendo un abordaje, no sea que se me caiga el cuchillo de la boca o me de por soltar el cabo sobre el que trato de llegar a cubierta. Es un combate diario por cubrir carencias -desde la intuición para poner un buen titular hasta mi desaliñe ortográfico- mano a mano con Antonio, Diego y Raquel. Muak.

Dentro del cine de verano del Solar Maravillas: algo más que ir a ver una peli

Este año he escrito un poco menos de ciudad e historia que en temporadas anteriores pero, a cambio, creo que me va gustando más mi voz en las entrevistas (por ejemplo) y la crítica cultural (másejemplos). Como novedad, al final de verano me atreví con cuatro relatos históricos de ficción, con resultados algo desiguales, aunque con todos me lo pasé igual de bien.. Veremos si el experimento tiene continuidad el año que viene.

Lo de la Historia

Hace ya una década que retomé mi faceta de historiador gracias a Somos Malasaña. Lo hice desde la perspectiva divulgadora y, por necesidad, con vocación orgullosa de historiador local (figura habitualmente denostada por la profesión). Hace menos tiempo, empecé a compostar el suelo de una investigación más reposada, que me ayude a comprender el crecimiento social y desde abajo de la periferia madrileña. Y sólo estos días he dado forma a lo que va a ser mi próximo libro y la gran aventura investigadora durante los próximos años. Ya os contaré pero sí, una vez más será escribiendo sobre ciudad, clase obrera, barrio…

Quiero dar las GRACIAS a mis socios en la cosa histórica, Álvaro (gasolina) y Carlos (cómplice). Con el segundo tengo una cosa a medias hace ¿años?, con el primero ya he escrito algo a medias y de los dos he aprendido, sobre todo, entre exageraciones lúcidas provocadas por el alcohol.

En Ser Histórico, un portal de Historia Social de marcado acento libertario, encontré en 2017 un lugar afín de escritura y a una peña apasionadísima. Este año he escrito menos que el pasado pero el portal ha crecido, su tejido social se ha consolidado y yo estoy feliz de seguir por ahí de alguna manera (gracias por todo a Luismi, Fran y el resto).

Para artículos, ponencias y paseos históricos pasen por aquí.

Me es difícil separar muchas de estas cosas que os he contado de mi vida personal porque son todas ellas actividades que hago aparte de mi trabajo asalariado como bibliotecario y porque implican a personitas importantes en mi vida, de forma absoluta. Este año no voy a hacer propósitos de Año Nuevo (ya he olvidado si los hice el anterior, si los hubo nunca los tomé en serio), pero voy a tener la determinación de seguir regando las ramitas y agredeciendo en negrita a la gente con quien se toquen mis hojas.

Feliz año, o lo que se pueda.

La frase de Durruti

«Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones; y ese mundo está creciendo en este instante» Esta frase de Buenaventura Durruti, a la que a veces le birlan la segunda parte, puede leerse como lema publicitario, refrito new age o meme, desde luego. Puede recibirse con escepticismo si se tiene puesto un ojo en el noticiario, y hasta percibir la segunda sentencia como puro recochineo. La cita, así pensada, es el residuo de un tiempo pasado en el que una generación pensó que la revolución vibraba bajo sus pies. De hecho, en algunos lugares fue así. Queda lejos.

Sin embargo, las palabras cambian imaginadas como un anhelo realista de la potencia que albergan las ideas correctas y los cuerpos, de músculos tensos y caricias cálidas, haciendo juntos. Como la semilla empapada en algodón que vigilamos por turnos para plantarla cuando le asomen, tímidas, pequeñas raíces. Concediéndole esta intención, la segunda cláusula llega como un nuevo asentimiento de cabeza.

En realidad, yo creo que este fue siempre el sentido real de «Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones…»: universal, no coyuntural; constructivo, no adivinatorio, y por eso revolucionario, no motivacional.

Leída la frase completa no queda lugar a dudas porque, si a veces pierde por el camino la cola, prácticamente nunca es escrita con su cababeza:

«Pero te repito que no nos dan miedo las ruinas, porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones. Ese mundo está creciendo en este instante». Esto es lo que dijo Durruti, como lo podría haber dicho otro, y nos sigue impeliendo en 2018 a bombear sobre las ruinas.

Hoy es tu cumpleaños

Hoy es el cumpleaños de J. y hoy, en los momentos de silencio, estoy echando terriblemente de menos su verborrea infantil. Río y me tambaleo, la abrazo en pensamientos y borro todo alrededor.

Como pasa con los amores –con los otros tipos de amores– hay una razón puramente egoísta para adorarlos: nos hacen mejores. Una hija, como una compañera, te ayuda a no ser tan tú, te empuja a ser más complejo– arrojado o conservador, reflexivo o paladín de un yo desconocido–, titubeante, un reflejo pulido por la admiración…

Te hace mejor a pesar de que, como una compañera, te da a conocer el peaje de mirarte de vez en cuando al espejo y verte con la figura descompuesta. Todo lo que grité porque no supe desaguar sangre plomada, lo que no resolví en el tiempo que se me había confiado, sus malas contestaciones que sabes enraizadas en tu pecho…son las razones de esa cara, ajena y propia, que preferirías no verte.

Como una compañera y como una amistad sin adjetivos, intuyes que deberá darte una hostia algún día, soltar las amarras del enamoramiento para, esperemos, latir juntos desde la cercanía en la que te inunda su aliento y se ven las arrugas alrededor de la mirada. Mejor, si sabes vivirlo.

También hay razones para adorar a las hijas que existen únicamente en ellas. Son un universo explotando violentamente para existir. Te envuelve y se adhiere, aunque, a veces, se incrustan esquirlas en la carne.

Esta mañana, después de venir destellando a pasitos cortos hasta nuestra cama, J. nos ha dicho “¡es mi cumpleaños! ¿Por qué celebramos los días en los que nacimos? ¿Quién se inventó lo de celebrar los cumpleaños?”

Me pregunta mucho eso de “¿Quién se inventó…?” Aquella palabra, el idioma…me ha hecho pensar que, de alguna manera, nos educamos para pensar que siempre hay un individuo genial detrás de cada cosa deslumbrante. Aquella palabra, un cumpleaños, el idioma…

Son momentos tan únicos que te hacen reparar en que todos los instantes son los mismos y son de todos. Que tu hija tan tuya –tu explosión de un universo y la mejor versión de ti– es un jironcillo esperando desgarrarse de tu cuerpo: ser salvada de ti.

Igual que las palabras que te gusta paladear como tesoros de azucar, los momentos más íntimos son invención de un todos.

Hoy J, es tu cumpleaños –ahora te hablo directamente– y, aún lejos, he sentido el miedo a verte caminar hacia mundo, al todos, porque es un sitio muy diferente del que me explicas cuando inventamos esas historias en la cama. Cuando, con la palabra desnuda y redondita de niña, pinchamos personajes en el único mundo posible –igualitario, honesto, justo– que sin embargo no es. Me gustaría saber explicarte que querría una barricada con tu nombre y, a la vez, temo ver tu cuerpo en la línea del frente. Que te quiero febril, pero a salvo.

El 4 de septiembre, diástole mío, es tu cumpleaños y quiero seguir aprendiendo juntos de nosotros. De la vida ya aprendereremos entre todos.

El movimiento inquilinario de Veracruz

A principios de 1922 las prostitutas de Huaca, barrio obrero de Veracruz, dejaron de pagar el alquiler por los precios desorbitados de sus cuartos y arrojaron los colchones, las sillas y los muebles alquilados a la calle, con la intención de hacer una gran fogata. Fue el detonante de una protesta social que involucraría a la mitad de la población de Veracruz.

Unos días antes Herol Proal, fundador del Sindicato Revolucionario de Inquilinos, se había reunido con un grupo de 80 mujeres en el patio del edificio de la Vega. “Queridas compañeras la hora de la vindicación social ha llegado y para vosotras ha llegado la hora de la liberación” Proal era un sastre tuerto y entusiasta propagandista de la pólvora, en cuyos discursos resonaban al unísono Lenin y Bakunin.

Las mujeres y los desarrapados portuarios fueron el sujeto político del movimiento. De las fotos de mujeres de la época apenas se recuerda el nombre de María Luisa Marín, que lideraría el movimiento tras el encarcelamiento de Proal. En una, con un grupo de mujeres, aparece la dirigente y fundadora de la Federación de Mujeres Libertarias, una joven mestiza en la veintena de largas trenzas negras.

El propio puerto es el otro protagonista de la huelga. Se construyó en 1902 y llegó junto con el ferrocarril y las promesas de modernidad. Sin embargo, la riqueza nunca se redistribuyó. Una habitación que valía 10 pesos en 1910 costaba de 30 a 35 en 1922. La población del puerto había crecido en veinte años de 29.000 a 54.000 habitantes. Un periódico decía “es raro el día que en los juzgados no se pida el lanzamiento de algún inquilino”. El puerto también trajo a muchos revolucionarios americanos y europeos huidos, muchos de ellos anarquistas.

A finales de mayo 30.000 personas habían dejado de pagar el alquiler en más de 100 patios de vecindad (cuartos al redor de un patio con baño y cocinas comunes). Muchos edificios del centro eran inmuebles coloniales que en tiempos habían habitado familias ricas con sus sirvientes. En ellos se desplegaron pancartas rojas que decían “estoy en huelga y no pago renta”. Pronto las protestas se extendieron por todo el país.

La acción directa fue el lenguaje de la huelga inquilinaria. En los mercados para organizar a las sirvientas o atacando las pensiones donde vivían patronos españoles. Su intención era tomar las posadas para alojar a los compañeros –muchos desahuciados- y organizar a los que ya vivían allí. Además, desde el principio de la huelga se habían apoderado de viviendas vacías. La estampa de cientos de hombres y mujeres desfilando con banderas rojinegras dejó una impronta impactante en la prensa de la época. La imagen de las mujeres y los niños desfilando con silbatos y “amontonándose” frente a la policía para parar desalojos también. La acción directa les valió sonados enfrentamientos con la policía, cientos de muertos y penas de cárcel o exilio para los huelguistas.

A medida que la huelga fue avanzando las propuestas del Sindicato fueron incluyendo demandas como la abolición de la propiedad privada, la liberación sexual y hasta la eliminación del Estado. El movimiento inquilinario mexicano supone un salto político en el continente tras otras huelgas, como la pionera de 1907 en Buenos Aires, en las que se negociaba directamente con los propietarios. Ahora se crean Sindicatos que promueven la huelga general y dirigen su acción hacia las instituciones del Estado. No consiguieron abolir la propiedad privada, pero después de su acción se construyeron casas baratas en los barrios del puerto y se mejoraron las condiciones de pago de los inquilinos.

*Un texto inédito que escribí en 2015, las fuentes han quedado en el olvido…

La mani

Manifestacion-Francisco Álvarez

Una manifestación es gente, mucha gente andando junta con la vista al frente.

“La Huelga” “La Revuelta” o “La Revolución”, pintada por Honoré Daumier en 1860

Lo que dota a una manifestación vida es la sensación continua de que la lengua de carne pueda, de repente, descoyuntarse. Suceda o no. Las fuerzas del orden permanecen tensas, se miran, dudan poder ser dique y sienten temblar el suelo de la calle.

Manifestantes – Gravado de Juan Genovés

Eso, y no las congregaciones satisfechas de cumplir el ritual, es una mani. Una manifestación es una reclamación simbólica de propiedad de la calle en la que las risas nerviosas, los rugidos sordos, el sudor, la música, el entusiasmo inestable y el brillo en las miradas afiladas se vuelven contagiosos y mantienen el tiempo en suspenso.

El Cuarto Estado, pintado en 1901 por Giuseppe Pellizza da Volpedo

Una manifestación son tiempos y espacios que confluyen: tardes de cañas, noches en el calabozo, lecturas, conversaciones, discusiones con la televisión, quedadas para ir, encuentros, despedidas, volver con la pancarta doblada y los pies heridos.

Manifestacion, Antonio Berni (1934)

Aquella mani es un recuerdo y un caminito de gente que se hace pequeñita al fundirse con la línea del horizonte.

Huelga de Le Creusot (1899), de Jules Adler

El centro de la ciudad es una mani por hacer. Una plaza por acampar, un adoquinado por desadoquinar, la memoria densa de mil manifestaciones barrida a los rincones por un urbanista. Y las que quedan.

Huelga de obreros en Vizcaya 1892, Vicente Cutanda y Toraya (en El Prado)

Una manifestación es una convención social, un diálogo con las élites y con los iguales articulada por normas no escritas que todos tenemos claras. Es procesión y es carnaval, pero como la procesión y el carnaval puede acabar en motín.

Huelga en Bogotá, óleo de Clemencia Lucena

Una mani –si es mani- es gas inestable, que se lleva el viento o prende fiestas. Son los gases que exhalan la necesidad, el hambre, el orgullo o el compañerismo. Esos gases huelene e intoxican. Te explotan en luz o en sombra, según la dosis del veneno. Según cuánto nos agarremos las manos. Esos gases llevan revolución al aire

La Huelga – Robert Köehler

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Ser legión con Isa

A la derecha Isa en el solar de Ofelia Nieto 29, con muchos otros vecinos

Hay una mujer en mi barrio que es capaz de parar desahucios con su menudo cuerpo y su determinación gigante. Lo hace con otras mujeres y hombres, lo que, lejos de restarle mérito, lo convierte en un acto revolucionario. Ella puede ayudar a una compañera para gestionar su Renta Mínima de Inserción, organizar recogidas de alimentos asamblearias o poner su cuerpo frente a rocosas barreras de policía. Puede ganar un concurso de tortillas de patata de barrio y planificar los desahucios a los que acude cuadrándolo con la hora de recogida de su hija en el colegio.

Esta misma mañana

Escucha primero, habla despacio después. Y en su charla va calándote la vida que ha pasado desapercibida a tu alrededor. La más jodida. Frases cargadas de empatía y justicia marcan el ritmo de la conversación, como un metrónomo que te pone a desfilar ante los ojos ahora el sufrimiento, ahora un ejemplo vivificador de apoyo mutuo. Aquellos padres que no tenían recursos para enterrar el cuerpo de su crío muerto, aquella explosión de alegría colectiva y abuelos llorando porque se quedaban en casa.

Imaginad por un momento que a esa mujer de mi barrio la quieran meter en la cárcel. Que la juzgaran mañana y que la petición del fiscal fuera de dos años y medio de cárcel por estar apoyando a un vecino estafado el día de su desahucio. Qué terrible suena todo ¿verdad? Si eso sucediera, yo supongo que mañana seríamos un ejército de almas agradecidas acompañándola, tratando de mandarle de vuelta algo de lo que ella ha regalado. Poniendo en práctica todo el poder de reír y sudar juntos que ha ayudado a construir.

Pues es verdad.

Me cuesta teclear. No tengo distancia con el caso y no pretendo que me quede un texto “objetivo”, pero me es más difícil ordenar sentimientos que conceptos. Paro, bajo a la calle a caminar y me encuentro con un desalojo a treinta metros de casa.

Es un bloque de viviendas okupado que ya ha sufrido varios desalojos antes. No conozco su historia pero es muy nuevo, se adivina esquirla de alguna explosión financiero-inmobiliaria. Me comentan amigos, activistas por la vivienda, que hoy se quedan en la calle algunas personas de origen magrebí y español. Familias con menores tramitando el RMI, añade la gente de Invisibles de Tetuán y el Banco de Alimentos.

He contado siete lecheras, hay dos calles cortadas. Una señora con una bolsa de la compra opina que “todos cobran. Los cuatrocientos y pico del Estado no hay ni uno que no se los lleve cada mes”. Pienso en lo que la diría Isa, y sobre todo, puedo imaginar su capacidad para que la indignación quedara clara en un tono de voz calmado.

Es por eso que hace falta Isa y es por eso que mañana la juzgan. Porque nos hace falta. Me viene a la cabeza lo que ha escrito Víctor en otro sitio:

“En el desahucio de Mohamed, su mujer y su hijo de dos años, detrás del cordón policial no podía aguantar ese dolor. Empezó a narrar lo que sucedía a los antidisturbios, para que fueran conscientes del sufrimiento: “¡Ahora la madre baja un colchón!” “¡Ahora entre dos un sofá!” “¡Ahora al niño en brazos!”. Fue desgarrador”.

Me acuerdo de Ofelia Nieto 29 y de las caras de algunos de los policías que acechaban para derribar la casa. De sus gestos airados de humillación y odio ¿Cómo no iban a recordar ellos la cara de Isa? Ella está siempre. Fueron a por Isa porque saben que clavando espinas en una cojea todo el grupo.

En fin, ésta es la frase más importante del texto: mañana juzgan a Isa a las 11 h. en los juzgados de Julián Camarillo 11 (metros Ciudad Lineal o García Noblejas) y necesitamos que vengas a arropar a Isa.

NECESITAMOS es un plural que nos incluye a todas.